Pésame del Papa por la muerte del Card. Ambrozic, Arzobispo emérito de Toronto, nacido
en Eslovenia
Ante la muerte del Card. Aloysius Ambrozic, Arzobispo emérito de Toronto, Benedicto
XVI envía sus condolencias y asegura sus oraciones de todo corazón. En un telegrama
dirigido al actual Arzobispo de esta archidiócesis canadiense, Mons. Thomas Collins,
el Papa extiende su pésame al clero, religiosos y fieles laicos, recordando gratamente
al purpurado fallecido, su entrega y servicio a la Iglesia en su país adoptivo.
Asegurando
su cercanía también a los familiares del Card. Aloysius Ambrozic, Benedicto XVI encomienda
su noble alma a la infinita misericordia de Dios, nuestro Padre que nos ama y bendice
a todos los participantes en el solemne funeral de este purpurado. E imparte su Bendición
Apostólica como prenda de paz y consuelo en el Señor.
El purpurado, que murió
el 26 de agosto en Toronto, después de una larga enfermedad, tenía 81 años. Era natural
de Eslovenia, donde nació y vivió hasta 1945, cuando con toda su familia debió huir
a Austria, y tras vivir en diversos campos de prófugos, en 1948 emigró a Canadá, estableciéndose
en Toronto. El Cardenal Ambrozic fue uno de los cuatro obispos que representaron a
Canadá durante el Sínodo de 1990 sobre la formación sacerdotal. En 1986, fue nombrado
Arzobispo coadjutor de Toronto, sucediendo al Cardenal Carter el 17 de marzo de ese
mismo año. Miembro de la Comisión Teológica, y durante cuatro años del grupo pastoral
de la Conferencia Episcopal Canadiense, también ocupó el cargo de presidente de la
Comisión para los emigrantes. El beato Juan Pablo II lo había creado cardenal en el
consistorio del 21 de febrero de 1998, con el título de los Santos Marcelino y Pedro.
En
su recuerdo, evocamos unas palabras que pronunció, durante la Jornada Mundial de la
Juventud en Toronto, en julio de 2002, cuando, en una Misa con los jóvenes el Card.
Ambrozic destacó que «Jesucristo es el centro de la humanidad y de la historia. Y
sólo en él encuentran sentido y cumplimiento nuestros ideales y nuestros anhelos.
Él es la luz, Él es el amor. Un amor que estamos llamados a testimoniar al mundo».