Viernes, 8 jul (RV).- “De Jartum a Yuba”, es el título del editorial del padre Federico
Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede para el informativo semanal
“Octava Dies” del Centro Televisivo Vaticano
«’Que los sudaneses,
libres en sus opciones, puedan encontrar la fórmula constitucional que les permita
superar las contradicciones y las luchas en el respeto de la especificidad de cada
comunidad.’ ‘Es difícil no pensar en todas las oraciones y los sufrimientos de aquellos
que sufren por la guerra que perdura en esta tierra, en especial en el Sur. De donde
provienen tantos de vosotros y que, debido a la guerra, viven como desplazados y sin
techo. El inmenso sufrimiento de millones de víctimas inocentes me impone expresar
mi solidaridad hacia los débiles e indefensos, que se dirigen a Dios pidiendo ayuda,
justicia, respeto por la dignidad que Dios les ha dado como seres humanos, derechos
fundamentales del hombre y libertad de creer y de practicar su propia fe sin temor
ni discriminación. Yo espero con todo mi corazón que mi voz llegue hasta vosotros,
hermanos y hermanas del Sur’. ‘Los vientos de cambios que están soplando en África
exigen nuevas estructuras de organización económica y política, estructuras que respeten
verdaderamente la dignidad humana y los derechos humanos’.
Era el 10
de febrero de 1993 y Juan Pablo II pasó una jornada, intensísima y extraordinaria
en Jartum, afrontando con su acostumbrada y extraordinaria valentía, ante los gobernantes,
los temas dramáticos de la justicia y de la libertad. Al tiempo que era acogido con
increíble entusiasmo por una multitud inmensa de sudaneses católicos, en su mayoría
desplazados del Sur, que huían de las violencias de una guerra civil sin tregua.
Han
transcurrido 18 años, se calcula que dos millones de personas han muerto y que cuatro
millones son los desplazados. Pero ahora se espera que la guerra haya acabado verdaderamente
y que la nueva República de Sudán del Sur, querida por la abrumadora mayoría de sus
habitantes, pueda comenzar una historia nueva y en paz. Los representantes del Papa
y el Secretario de Naciones Unidas, obispos de muchos países y jefes de estado se
han reunido en Yuba para la proclamación de la independencia.
Será uno
de los países más pobres del mundo, deberá afrontar problemas muy difíciles para su
unidad interna, pero sus habitantes anhelan – y todos nosotros con ellos – poder construir
un futuro de libertad y de paz. La misteriosa y extraordinaria vitalidad del pueblo
sudanés – que había estallado esa tarde en Jartum alrededor de Juan Pablo II – no
se ha apagado, sino que necesita una solidaridad internacional y eclesial concreta
y firme para poder florecer. No dejemos que le falte».