’Totus tuus’: el beato Juan Pablo II y el Card. Deskur
RV - En unión espiritual con Benedicto XVI y en su nombre, el Decano del Colegio Cardenalicio,
presidió esta mañana en la Basílica vaticana, la Santa Misa exequial por el difunto
Card. Andrej Maria Deskur.
Destacando el testimonio del Card. Deskur, en el
surco de la bienaventuranzas, el Cardenal Angelo Sodano evocó su noble figura y preciosa
colaboración, que brindó a la Sede Apostólica y a seis Pontífices, siendo siempre,
asimismo, modelo ejemplar de evangélica aceptación del dolor.
Con especial
emoción, se escucharon las palabras del Cardenal Sodano haciendo hincapié en la profunda
devoción mariana que unía a Andrej Maria Deskur y a Karol Wojtyla:
«’Totus tuus’ no era
solo el lema del beato Juan Pablo II: fue también el de toda tu vida. Que María te
acoja, como a su hijo devoto, en la patria eterna del Paraíso ¡Así sea!»
Como
señaló Benedicto XVI - en su telegrama al Cardenal Stanislav Dziwiz, Arzobispo de
Cracovia - el Card. Andrej María Deskur «ligado por vínculos de antigua y profunda
amistad con el beato Juan Pablo II, deja el recuerdo de una vida entregada a la adhesión
coherente y generosa, a su propia vocación, como piadoso y celoso sacerdote, que enriqueció
su ministerio, aceptando la enfermedad con evangélica resignación».
En efecto,
este teólogo conciliar polaco – importante impulsor de la pastoral y del apostolado
de la Iglesia en los medios de comunicación - sufrió una grave enfermedad, que lo
dejó paralizado, durante los días del Cónclave en que iba a ser elegido Karol Wojtyla,
que había sido su compañero de estudios y amigo de toda la vida.
El Obispo
Pierfranco Pastore, que fue secretario del Pontificio Consejo para los Medios de Comunicación,
estrecho colaborador del Card. Deskur, en este sector tan destacado y valioso para
la misión evangelizadora de la Iglesia, responde a algunas preguntas de Roberta Gisotti.
En primer lugar, sobre la herencia que deja Andreij Deskur:
«Quisiera decir que
su misión quedó marcada, desde el momento de la elección de Juan Pablo II al Pontificado,
por las mismas palabras que le dijo el Papa, al día siguiente de su elección, cuando
fue a visitarlo al hospital Gemelli. Le dijo: ‘Ahora tu misión está marcada, deberás
rezar por el nuevo Papa y por la Iglesia con tu sufrimiento’. Creo que fue su misión
más grande y verdadera».
Habiendo estado a su lado constantemente, Mons. Pierfranco
Pastore, ha tenido la posibilidad de apreciar la misión y servicio del Card. Deskur,
que deja una especial y profunda enseñanza, también humana, en la aceptación del sufrimiento:
«En su lecho de sufrimiento,
tenía a su lado una gigantografía de Juan Pablo II, que miraba continuamente. Creo
que el coloquio entre los dos - que no oíamos porque era espiritual – era de plena
y total aceptación de la voluntad del Señor. Y creo que el cardenal Deskur dio verdaderamente
mucho por el bien de la Iglesia, no tanto y no sólo cuando fue digno presidente de
la entonces Pontificia Comisión para las Comunicaciones Sociales – luego Pontificio
Consejo, del que fui secretario – sino precisamente por el valor de su sufrimiento,
ofrecido con gran generosidad y sencillez».
Este purpurado impulsó ideas innovadoras,
en aquellos años, de fervor sobre temas nuevos, que se debatían en la sociedad. Hay
una importante Instrucción Pastoral, aprobada por el Siervo de Dios Pablo VI, sobre
los medios de comunicación, preparada por mandato especial del Concilio Ecuménico
Vaticano II:
«Fue artífice – junto
con otros – del documento, que creo que aún hoy sigue siendo fundamental para el apostolado
de las comunicaciones sociales en la Iglesia: Communio et progressio. Pienso que releer
ese documento significa ver qué huella deja el cardenal Deskur de su actividad, de
su inteligencia y grandeza moral en la Iglesia de todos los tiempos».
Mons.
Pastore termina con un entrañable recuerdo:
«Justo el día de la
beatificación de su mejor amigo, lo acompañé – estando él ya desde varios años en
silla de ruedas – ante el ataúd de Juan Pablo II, que ya estaba en la Basílica. Y,
mientras rezábamos, me acordé de cuando, enseguida después de su elección, el Papa
fue a verlo al Gemelli. Ese momento, ese encuentro me pareció como la restitución
de una visita llena de gratitud y de afecto».