La Música Sacra es capaz de expresar y comunicar la fe
RV- El miércoles 31 de aogosto por la tarde el Santo Padre asistió al concierto de
música sacra italiana, ofrecido en su honor por el Cardenal Domenico Bartolucci –ex
maestro director del coro de la Capilla Sixtina– en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo.
El purpurado compuso para este concierto el motete "Benedictus" de agradecimiento
a Dios por haber dado a la Iglesia al Papa Benedicto, aludiendo al nombre escogido
por el Pontífice.
El “Rossini Chamber Choir” de Pesaro, en Italia, y la Orquesta
Filarmónica de la región italiana de las Marcas, bajo la dirección del Maestro Simone
Baiocchi, dos sopranos, Enrica Fabbri y Lykke Anholm y el barítono Michele Govi, ejecutaron
cuatro piezas. Se trata del "Benedictus" de Domenico Bartolucci; del "Ave María" de
la ópera lírica en tres actos "Il Brunellesco, en la que se narran las aventuras florentinas
de Filippo Brunelleschi y la construcción de la cúpula de Santa María del Fiore; el
poema sacro "Baptisma"; y el motete "Christus circumdedit me" del libreto de motetes
de las pequeñas composiciones para voces y órgano preparadas para los servicios y
las academias del coro de niños cantores de la Capilla Sixtina.
Después del
concierto, al dirigirse a estos “queridos amigos”, Benedicto XVI destacó que se habían
“inmerso en la música sacra, esa música que, de modo particular, nace de la fe y es
capaz de expresar y comunicar la fe. Y tras agradecer a los espléndidos ejecutores,
así como a los organizadores y a las autoridades que hicieron posible este evento,
el Papa dijo:
En medio de las actividades
cotidianas, nos habéis ofrecido un momento de meditación y de oración, haciéndonos
intuir las armonías del Cielo. Un agradecimiento afectuoso y especial al autor de
los pasajes que hemos escuchado, el Maestro Cardenal Domenico Bartolucci. Gracias
Eminencia, por haberme donado este concierto y por haber compuesto, para la ocasión,
el Benedictus dedicado a mí como oración y agradecimiento al Señor por mi Ministerio.
El
Papa añadió que el Maestro Cardenal Bartolucci no tenía necesidad de presentaciones,
si bien deseaba señalar tres aspectos de su vida, que lo caracterizan de modo evidente
–además de su firme espíritu florentino– es decir: la fe, el sacerdocio y la música.
Y añadió:
Querido Cardenal Bartolucci,
la fe es la luz que ha orientado y guiado siempre su vida, que ha abierto su corazón
para responder con generosidad a la llamada el Señor; y de ella ha surgido también
su modo de componer. Ciertamente Usted ha tenido una sólida formación musical recibida
en la Catedral florentina, en el Conservatorio de Florencia, en el Pontificio Instituto
de Música Sacra, con grandes profesores, entre los cuales Vito Frazzi, Raffaele Casimiri,
e Ildebrando Pizzetti. Pero la música es para Usted un lenguaje privilegiado para
comunicar la fe de la Iglesia y para ayudar el camino de fe de quien escucha sus obras;
también a través de la música Usted ha ejercido su ministerio sacerdotal. Su modo
de componer se coloca en el surco de los grandes autores de música sacra, en particular
de la Capilla Sixtina de la que ha sido durante muchos años su Director: la valoración
del precioso tesoro que es el canto gregoriano y el uso sapiente de la polifonía,
fiel a la tradición, pero abierto también a nuevas sonoridades.
Benedicto
XVI también afirmó, dirigiéndose al “Querido Maestro”, que “con su música, nos ha
hecho dirigir el alma a María con la oración más querida de la tradición cristiana,
pero también nos ha hecho evocar el inicio de nuestro camino de fe, la liturgia del
Bautismo, el momento en que nos hemos convertido en cristianos: una invitación a saciar
la sed en la única agua que apaga la sed, Dios vivo, y a empeñarnos cada día a rechazar
el mal y a renovar nuestra fe, reafirmando ¡“Credo”!
