Benedicto XVI: nada justifica el terrorismo y en nombre de Dios es más grave
RV - Benedicto XVI - recordando la tragedia del 11 de septiembre y asegurando sus
oraciones por las víctimas y para que en el mundo crezcan la paz y la prosperidad
- envió una carta al Arzobispo de Nueva York y presidente de la Conferencia de los
Obispos católicos de Estados Unidos, Mons. Timothy Dolan.
«¡Gracia y paz a
vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo!», así empieza la carta del
Papa que luego añade: «En este día, mi pensamiento vuelve a los sombríos sucesos
del 11 de septiembre de 2001, cuando se perdieron tantas vidas inocentes en los brutales
ataques contra las torres gemelas de Nueva York, así como en Washington y en Pensilvania.
Me uno a vosotros, encomendando a las miles de víctimas a la infinita misericordia
de Dios Todopoderoso y rogando a nuestro Padre celestial que siga consolando a aquellos
que lloran la pérdida de sus seres queridos».
Señalando nuevamente que «la
tragedia de ese día se agrava por la pretensión de los autores de los atentados de
actuar en nombre de Dios», el Santo Padre recuerda que «una vez más, se debe afirmar
inequívocamente que ninguna circunstancia puede justificar los actos de terrorismo.
Cada vida humana es preciosa a los ojos de Dios y no se debe escatimar esfuerzo alguno
en los intentos de promover en todo el mundo un genuino respeto de los derechos inalienables
y la dignidad de las personas y de los pueblos sin distinción alguna».
«El
pueblo estadounidense demostró loablemente su valentía y generosidad en las operaciones
de socorro y en su entereza, con el anhelo de levantarse y seguir hacia adelante con
esperanza y confianza», escribe también Benedicto XVI, asegurando luego que reza fervientemente
para que «un firme compromiso en favor de la justicia y de la cultura global de la
solidaridad pueda ayudar a liberar al mundo de los agravios, que tan a menudo desembocan
en actos de violencia y se puedan crear las condiciones necesarias para que crezcan
la paz y la prosperidad, ofreciendo un futuro más luminoso y seguro».
Con estos
sentimientos, y sus mejores deseos, Benedicto XVI imparte su Bendición Apostólica
como prenda de paz y serenidad en el Señor.