Guatemala: no usar el drama de los migrantes para alcanzar votos
RV- La iglesia de Guatemala exhorta a los gobiernos de Estados Unidos, de México y
de toda Centroamérica a emprender reformas migratorias que permitan a los migrantes
una vida digna y la realización de sus sueños, frente a los persistentes abusos e
injusticias, de las que son objeto, desde las detenciones, incluso de niños, hasta
las deportaciones masivas. Igualmente, frente a las inminentes elecciones presidenciales
pide a los candidatos no utilizar el drama de los migrantes como un trampolín para
alcanzar más votos, sino integrar en sus planes de gobierno programas dirigidos a
ayudar a que los guatemaltecos no tengan que abandonar el país para mejorar su situación
económica y defender delante de los Estados los derechos de los migrantes.
Con
motivo de la celebración, el pasado domingo, del Día Nacional del migrante la Comisión
de Movilidad Humana del episcopado guatemalteco hizo público un mensaje, que bajo
el tema “Migrantes, un sueño, una familia”, denuncia que los migrantes en situación
de detención son tratados como criminales, por el simple hecho de ser indocumentados,
cuando tienen el derecho de recibir atención consular, médica, atención especial de
acuerdo a su condición, y acceder al debido proceso. Asimismo, evidencia que, aunque
la familia es una realidad valiosa en cualquier nación del mundo, las políticas migratorias
no ofrecen oportunidades para la reunificación familiar a los hijos e hijas de migrantes
en los Estados Unidos y otros países. “Son preocupantes – señala el mensaje- las constantes
redadas y deportaciones masivas que a diario son efectuadas y que separan familias
enteras, dejándolas a su propio azar.
Ante las violaciones sistemáticas a
los Derechos Humanos de los migrantes, en buena parte resultado de políticas de los
Estados que crean e implementan leyes migratorias de corte racista y xenofóbico y
que vulneran su dignidad, la Iglesia Católica- subraya el mensaje- continuará cumpliendo
el compromiso de defender y promover los Derechos de los migrantes, demandando políticas
migratorias integrales con rostro humano, que tomen en cuenta a las familias de los
migrantes para que la reunificación familiar sea una realidad.
El episcopado
guatemalteco también exhorta a las conciencias de los cristianos sobre la responsabilidad
de vivir con coherencia la condición de discípulos del Señor Jesús, presente en los
migrantes, abrumados bajo la terrible zozobra de las redadas, deportaciones, secuestros,
extorsiones y desapariciones. En el mensaje se hace un llamado a la comunidad cristiana
ser una casa de acogida para los extranjeros y forasteros, descubrir en ellos la presencia
de Cristo, para que en medio de “las dificultades, las angustias y las penas que a
diario enfrentan” los migrantes puedan encontrar un refugio.
Texto completo
MENSAJE
PASTORAL DE LA COMISIÓN DE MOVILIDAD HUMANA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE GUATEMALA,
CON OCASIÓN DEL DIA NACIONAL DEL MIGRANTES
MIGRANTES, UN SUEÑO, UNA FAMILIA
La
celebración anual del Día del Migrante, en el primer domingo de septiembre, tiene
como tema central en este año: MIGRANTES, UN SUEÑO, UNA FAMILIA. La Comisión Episcopal
de la Pastoral de la Movilidad Humana desde hace años ha promovido esta celebración
del Día Nacional del Migrante, para poner en la conciencia de los cristianos, hombres
y mujeres, la responsabilidad de vivir con coherencia la condición de discípulos del
Señor Jesús, presente en los migrantes, abrumados bajo la terrible zozobra de las
redadas, deportaciones, secuestros, extorsiones y desapariciones. Nuevamente ahora,
esta Comisión Episcopal se dirige a los fieles católicos, a los hermanos cristianos
no católicos y a los hombres y mujeres de buena voluntad, para compartir algunas reflexiones
que se concretizan en demandas precisas delante de quienes tienen poder de ayudar
a mejorar la situación de los hermanos y hermanas migrantes.
Las comunidades
cristianas, “casas de comunión y acogida”.