Y concluyó con las siguientes
palabras:
“Christus circumdedit
me”, Cristo me ha envuelto y me envuelve: este motete resume su vida, su ministerio
y su música, querido Señor Cardenal. Renuevo entonces mi agradecimiento a Usted, a
los dos Sopranos, al Barítono, al Director y a los conjuntos corales y orquestales
y de buena gana imparto mi Bendición Apostólica. Gracias.
M.F.B - RV
Texto
completo del saludo del Santo Padre:
Señores Cardenales, Venerados Hermanos
en el Episcopado y en el Sacerdocio, Queridos Amigos:
Esta
tarde nos hemos inmerso en la música sacra, esa música que, de modo particular, nace
de la fe y es capaz de expresar y comunicar la fe. Gracias entonces a los espléndidos
ejecutores: a los dos Sopranos, al Barítono, al Maestro Baiocchi, al “Rossini Chamber
Choir” de Pesaro y a la Orquesta Filarmónica Marquisana, así como a los organizadores
y a las Autoridades que han hecho posible el evento. En medio de las actividades cotidianas,
nos habéis ofrecido un momento de meditación y de oración, haciéndonos intuir las
armonías del Cielo. Un agradecimiento afectuoso y especial al autor de los pasajes
que hemos escuchado, el Maestro Cardenal Domenico Bartolucci. Gracias Eminencia, por
haberme donado este concierto y por haber compuesto, para la ocasión, el Benedictus
dedicado a mí como oración y agradecimiento al Señor por mi Ministerio.
El
Maestro Cardenal Bartolucci no tiene necesidad de presentaciones. Querría sólo señalar
tres aspectos de su vida, que lo caracterizan de modo evidente –además de su firme
espíritu florentino– es decir: la fe, el sacerdocio y la música.
Querido
Cardenal Bartolucci, la fe es la luz que ha orientado y guiado siempre su vida, que
ha abierto su corazón para responder con generosidad a la llamada el Señor; y de ella
ha surgido también su modo de componer. Ciertamente Usted ha tenido una sólida formación
musical recibida en la Catedral florentina, en el Conservatorio de Florencia, en el
Pontificio Instituto de Música Sacra, con grandes profesores, entre los cuales Vito
Frazzi, Raffaele Casimiri, e Ildebrando Pizzetti. Pero la música es para Usted un
lenguaje privilegiado para comunicar la fe de la Iglesia y para ayudar el camino de
fe de quien escucha sus obras; también a través de la música Usted ha ejercido su
ministerio sacerdotal. Su modo de componer se coloca en el surco de los grandes autores
de música sacra, en particular de la Capilla Sixtina de la que ha sido durante muchos
años su Director: la valoración del precioso tesoro que es el canto gregoriano y el
uso sapiente de la polifonía, fiel a la tradición, pero abierto también a nuevas sonoridades.
Querido Maestro, esta tarde, con su música, nos ha hecho dirigir el
alma a María con la oración más querida de la tradición cristiana, pero también nos
ha hecho evocar el inicio de nuestro camino de fe, la liturgia del Bautismo, el momento
en que nos hemos convertido en cristianos: una invitación a saciar la sed en la única
agua que apaga la sed, Dios vivo, y a empeñarnos cada día a rechazar el mal y a renovar
nuestra fe, reafirmando ¡“Credo”!
“Christus circumdedit me”, Cristo
me ha envuelto y me envuelve: este motete resume su vida, su ministerio y su música,
querido Señor Cardenal. Renuevo entonces mi agradecimiento a Usted, a los dos Sopranos,
al Barítono, al Director y a los conjuntos corales y orquestales y de buena gana imparto
mi Bendición Apostólica. Gracias.