La Iglesia católica en Inglaterra y Gales celebra la anual “Jornada por la vida”
Mañana domingo, 31 de julio, la Iglesia católica en Inglaterra y Gales celebrará la
anual “Jornada por la vida”, para reflexionar sobre la felicidad auténtica, bajo el
lema paulino “Con la alegría de la esperanza; sed constantes en la tribulación y perseverantes
en la oración” (Rm 12, 12). La elección del tema obedece a un pasaje del discurso
de Benedicto XVI a los jóvenes de las escuelas católicas pronunciado en Twickenham,
el 17 de septiembre del año pasado, durante su viaje apostólico al Reino Unido.
En
aquella circunstancia, recordamos, el Papa también dijo: “La felicidad es algo que
todos deseamos, pero una de las grandes tragedias de este mundo es que tantas personas
no logran encontrarla jamás, porque la buscan en lugares equivocados. La solución
es muy sencilla: la verdadera felicidad hay que buscarla en Dios. Tenemos necesidad
del valor de poner nuestras esperanzas más profundas sólo en Dios: no en el dinero,
en una carrera, en el éxito mundano, o en nuestras relaciones con los demás, sino
en Dios. Sólo Él puede satisfacer la necesidad más profunda de nuestro corazón”.
En
los textos que se han elaborado con vistas a esta Jornada, se invita a los fieles
a gastar sus vidas por una sociedad en la que todos sean valorados como seres creados
y amados por Dios y redimidos por Cristo, y no por su fama, poder o bienes, sino
por su valor intrínseco. Se trata de una llamada a redescubrir la verdad innata en
la conciencia de ser amados por Dios desde el inicio de nuestra existencia.
Entre
los temas de reflexión también se propondrá un pensamiento del Beato John Henry Newman
sobre la misión especial que el Creador ha encomendado a cada hombre, que debe responder
actuando el bien y confiando en el Señor en toda circunstancia: enfermedad, duda,
dolor y abandono. Mientras los organizadores de esta Jornada subrayan que “en el discernimiento
en torno a la verdadera felicidad, la ayuda primario la da el Sacramento de la Penitencia,
que nos reconcilia con Dios -fuente de toda alegría- con nuestro prójimo y con nosotros
mismos”.