Una comunidad cristiana no podrá
considerarse tal, si no acoge con atención y ternura a los hermanos y hermanas migrantes
y sus familias. Ella debe ser casa de acogida para los extranjeros y forasteros que
llegan a tocar sus puertas buscando auxilio y apoyo. La coherencia con el evangelio
así lo exige. Sin embargo, se debe reconocer que, pastoralmente hablando, muchas veces
es difícil lograr que en las comunidades cristianas los migrantes sean incorporados
como hermanos y hermanas necesitados de protección y cuidado. Descubrir en ellos y
ellas la presencia de Cristo supone una fe madura, y la vivencia de un profundo
y permanente contacto con el Señor, que trasciende una práctica ritualista y rutinaria
de la vida cristiana. Las dificultades, las angustias y las penas que a diario
enfrentan los migrantes deben encontrar un refugio en el corazón de los miembros de
cada comunidad cristiana. Cuando esto sucede la comunión de fe se hace efectiva y
afectiva.
Una perspectiva diferente delante del fenómeno migratorio
Como
repetidamente se ha dicho, el fenómeno de la globalización en su dimensión económica
en lugar de acercar a los seres humanos, los distancia cada vez más, al construir
enormes barreras legales que impiden la libre movilización de los millones de personas
que buscan una vida digna para ellos y sus familias. Asimismo, el modelo económico
imperante, hijo de esta globalización que busca solamente el lucro y la ganancia,
empobrece cada vez más a los países más pobres en vías de desarrollo. En el momento
actual, en general, es la situación de pobreza la que empuja a millones de migrantes
a salir de sus tierras. Esta situación mundial exige contemplar el fenómeno de las
migraciones desde la perspectiva del derecho que todo ser humano tiene de vivir una
vida digna, acorde a su condición humana y a su identidad como hijo de Dios, y consecuentemente
el derecho a migrar a otro país, cuando en su propia tierra no encuentra lo que necesita
para lograr ese derecho. La Iglesia Católica, fiel a la misión recibida del
Salvador, continuará cumpliendo el compromiso de defender y promover los Derechos
de los y las migrantes, demandando políticas migratorias integrales con rostro humano,
que tomen en cuenta a las familias de los migrantes para que la reunificación familiar
sea una realidad. Es verdad que existe una crisis económica neoliberal que golpea
la mayoría de las naciones del mundo, pero ella no puede ser utilizada como excusa
para culpar o criminalizar a los migrantes, ni mucho menos para utilizar mecanismos
legales que contradicen el valor de la justicia y el respeto al ser humano.
Violaciones
a Derechos de Migrantes
En pleno siglo XXI las violaciones sistemáticas
a los Derechos Humanos de las y los migrantes continúan. Ellas, son en buena parte
el resultado de políticas de los Estados de la región que de forma inadecuada abordan
el fenómeno de la migración, y crean e implementan leyes migratorias de corte racista
y xenofóbico, que vulneran la dignidad y
Derechos de los migrantes y sus
familiares
Como tantas veces se ha repetido, cuando los Estados en lugar
de hacer respetar los derechos humanos de los migrantes levantan muros e implementan
políticas represivas con legislaciones inhumanas, lo que logran es exponer la vida
de los migrantes a graves peligros en el viaje, tales como: secuestros, extorsiones,
violaciones sexuales, estafas por parte de los traficantes de personas y a los que
se dedican a la trata de personas. En la actualidad hay que añadir, lastimosamente,
la utilización de los migrantes so pena de eliminarlos físicamente, por parte de los
poderosos cárteles del narcotráfico y crimen organizado que actúan impunemente. Las
situaciones mencionadas contradicen totalmente el plan de amor del Dios de la vida,
y son el resultado del mal que se ha instaurado en nuestra sociedad. Los verdaderos
creyentes en Dios-Amor no pueden ni deben permanecer indiferentes ante todo esto.
Por ello, en ocasión de la celebración del Día del Migrante para lograr sensibilizar
a los fieles cristianos, la Comisión Episcopal de Movilidad Humana, exhorta encarecidamente
a todas las comunidades cristianas, en las Diócesis y Vicariatos del país, a celebrar
el triduo del migrante, uniéndose de modo especial a los familiares de los migrantes
que sienten el sufrimiento de la lejanía y separación de sus seres queridos.
