2011-09-01 16:24:18

Benedicto XVI invita a los seminaristas a ser santos para no contradecir lo que son y a afrontar el sacerdocio sin complejos ni mediocridad


Sábado, 20 ago (RV).-Benedicto XVI pide a los seminaristas que no se dejen intimidar por los que pretenden excluir a Dios, o por quienes ambicionan el poder, el tener y el placer, pues suelen ser los que menosprecian a quienes evocan metas más altas y desenmascaran a falsos ídolos. Ante más de tres mil aspirantes al sacerdocio provenientes de todo el mundo, el Papa también advirtió que en esa imperiosa configuración a Cristo, que inspira la decisión de vivir el celibato, el desprendimiento de los bienes de la tierra, la austeridad de vida y la obediencia sincera y sin disimulo, deben ser santos para no crear una contradicción entre el signo de lo que son y la realidad que quieren significar.

00:00:38:83 Densas las palabras del Santo Padre en este encuentro que tuvo como marco la imponente Catedral de Santa María La Real de la Almudena, “que es hoy,-dijo- como un inmenso cenáculo donde el Señor celebra con deseo ardiente su Pascua” con quienes anhelan un día presidir en su nombre los misterios de la salvación.

Como seminaristas, estáis en camino hacia una meta santa: ser prolongadores de la misión que Cristo recibió del Padre. Llamados por Él, habéis seguido su voz y atraídos por su mirada amorosa avanzáis hacia el ministerio sagrado. Poned vuestros ojos en Él, que por su encarnación es el revelador supremo de Dios al mundo y por su resurrección es el cumplidor fiel de su promesa.

El Papa refiriéndose a las lecturas propuestas en la liturgia subrayó que la primera muestra a Cristo como el “nuevo y definitivo sacerdote”, el salmo resalta el servicio y la entrega a Dios resumida en ese: “Aquí estoy para hacer tu voluntad” y finalmente, el Evangelio que habla de la institución de la Eucaristía, expresión real de esa entrega incondicional de Jesús por todos, también por los que le traicionaban. Entrega de su cuerpo y sangre para la vida de los hombres y para el perdón de sus pecados”.

00:00:46:70 El cuerpo desgarrado y la sangre vertida de Cristo, es decir su libertad entregada, se han convertido por los signos eucarísticos en la nueva fuente de la libertad redimida de los hombres. En Él tenemos la promesa de una redención definitiva y la esperanza cierta de los bienes futuros. Por Cristo sabemos que no somos caminantes hacia el abismo, hacia el silencio de la nada o de la muerte, sino viajeros hacia una tierra de promisión, hacia Él que es nuestra meta y también nuestro principio.

Para estos años de preparación para “ser apóstoles con Cristo y Como Cristo”, Benedicto XVI les aconsejó ante todo el “silencio interior “, la “permanente oración”, el “constante estudio” y la inserción paulatina en las acciones y estructuras pastorales de la Iglesia, que es “creación de Cristo por su Santo Espíritu y a la vez resultado de quienes la conformamos con nuestra santidad y con nuestros pecados”.

00:00:43:44 Así lo ha querido Dios, que no tiene reparo en hacer de pobres y pecadores sus amigos e instrumentos para la redención del género humano. La santidad de la Iglesia es ante todo la santidad objetiva de la misma persona de Cristo, de su evangelio y de sus sacramentos, la santidad de aquella fuerza de lo alto que la anima e impulsa. Nosotros debemos ser santos para no crear una contradicción entre el signo que somos y la realidad que queremos significar.

El Santo Padre invitó a los aspirantes al sacerdocio en el mundo a meditar y a vivir con alegría, docilidad, lucidez y de radical fidelidad evangélica, estos años de preparación sin ignorar el medio y las personas del tiempo en el que viven, puesto que “cada época tiene sus problemas, pero Dios da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos y superarlos con amor y realismo”. “Un sacerdote -recalcó el Pontífice- ha de fructificar en toda clase de obras buenas” y configurarse con Cristo, identificarse con Él, que es en realidad “la tarea en la que el sacerdote ha de gastar toda su vida”.

00:00:54:05 Para imitar también en esto al Señor, vuestro corazón ha de ir madurando en el Seminario, estando totalmente a disposición del Maestro. Esta disponibilidad, que es don del Espíritu Santo, es la que inspira la decisión de vivir el celibato por el Reino de los cielos, el desprendimiento de los bienes de la tierra, la austeridad de vida y la obediencia sincera y sin disimulo.

El Papa también los alentó a imitar a Jesús en la caridad “sin rehuir a los alejados y pecadores”, a pedirle que los “enseñe a estar muy cerca de los enfermos y de los pobres, con sencillez y generosidad”, a afrontar este reto “sin complejos ni mediocridad” y a ser “mensajeros de la altísima dignidad de la persona humana y, por consiguiente, sus defensores incondicionales”.

00:00:54:05 Apoyados en su amor, no os dejéis intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo son los principales criterios por los que se rige la existencia. Puede que os menosprecien, como se suele hacer con quienes evocan metas más altas o desenmascaran los ídolos ante los que hoy muchos se postran. Será entonces cuando una vida hondamente enraizada en Cristo se muestre realmente como una novedad y atraiga con fuerza a quienes de veras buscan a Dios, la verdad y la justicia.

Y al concluir, exhortando a los jóvenes seminaristas a aprender del Señor, -“que se definió a sí mismo manso y humilde”-, a despojarse de todo deseo mundano, como hizo el santo patrono del clero secular español, san Juan de Ávila e invitándolos a mirar a la Virgen María, Madre de los sacerdotes, que sabrá forjar sus almas según modelo de Cristo, su Hijo, el Papa les dejó esta reflexión.

00:00:30:58 Abrid vuestra alma a la luz del Señor para ver si este camino, que requiere valentía y autenticidad, es el vuestro, avanzando hacia el sacerdocio solamente si estáis firmemente persuadidos de que Dios os llama a ser sus ministros y plenamente decididos a ejercerlo obedeciendo las disposiciones de la Iglesia.
ATD







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