2011-08-21 14:22:05

Mensaje Papa a los participantes en el XXXII Mitin por la “Amistad entre los pueblos” de Rimini


El 21 de agosto se hizo público el Mensaje del Santo Padre –firmado por el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de Su Santidad– a los participantes en el XXXII Mitin por la “Amistad entre los pueblos” de Comunión y Liberación. El mensaje, dirigido a Mons. Francesco Lambiasi, Obispo de Rimini y fechado el pasado 10 de agosto, fue leído esta mañana al inicio de la Eucaristía inaugural del tradicional encuentro que se celebra cada año en la Feria de esa localidad italiana.

El Cardenal Bertone escribe que también este año tiene la alegría de transmitir el saludo cordial del Santo Padre a los organizadores y a todos los participantes en el Mitin por la Amistad entre los pueblos, que se celebra en estos días en Rimini. Y destaca que el tema elegido para la edición de este año es “Y la existencia se convierte en una inmensa certeza”. Lo que suscita varios y profundos interrogantes como por ejemplo: ¿Qué es la existencia? ¿Qué es la certeza? Y, sobre todo, “¿cuál es el fundamento de la certeza, sin la cual el hombre no puede vivir?”.

El purpurado escribe que sería “interesante entrar en la riquísima reflexión que la filosofía, desde sus albores, ha desarrollado en torno a la experiencia del existir”, llegando a “conclusiones importantes”, pero con frecuencia también “contradictorias y parciales”. También afirma que sin embargo, “podemos ser conducidos directamente a lo esencial partiendo de la etimología latina del término ‘existencia’: ‘ex sistere’”, en la que Heidegger, interpretándola como un “no permanecer”, ha puesto de manifiesto “el carácter dinámico de la vida del hombre”.

Y explica que “la partícula ‘ex’ nos hace pensar en una proveniencia y, al mismo tiempo, en una separación”. De donde se deduce que la existencia sería, por tanto, un “estar, siendo provenientes de” y, al mismo tiempo, un “ir más allá”, casi un “trascender”, que define de modo permanente el mismo “estar”. El Cardenal Secretario de Estado también recuerda que Luigi Giussani –cuyo fecundo carisma está en el origen de la manifestación de Rimini– ha insistido varias veces en esta dimensión fundamental del hombre.

Asimismo escribe que “el reconocimiento de su propio origen y la proximidad de este mismo origen en todos los momentos de la existencia son la condición que permite al hombre “una auténtica maduración de su personalidad, una mirada positiva hacia el futuro y una fecunda incidencia histórica”. Mientras a modo de ejemplo añade que así como “lo que hace fuerte al niño es la certidumbre del amor de sus padres”, es necesario “entrar en el amor de quien nos ha querido para poder experimentar el carácter positivo de la existencia”; dado que si falta la conciencia del origen y la certeza de la meta de bien al que el hombre está llamado, se vuelve “imposible explicar el dinamismo profundo de la existencia y comprender al hombre”.

Ya en la historia del pueblo de Israel, sobre todo en la experiencia del éxodo descrita en el Antiguo Testamento, surge que la fuerza de la esperanza deriva de la presencia paterna de Dios que guía a su pueblo, de la memoria viva de sus acciones y de la promesa luminosa acerca del futuro. Después de afirmar que el hombre no puede vivir sin una certeza sobre su propio destino, glosando un párrafo de la encíclica Spe Salvi de Benedicto XVI, el purpurado recuerda que “sólo cuando el futuro es cierto como realidad positiva, se hace llevadero también el presente” (n. 2). Mientras con la venida de Cristo la promesa que alimentaba la esperanza del pueblo de Israel llega a su cumplimiento y asume un rostro personal.

Porque “Cristo resucitado, presente en su Iglesia, en los Sacramentos y con su Espíritu, es el fundamento último y definitivo de la existencia, la certeza de nuestra esperanza (...). Sólo la presencia reconocida de Cristo, fuente de la vida y destino del hombre, es capaz de despertar en nosotros la nostalgia del Paraíso y proyectarnos así con confianza hacia el futuro, sin temores y sin falsas ilusiones”. De hecho –prosigue– “los dramas del siglo pasado han demostrado ampliamente que cuando decae la esperanza cristiana, cuando decae la certeza de la fe y el deseo de las ‘cosas últimas’, el hombre se pierde y se vuelve víctima del poder, inicia a pedir la vida a quien la vida no puede darla”; a la vez que una “fe sin esperanza” ha provocado el surgimiento de una “esperanza sin la fe, intramundana”.

Hacia el final de su mensaje, el cardenal Tarcisio Bertone destaca que hoy más que nunca los cristianos estamos llamados “a dar razón de nuestra esperanza”, a testimoniar en el mundo ese “más allá”, sin el cual todo permanece incomprensible. Manifiesta asimismo que Su Santidad Benedicto XVI asegura a todos, con afecto, su recuerdo en la oración, a la vez que desea que la reflexión de estos días refuerce la certidumbre de que “sólo Cristo ilumina plenamente nuestra existencia humana”, y envía de corazón a los responsables, organizadores y todos los participantes en este Mitin una bendición apostólica particular. (M.F.B).








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