Mensaje Papa a los participantes en el XXXII Mitin por la “Amistad entre los pueblos”
de Rimini
El 21 de agosto se hizo público el Mensaje del Santo Padre –firmado por el cardenal
Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de Su Santidad– a los participantes en el XXXII
Mitin por la “Amistad entre los pueblos” de Comunión y Liberación. El mensaje, dirigido
a Mons. Francesco Lambiasi, Obispo de Rimini y fechado el pasado 10 de agosto, fue
leído esta mañana al inicio de la Eucaristía inaugural del tradicional encuentro que
se celebra cada año en la Feria de esa localidad italiana.
El Cardenal Bertone
escribe que también este año tiene la alegría de transmitir el saludo cordial del
Santo Padre a los organizadores y a todos los participantes en el Mitin por la Amistad
entre los pueblos, que se celebra en estos días en Rimini. Y destaca que el tema elegido
para la edición de este año es “Y la existencia se convierte en una inmensa certeza”.
Lo que suscita varios y profundos interrogantes como por ejemplo: ¿Qué es la existencia?
¿Qué es la certeza? Y, sobre todo, “¿cuál es el fundamento de la certeza, sin la cual
el hombre no puede vivir?”.
El purpurado escribe que sería “interesante entrar
en la riquísima reflexión que la filosofía, desde sus albores, ha desarrollado en
torno a la experiencia del existir”, llegando a “conclusiones importantes”, pero con
frecuencia también “contradictorias y parciales”. También afirma que sin embargo,
“podemos ser conducidos directamente a lo esencial partiendo de la etimología latina
del término ‘existencia’: ‘ex sistere’”, en la que Heidegger, interpretándola como
un “no permanecer”, ha puesto de manifiesto “el carácter dinámico de la vida del hombre”.
Y explica que “la partícula ‘ex’ nos hace pensar en una proveniencia y, al
mismo tiempo, en una separación”. De donde se deduce que la existencia sería, por
tanto, un “estar, siendo provenientes de” y, al mismo tiempo, un “ir más allá”, casi
un “trascender”, que define de modo permanente el mismo “estar”. El Cardenal Secretario
de Estado también recuerda que Luigi Giussani –cuyo fecundo carisma está en el origen
de la manifestación de Rimini– ha insistido varias veces en esta dimensión fundamental
del hombre.
Asimismo escribe que “el reconocimiento de su propio origen y
la proximidad de este mismo origen en todos los momentos de la existencia son la condición
que permite al hombre “una auténtica maduración de su personalidad, una mirada positiva
hacia el futuro y una fecunda incidencia histórica”. Mientras a modo de ejemplo añade
que así como “lo que hace fuerte al niño es la certidumbre del amor de sus padres”,
es necesario “entrar en el amor de quien nos ha querido para poder experimentar el
carácter positivo de la existencia”; dado que si falta la conciencia del origen y
la certeza de la meta de bien al que el hombre está llamado, se vuelve “imposible
explicar el dinamismo profundo de la existencia y comprender al hombre”.
Ya
en la historia del pueblo de Israel, sobre todo en la experiencia del éxodo descrita
en el Antiguo Testamento, surge que la fuerza de la esperanza deriva de la presencia
paterna de Dios que guía a su pueblo, de la memoria viva de sus acciones y de la promesa
luminosa acerca del futuro. Después de afirmar que el hombre no puede vivir sin una
certeza sobre su propio destino, glosando un párrafo de la encíclica Spe Salvi de
Benedicto XVI, el purpurado recuerda que “sólo cuando el futuro es cierto como realidad
positiva, se hace llevadero también el presente” (n. 2). Mientras con la venida de
Cristo la promesa que alimentaba la esperanza del pueblo de Israel llega a su cumplimiento
y asume un rostro personal.
Porque “Cristo resucitado, presente en su Iglesia,
en los Sacramentos y con su Espíritu, es el fundamento último y definitivo de la existencia,
la certeza de nuestra esperanza (...). Sólo la presencia reconocida de Cristo, fuente
de la vida y destino del hombre, es capaz de despertar en nosotros la nostalgia del
Paraíso y proyectarnos así con confianza hacia el futuro, sin temores y sin falsas
ilusiones”. De hecho –prosigue– “los dramas del siglo pasado han demostrado ampliamente
que cuando decae la esperanza cristiana, cuando decae la certeza de la fe y el deseo
de las ‘cosas últimas’, el hombre se pierde y se vuelve víctima del poder, inicia
a pedir la vida a quien la vida no puede darla”; a la vez que una “fe sin esperanza”
ha provocado el surgimiento de una “esperanza sin la fe, intramundana”.
Hacia
el final de su mensaje, el cardenal Tarcisio Bertone destaca que hoy más que nunca
los cristianos estamos llamados “a dar razón de nuestra esperanza”, a testimoniar
en el mundo ese “más allá”, sin el cual todo permanece incomprensible. Manifiesta
asimismo que Su Santidad Benedicto XVI asegura a todos, con afecto, su recuerdo en
la oración, a la vez que desea que la reflexión de estos días refuerce la certidumbre
de que “sólo Cristo ilumina plenamente nuestra existencia humana”, y envía de corazón
a los responsables, organizadores y todos los participantes en este Mitin una bendición
apostólica particular. (M.F.B).