Asimismo
ante la dramática situación que viven los migrantes y sus familiares, la Comisión
Episcopal de Movilidad Humana, expone lo siguiente: • Es urgente recordar al presidente
de Estados Unidos de América, la importancia de realizar una reforma migratoria
integral, principalmente, el DREAM ACT para que los jóvenes puedan realizar sus
sueños y tener un futuro digno. Lamentamos profundamente que los sueños de los
jóvenes sean frustrados por la falta de voluntad política de los poderes públicos
del Estado. • Manifestar a los presidentes de México, Centro América y al Primer
Ministro de Canadá, que mientras persistan las injusticias en contra de los migrantes,
la Iglesia Católica del Continente Americano no quedará pasiva y callada ante los
abusos cometidos contra esta población vulnerable. • Urgir al presidente de
Estados Unidos, para que en el proceso de aplicación de la vigilancia en la frontera
a través de la patrulla fronteriza se dé la atención necesaria al respeto de los
Derechos Humanos y a la dignidad de las personas indocumentadas. • Lamentar
profundamente que las detenciones sean consideradas como una política “efectiva”
de Estado para condenar a los indocumentados. Es preocupante que los niños y niñas
no acompañados permanezcan detenidos por largos períodos, causándoles traumas psicológicos.
Los migrantes en situación de detención no deben ser tratados como criminales,
tienen el derecho de recibir atención consular, médica, atención especial de acuerdo
a su condición, y acceder al debido proceso. • Recordar que las personas en
proceso de deportación tienen el derecho de recibir una atención adecuada y justa,
mientras se averigua detalladamente su situación o estado migratorio. El gobierno
de Estados Unidos ha diseñado medidas para proteger lo que ellos llaman “la seguridad
de sus fronteras”, impidiendo muchas veces que las personas tengan acceso al proceso
de asilo y encarcelando inmediatamente a los recién llegados que no tienen la documentación
requerida. • Evidenciar que, aunque la familia es una realidad valiosa en cualquier
nación del mundo, sin embargo, las políticas migratorias no ofrecen oportunidades
para la reunificación familiar a los hijos e hijas de migrantes en los Estados
Unidos y otros países. Son preocupantes las constantes redadas y deportaciones
masivas que a diario son efectuadas y que separan familias enteras, dejándolas
a su propio azar. Los daños psicológicos a los niños y niñas separados de sus padres
y madres, son muchas veces irremediables. La reunificación de la familia sigue
siendo la base apropiada para una política justa de migración. No hay que olvidar
que la base para la construcción de una sociedad es la familia. • Ante las inminentes
elecciones, la Comisión Episcopal pide a los candidatos a ser elegidos, integrar
en sus planes de gobierno, una atención especial al fenómeno migratorio, en una
doble vertiente: ayudar a que los guatemaltecos y guatemaltecas no tengan que abandonar
el país para mejorar su situación económica y defender delante de los Estados los
derechos de los migrantes guatemaltecos. No es justo, además, que el drama de los
migrantes sea utilizado como un trampolín para alcanzar un puesto de elección
popular. Finalmente, la Comisión Episcopal desea que todos los guatemaltecos y
guatemaltecas vivan y celebren con entusiasmo el Día del Migrante, y que tal celebración
sea propicia para compartir sus tristezas y alegrías como también las de sus familias
en todas las diócesis, comunidades y parroquias. Ojalá que las acciones de solidaridad
para ayudar a los migrantes se multipliquen en todo el país.
Agradecemos en
el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, a quienes con esfuerzo y dedicación sirven
a los migrantes en los lugares de acogida, en las comunidades parroquiales y en
las familias, aún exponiendo muchas veces sus vidas. Ellos demuestran su entrega al
servicio del Reino de Dios, y fortalecen el trabajo Pastoral junto a los Migrantes
en la Iglesia.
Que la Sagrada Familia y el Beato Juan Bautista Scalabrini –
Padre de los Migrantes, nos iluminen y nos acompañen en la defensa, protección y atención
de los migrantes y sus familiares; y que acompañen siempre a todos los migrantes y
sus familiares.
Monseñor Álvaro Ramazzini Obispo de San Marcos Presidente
de la Pastoral de Movilidad Humana Conferencia Episcopal de Guatemala. Guatemala
de la Asunción, Septiembre de 2011