2011-07-10 12:57:46

Roma, sede del XXIII Congreso Mundial del Apostolado del Mar, del 19 al 23 de noviembre de 2012


Domingo, 10 jul (RV).- Noventa años después de las primeras constituciones y el reglamento del Apostolado del Mar, el presidente del Consejo Pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes ha anunciado “la convocatoria, en Roma, del XXIII Congreso Mundial del Apostolado del Mar, que tendrá lugar del 19 al 23 de noviembre del próximo año 2012, para reflexionar y compartir los desafíos que nacen de los continuos cambios en el mundo marítimo”.

El anuncio de Mons. Antonio María Veglió se inscribe en su mensaje para el Domingo del Mar, que se celebra hoy, y en el que se realiza un llamamiento a todos los gobiernos del mundo para que adopten cuanto antes el Convenio de la Organización Internacional del Trabajo sobre el trabajo marítimo de 2006 y favorezcan su entrada en vigor. El mensaje firmado por Mons. Veglió señala que “el Apostolado del Mar es consciente de las numerosas situaciones inhumanas que aún persisten en el mundo marítimo y se pone al lado de la gente del mar para insistir en que sus derechos humanos y laborales deben ser respetados”.

Recordando la reciente declaración del dicasterio sobre la piratería, en el mensaje se subraya “la importancia de que la industria marítima trabaje estrechamente con gobiernos, organizaciones internacionales y agencias de bienestar para poner en marcha medidas preventivas que garanticen la seguridad de los marinos”.

En su mensaje para el Domingo del Mar de este año el dicasterio dirige un mensaje de esperanza al casi millón y medio de marinos de más de 100 nacionalidades que cotidianamente responden a las exigencias de la economía global transportando el 90% del comercio mundial. Asimismo Mons. Antonio Maria Veglió manifiesta que la Iglesia valora el trabajo de los marinos, “conoce sus inquietudes y preocupaciones, apoya sus derechos, y consuela sus soledades y sus anhelos”.

Por último se denuncia la criminalización de las tripulaciones a causa de los accidentes marítimos en los últimos años, el abandono en puertos extranjeros sin comida ni dinero, las nuevas restricciones para bajar a tierra, la falta de seguridad y protección, y los largos embarques que “han añadido más estrés y ansiedad no sólo a la vida de estos trabajadores, sino también a la de sus familias”.








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