La fuerza vital de lo que Dios siembra en nosotros
Domingo, 17 jul (RV).- “Jesús nos quiere hacer comprender que dentro nuestro está
sembrado algo pequeño y escondido, que posee una fuerza vital indestructible”, ha
dicho hoy el Sucesor de Pedro y obispo de Roma, Benedicto XVI, en su reflexión previa
al rezo del Ángelus en Castel Gandolfo. Se trata del Evangelio de la liturgia del
domingo, donde Jesús relata la parábola del campo de trigo donde “el enemigo” siembra
cizaña mientras duermen. “Esto significa que debemos estar atentos a custodiar la
gracia recibida en el día del Bautismo, alimentando la fe en el Señor que impide al
mal echar raíces en nosotros”. “Dentro de nosotros está sembrado algo pequeño y escondido
que posee una fuerza vital indestructible”
Es Bueno porque espera la
conversión del pecador Palabras del Papa a los peregrinos de lengua española
(Audio)
Saludo
con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana,
así como a los que se unen a ella por medio de la radio y la televisión. La liturgia
de hoy nos presenta a Dios, bondadoso y rico en clemencia, que gobierna el mundo con
sabiduría y cuya paciencia no tiene medida, otorgando al pecador el tiempo necesario
para la conversión. En estos días, que para muchos son de descanso, invito a todos
a abrir el corazón a la divina Palabra, para aprender cómo se comporta Aquel que todo
lo puede y reflejar en nuestras vidas la grandeza de su amor y misericordia. Que a
ello nos ayude la Santísima Virgen María. Feliz domingo.
Texto completo
de la reflexión (Audio)
Las parábolas
evangélicas son breves narraciones que Jesús utiliza para anunciar los misterios del
Reino de los cielos. Utilizando imágenes y situaciones de vida cotidiana, el Señor
“quiere indicarnos el verdadero fundamento de todas las cosas. Él nos muestra …. al
Dios que actúa, que entra en nuestra vida y que quiere tomar en sus manos" (Jesús
de Nazaret. I, Milán, 2007, 229). Con este género de discursos, el divino Maestro
invita a reconocer sobretodo el primado de Dios Padre: donde Él no está, nada puede
ser bueno. Es una prioridad decisiva para todo. El Reino de los cielos significa,
justamente, Señorío de Dios, y significa que su voluntad debe ser asumida como el
criterio-guía de nuestra existencia.
El tema contenido en el Evangelio
de este domingo es justamente el del Reino de los cielos. El “cielo” no se entiende
solamente en el sentido de la altura que nos sobrepasa, ya que tal espacio infinito
posee la forma de la interioridad del hombre. Jesús compara el Reino de los cielos
con un campo de trigo, para hacernos comprender que dentro de nosotros se ha sembrado
algo pequeño y escondido, que sin embargo posee una indestructible fuerza vital. A
pesar de los obstáculos, la semilla se desarrollará y el fruto madurará. Este fruto
será bueno sólo si el terreno de la vida será cultivado según la voluntad divina.
Por eso, en la
parábola de la cizaña (Mt 13,24-30) Jesús advierte que, después que el patrón siembra,
“mientras todos dormían” interviene “su enemigo”, que siembra la cizaña. Esto significa
que tenemos que estar preparados para custodiar la gracia recibida desde el día del
bautismo, continuando a alimentar la fe en el Señor, que impide que el mal ponga sus
raíces. San Agustín, comentando esta parábola, observa que “antes muchos son cizaña
y luego se convierten en grano bueno” y agrega: “si éstos, cuando son malos, no fueran
tolerados con paciencia, no lograrían el laudable cambio" (Quaest. septend. in Ev.
sec. Matth., 12, 4: PL 35, 1371).
Queridos amigos, el libro de la sabiduría
–del cual hoy se desprende la primera lectura- evidencia esta dimensión del Ser divino:
“porque, fuera de Ti, no hay otro Dios que cuide de todos… porque tu fuerza es el
principio de tu justicia y tu dominio sobre todas las cosas te hace indulgente con
todos (Sap 12, 13.16); y el salmo 85 lo confirma:
“Tú Señor eres
bueno e indulgente, rico en misericordia con aquellos que te invocan” (v. 5.). Por
lo tanto si somos hijos de un Padre tan grande y bueno, busquemos de parecernos a
Él! Éste era el objetivo que Jesús se ponía con su predicación; en efecto, decía a
quien lo escuchaba: “Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en los cielos”
(Mt, 5,48). Dirijámosnos con fe a María, que ayer la invocamos con la advocación de
la Virgen Santísima del Monte Carmelo, para que nos ayude a seguir fielmente a Jesús
a vivir como verdaderos hijos de Dios.
Traducción del italiano Patricia
Ynestroza y Claudia Alberto
Palabras del Papa a los peregrinos de lengua
francesa y polaca
Benedicto XVI, al saludar a lo peregrinos de lengua francesa
y recordar que el tiempo de vacaciones es un tiempo propicio para el enriquecimiento
cultural y espiritual, les ha manifestado que por medio de los innumerables lugares
y monumentos que visiten, puedan descubrir la belleza de este patrimonio universal
que nos une a nuestra raíces. Estad atentos y cuestionaros por el bello ideal que
animó a los constructores de las catedrales y abadías, que cuando las construyeron
eran signos tan visibles de la presencia de Dios en nuestra tierra. Que este ideal
se convierta en vuestro y que el Espíritu Santo, que ve en lo profundo del corazón,
os inspire en las oraciones, a dar gracias y que, de esta forma, intercedáis por
la humanidad del tercer milenio.
Y saludando a los fieles de lengua polaca
presentes en Castel Gandolfo, Benedicto XVI ha recordado que ayer celebramos la memoria
de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. El escapulario es un signo particular
de unión con Jesús y María. Para aquellos que lo llevan, -ha subrayado el Papa- es
un signo de filial abandono a la protección de la Virgen Inmaculada. Que en nuestra
batalla contra el mal, María, nuestra Madre nos envuelva en su manto. Os confío a
Su protección y os bendigo de corazón.
Traducción del polaco y del francés
Rafael Álvarez Taberner