Llamamiento del Papa ante las catástrofes que afligen Somalia
Domingo, 17 jul (RV).- Benedicto XVI sigue con profunda preocupación las noticias
procedentes de la región del Cuerno de África y en particular de Somalia, golpeada
por una gravísima sequía y después, en algunas zonas, perjudicada por las fuertes
lluvias que están causando una catástrofe humanitaria. Innumerables son las personas
que están huyendo por la tremenda carestía en busca de alimentos y ayuda.
El
Papa pide que crezca la movilización internacional para que se envíe cuanto antes
socorro a estos, nuestros hermanos y hermanas tan duramente probados y entre ellos,
tantos niños. Que no falte a estas poblaciones sufrientes nuestra solidaridad y la
ayuda concreta de todas las personas de buena voluntad.
Ante este apremiante
llamado, escuchamos ayer al Director General de Nuestra Emisora el Padre Federico
Lombardi: “No nos olvidemos de Somalía”
R.A.T
La sequía que ha
afectado a la región del Cuerno de África ha creado una situación dramática de emergencia
humanitaria de la que la población somalí es la víctima principal. Hambre y sed impulsan
a innumerables personas a la desesperada búsqueda de ayuda, escapando incluso hacia
los países limítrofes, en cuyos campos de prófugos afluyen casi dos mil personas por
día. Se habla de extenuantes marchas a pie, bajo la amenaza y los ataques de los predadores,
y hasta de niños atacados por manadas de hienas.
En julio de 1989 Mons.
Salvatore Colombo, obispo de Mogadiscio, había sido asesinado delante de la puerta
de la catedral. Desde entonces, el administrador apostólico de la diócesis reside
fuera del país. En el año 2003 Annalena Tonelli, voluntaria laica enfermera, era asesinada
a fusilazos en Somalilandia; y después sor Leonella Sgorbati, muerta –como recordaba
el Papa el 7 de enero de 2007– "invocando el perdón por sus asesinos". Son sólo tres
nombres, para decir que la Iglesia católica está presente y sufre con el pueblo somalí,
pero las víctimas inocentes son ya incalculables, también entre las demás confesiones
cristianas por el odio integrista, y entre la población inerme por la lucha armada
entre las facciones políticas y étnicas. Desde hace veinte años el país está sin guía;
ante sus costas se encarniza la piratería y muchos agentes humanitarios han tenido
que abandonar su compromiso por la violencia y las amenazas de las que son objeto. Si bien el Papa recuerda a Somalia cada año en su discurso a los diplomáticos,
es difusa la sensación de que la opinión pública mundial, y la comunidad internacional,
se han resignado y han abandonado a su destino a este desgraciado país.
¿También
nosotros tratamos de olvidarlo, o las imágenes horribles y los llamamientos angustiosos
de estos días lograrán despertar nuestro sentido de responsabilidad y de solidaridad?