Obispos de Panamá denuncian defunciones injustificadas en hospitales y piden la verdad
La Comisión de Justicia y Paz de la Arquidiócesis de Panamá, hizo público, ayer, un
comunicado sobre la situación del servicio sanitario en el país, ante el alto número
de personas que han perdido la vida, víctimas de la crisis generada por las infecciones
nosocomiales de la unidad de Cuidados Intensivos del Complejo Hospitalario Metropolitano.
Los obispos afirman que nuevamente se verifica una lista injustificada de defunciones,
como ha ocurrido en otros casos y hospitales, que “en su mayoría pudieron prevenirse
y evitarse”.
Frente a estos hechos, la iglesia panameña reafirma, ante la
opinión pública que la salud es la vida y, por consiguiente, es un derecho que debe
ser garantizado por el Estado. Asimismo, constata el deterioro, la ineficiencia y
la inequidad en las prestaciones de los servicios de salud en todos los niveles, como
consecuencia de la falta de una política de salud pública integral, ética y humana.
Por último, el episcopado panameño insta a las autoridades a atender esta crisis
en el sistema de salud y piden informar a las familias cuyos pacientes hayan fallecido,
sobre la verdad de las causas de sus decesos, así como una explicación clara, comprensible
y creíble a la ciudadanía sobre la situación, de modo que se eviten alarmas innecesarias.
A.T.D
Texto
completo
COMUNICADO Las víctimas deben ser tratadas con
justicia, respeto y dignidad La Comisión de Justicia y Paz
de la Arquidiócesis de Panamá, al igual que la población en general, se encuentra
consternada por el número de personas que han perdido su vida, víctimas de la crisis
generada por las infecciones nosocomiales de la unidad de Cuidados Intensivos del
Complejo Hospitalario Metropolitano. Una vez más, nos encontramos ante una lista injustificada
de defunciones, como ha ocurrido con los pacientes con insuficiencia renal; los sobre-radiados
en el Hospital Oncológico Nacional y las intoxicaciones por el jarabe contaminado
con dietilenglicol. Situaciones que en su mayoría pudieron prevenirse y evitarse.
Frente
a estos hechos que causan profundo dolor a nuestras familias, consideramos de vital
importancia manifestarnos sobre el particular y compartir con la opinión pública
algunas consideraciones:
Reafirmamos que la salud es la vida y,
por consiguiente, es un derecho fundamental que los Estados deben garantizar y al
cual toda persona debe tener acceso sin privilegios ni exclusiones, tal como se consagra
en nuestra Constitución. Constatamos lo expresado por las comunidades, sobre
el deterioro, la ineficiencia y la inequidad en las prestaciones de los servicios
de salud en todos los niveles, como consecuencia de la falta de una Política Pública
de Estado en materia de salud, con un enfoque integral, ético y humano que garantice
el acceso y la calidad del servicio a toda la población. Instamos a las
autoridades gubernamentales a atender esta crisis en el sistema de salud como una
prioridad de Estado, dándole la importancia debida a la población afectada y tomando,
como ya se han anunciado, medidas inmediatas para evitar nuevos contagios e investigar
de forma eficaz, rápida e imparcial sobre los casos de pacientes en estado crítico
o que hayan fallecido a causa de la bacteria. Demandamos informar a las
familias cuyos pacientes hayan fallecido, sobre la verdad de las causas de sus decesos
y ofrecerles un acceso equitativo, expedito y efectivo a la justicia así como medidas
de reparación por los daños sufridos. Es importante dar una explicación
clara, comprensible y creíble a la ciudadanía sobre la situación, sin que se creen
alarmas innecesarias entre la población.
“La Iglesia en su
misión profética está llamada a anunciar el Reino a todos los que sufren, velando
para que sus derechos sean reconocidos y respetados, así como también a denunciar
el pecado y sus raíces históricas, sociales, políticas y económicas que producen
males como la enfermedad y la muerte.” (CELAM). Discípulos y Misioneros en el Mundo
de la salud, 2010.