“Si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos”
El 23 de agosto, el Consejo Presbiteral de la Arquidiócesis de Managua, reunido en
sesión ordinaria, encabezada por el Arzobispo de Managua Mons. Leopoldo Brenes, publicaron
una nota tras el hallazgo del cuerpo del Padre Marlon Ernesto Pupiro García, desaparecido
en circunstancias aún no esclarecidas, el día sábado 20 de agosto en horas de la madrugada,
en donde se declaran consternados por la triste noticia, lamentando este hecho de
violencia que ha alcanzado a un miembro del presbiterio de manera trágica.
El
Consejo Presbiteral de la Arquidiócesis de Managua Expresa cercanía a la familia del
Padre Marlon y condolencias a la comunidad parroquial de la Inmaculada Concepción
de María del Municipio de la Concepción de Masaya, y espera que la Policía Nacional
pueda dilucidar las circunstancias de este hecho criminal y poner en manos de la justicia
a los responsables de tan abominable acto.
Texto completo de la nota
“Si
vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos. Ya vivamos ya
muramos, somos del Señor” (Rm 14, 8).
El Consejo Presbiteral de la
Arquidiócesis de Managua, reunido en sesión ordinaria, bajo la presidencia del Señor
Arzobispo de Managua su Excelencia Mons. Leopoldo Brenes, junto con su Obispo Auxiliar
su Excelencia Mons. Silvio Báez, hemos sido informados por la Policía Nacional del
hallazgo del cuerpo del Padre Marlon Ernesto Pupiro García, desaparecido en circunstancias
aún no esclarecidas, el día sábado 20 de agosto en horas de la madrugada.
Consternados
por la triste noticia, lamentamos este hecho de violencia que ha alcanzado a un miembro
de nuestro presbiterio de manera trágica. Expresamos nuestra cercanía a la familia
del Padre Marlon y nos condolemos con la comunidad parroquial de la Inmaculada Concepción
de María del Municipio de la Concepción de Masaya, y con toda la feligresía que tenía
en alta estima a nuestro querido sacerdote.
En espera que la Policía
Nacional pueda dilucidar las circunstancias de este hecho criminal y poner en manos
de la justicia a los responsables de tan abominable acto, encomendamos el alma de
nuestro hermano a Dios, y elevamos plegarias para que se supere el creciente índice
de violencia e inseguridad en nuestra querida Nicaragua. Fortalecidos en la fe en
Cristo resucitado, vivamos con esperanza estos momentos de dolor y tristeza para nuestra
Iglesia. Dado en la Curia Arzobispal de Managua a los veintitrés días del mes de agosto
del año dos mil once.