La grandeza de ánimo del joven Salomón que pide a Dios un corazón dócil en vez de
riqueza
Domingo, 24 jul (RV).- (AUDIO) En la petición a Dios
de tener “un corazón dócil” y no vida larga, riqueza o la eliminación de los enemigos,
“se ve la grandeza de ánimo de Salomón”, expresó el Sucesor de Pedro y Obispo de Roma
Benedicto XVI, en su reflexión previa a la oración del Ángelus, este domingo en Castel
Gandolfo.
Salomón pidió a Dios que le concediera “un Corazón dócil”, recordó
el Papa, refiriéndose a la lectura del Antiguo Testamento que se lee en la liturgia
de hoy: “Sabemos que el corazón, en la Biblia no indica solo una parte del cuerpo
sino el centro de la persona –dijo-, la sede de sus intenciones y sus juicios. Podríamos
decir: la conciencia. “Corazón dócil" significa entonces una conciencia que sabe escuchar.
Que es sensible a la voz de la verdad y por esto es capaz de discernir el bien y el
mal.” Cada uno de nosotros tiene una conciencia -reflexionó Benedicto, para ejercitar
la gran dignidad humana de actuar según la recta conciencia. “Una mentalidad equivocada
nos sugiere pedir a Dios cosas o favores; en realidad, la verdadera cualidad de nuestra
vida y de la vida social depende de la recta conciencia de cada uno, de la capacidad
de cada quien y de todos de reconocer el bien, separándolo del mal, y de tratar pacientemente
de actuarlo”. jesuita Guillermo Ortiz
Supeditar todo al tesoro
que Dios ha puesto en nosotros
Palabras del Papa a los peregrinos de
lengua española: (AUDIO)
“Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana. La parábola
del tesoro escondido que escuchamos en el Evangelio de hoy, nos recuerda la importancia
decisiva y suprema del Señor en nuestra vida, invitándonos a supeditar todo lo demás
a este inefable tesoro que Dios ha puesto en nosotros. Que también en esta época veraniega
nos cuidemos de fortalecer nuestra fe, sin disipar la atención en aspectos caducos.
Que la Virgen María nos ayude a seguir incondicionalmente a su divino Hijo. Felíz
domingo.”
Texto completo (AUDIO)
¡Queridos
hermanos y hermanas!
Hoy, en la Liturgia, la lectura del Antiguo Testamento
nos presenta la figura del rey Salomón, hijo y sucesor de David. Nos lo presenta al
comienzo de su reino, cuando era todavía muy joven. Salomón heredó una tarea muy ardua,
y la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros era grande para un joven soberano.
En primer lugar, él ofreció a Dios un solemne sacrificio, “mil holocaustos”, dice
la Biblia. Entonces el Señor se le apareció en una visión nocturna y prometió concederle
aquello que habría pedido en la oración. Y aquí se ve la grandeza de animo de Salomón:
él no pide una larga vida, ni riquezas, ni la eliminación de los enemigos; en cambio
le dice al Señor: “Concede, a tu siervo, un corazón docil para juzgar a tu pueblo,
para discernir entre el bien y el mal” (I Rey 3,9). Y el Señor lo escuchó, así Salomón
se hizo famoso en todo el mundo por su sabiduría y la rectitud de sus juicios.
Por
lo tanto, él pidió a Dios que le concediera una “corazón dócil”.
¿Qué significa
esta expresión? Sabemos que el “corazón” en la Biblia no indica sólo una parte del
cuerpo, sino el centro de la persona, la sede de sus intenciones y de sus juicios.
Podríamos decir: la conciencia. Entonces, “corazón dócil” significa una conciencia
que sabe escuchar, que es sensible a la voz de la verdad, y por ello, capaz de discernir
entre el bien y el mal”. En el caso de Salomón, la petición es motivada por la responsabilidad
de guiar a una nación, Israel, el pueblo que Dios ha elegido para manifestar al mundo
su designio de salvación. El rey de Israel, por lo tanto, debe tratar de estar siempre
en sintonía con Dios, a la escucha de su Palabra, para guiar al pueblo por los caminos
del Señor, el camino de la justicia y de la paz. Pero el ejemplo de Salomón es válido
para cada hombre.
Cada uno de
nosotros tiene una conciencia para ser, en cierto sentido, “rey”, es decir, para ejercer
la gran dignidad humana de actuar según la recta conciencia, obrando el bien y evitando
el mal. La conciencia moral presupone la capacidad de escuchar la voz de la verdad,
de ser dóciles a sus indicaciones. Las personas llamadas a tareas de gobierno naturalmente
tienen una responsabilidad ulterior, y por lo tanto –como enseña Salomón- necesitan
aún más de la ayuda de Dios. Pero a cada quien le toca hacer su propia parte, en la
situación concreta en la que se encuentre. Una mentalidad equivocada nos sugiere pedir
a Dios cosas o favores.
En realidad,
la verdadera cualidad de nuestra vida y de la vida social depende de la recta conciencia
de cada uno, de la capacidad de cada quien y de todos de reconocer el bien, separándolo
del mal, y de tratar pacientemente de actuarlo. Para ello, pidamos la ayuda de la
Virgen María, Sede de la Sabiduría. Su corazón es perfectamente “dócil” a la voluntad
del Señor. A pesar de ser una persona humilde y simple, María es una reina a los ojos
de Dios, y como tal nosotros la veneramos. Que la Virgen Santa nos ayude también,
con la gracia de Dios, a formarnos una conciencia siempre abierta a la verdad y sensible
a la justicia, para servir al Reino de Dios.
Traducción: Alina Tufani
Diaz
Abandonar para siempre el camino del odio y a huir de la lógica
del mal
Tras alentar a invocar el auxilio de la Virgen Santa, para que,
con la gracia de Dios, nos ayude a formarnos una conciencia siempre abierta a la verdad
y sensible a la justicia, al servicio del Reino de Dios, Benedicto XVI reiteró su
profundo pesar por el terrorismo que enlutó Noruega, conmocionando a las personas
de buena voluntad del mundo entero: «Una vez más, lamentablemente, llegan noticias
de muerte y de violencia. Todos sentimos un profundo dolor por los graves actos terroristas
perpetrados, el viernes pasado, en Noruega. Recemos por las víctimas mortales, por
los heridos y por sus seres queridos. A todos quiero repetir nuevamente mi apremiante
llamado a abandonar para siempre el camino del odio y a huir de la lógica del mal».