2011-07-01 14:38:49

El Papa recuerda a la FAO que la pobreza, el subdesarrollo y el hambre son el resultado de actitudes egoístas que se traducen en la negación del derecho primario a la alimentación


Viernes, 1 jul (RV).- Benedicto XVI manifestó su satisfacción por acoger a los participantes en la 37ª Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, que se coloca en una larga tradición que comenzó hace sesenta años con el establecimiento de la FAO en Roma. Y a través de su Presidente, manifestó su agradecimiento a las numerosas Delegaciones gubernamentales que han querido estar presentes en este encuentro testimoniando la efectiva universalidad de la FAO, a la vez que renovó el apoyo de la Santa Sede por la meritoria e insustituible actividad de la Organización, confirmando el empeño de la Iglesia Católica a colaborar en sus esfuerzos para responder a las reales necesidades de tantos hermanos y hermanas nuestros.

Tras saludar al Director General, Sr. Jacques Diouf, quien con competencia y abnegación ha hecho a la FAO capaz de afrontar los problemas y las crisis determinadas por las variables realidades globales que han interesado, también de modo dramático, su específico campo de acción; el Papa felicitó al Director General elegido, Sr. José Graziano da Silva, a quien le formuló votos por el éxito de su obra futura, con el auspicio de que la FAO pueda responder cada vez más y mejor a las expectativas de sus Estados miembros y ofrecer soluciones concretas a cuantos sufren a causa del hambre y de la malnutrición. Y afirmó textualmente:

RealAudioMP3 El momento de crisis que afecta ahora todos los aspectos de la realidad económica y social pide, en efecto, todo esfuerzo para contribuir a eliminar la pobreza, primer paso para liberar del hambre a millones de hombres, mujeres y niños que carecen del pan cotidiano. Pero una reflexión completa impone buscar las causas de tal situación, no limitándose a los niveles de producción, a la creciente demanda de alimentos o a la volatilidad de los precios: factores que, si bien son importantes, hacen que se corra el riesgo de hacer leer el drama del hambre en clave exclusivamente técnica.

El Santo Padre no dudó en afirmar que “la pobreza, el subdesarrollo y, por tanto, el hambre son con frecuencia el resultado de actitudes egoístas que partiendo del corazón del hombre se manifiestan en su actuación social, en los intercambios económicos, en las condiciones de mercado, en el frustrado acceso al alimento, y se traducen en la negación del derecho primario de cada persona a alimentarse y, por tanto, a estar libre del hambre”. Y agregó:

RealAudioMP3 ¿Cómo podemos callar el hecho de que también el alimento se ha convertido en objeto de especulaciones o está ligado al curso de un mercado financiero que, privado de reglas ciertas y pobre de principios morales, aparece anclado al único objetivo del beneficio? La alimentación es una condición que toca el fundamental derecho a la vida. Garantizarla significa también obrar directamente y sin demora sobre aquellos factores que en el sector agrícola pesan de modo negativo sobre la capacidad de producción, sobre los mecanismos de la distribución y sobre el mercado internacional. Y esto, aun en presencia de una producción alimentaria global que, según la FAO y autorizados expertos, es capaz de dar de comer a la población mundial.

Su Santidad también aludió al marco internacional y a las recurrentes preocupaciones determinadas por la inestabilidad y el aumento de los precios que piden respuestas concretas y unitarias para obtener resultados que singularmente los Estados no pueden garantizar.

RealAudioMP3 Esto significa hacer de la solidaridad un criterio esencial para cada acción política y estrategia, de modo que la actividad internacional y sus reglas sean otros tantos instrumentos de efectivo servicio para la entera familia humana y, en particular para los últimos. Es urgente un modelo de desarrollo que considere no sólo la amplitud económica de las necesidades o la fiabilidad técnica de las estrategias que hay que seguir, sino también la dimensión humana de cada iniciativa y que sea capaz de realizar una auténtica fraternidad (Cf. Caritas in Veritate, 20), haciendo hincapié en el llamamiento ético de “dar de comer a los hambrientos” que pertenece al sentimiento de compasión y de humanidad inscrito en el corazón de toda persona, y que la Iglesia ha puesto entre las obras de misericordia.

Desde este punto de vista, el Pontífice afirmó que las instituciones de la Comunidad internacional están llamadas a actuar coherentemente con su mandato para sostener los valores propios de la dignidad humana eliminando actitudes de cerrazón y sin dejar espacio a instancias particulares hechas pasar como intereses generales. Mientras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura dijo:

RealAudioMP3 También la FAO está llamada a relanzar su propia estructura liberándola de obstáculos que la alejan del objetivo indicado por su Constitución de garantizar el crecimiento nutricional, la disponibilidad de la producción alimentaria, el desarrollo de las áreas rurales, de modo que asegure a la humanidad la libertad del hambre (Cf. FAO, Constitution, Preamble).

Porque como destacó el Papa, en este empeño se hace esencial una plena sintonía de la Organización con los Gobiernos en orientar y sostener las iniciativas, especialmente en la coyuntura actual, que ve la reducción de la disponibilidad de los recursos económico-financieros, mientras el número de hambrientos en el mundo no diminuye según los objetivos esperados.

RealAudioMP3 Mi pensamiento se dirige ahora a la situación de millones de niños, que son las primeras víctimas de esta tragedia, condenados a una muerte precoz, a un retraso en su desarrollo físico y psíquico, o constreñidos a formas de explotación con tal de recibir un mínimo de nutrición. La atención hacia las jóvenes generaciones puede ser un modo para contrastar el abandono de las áreas rurales y del trabajo agrícola, de modo que se permita a enteras comunidades, cuya supervivencia está amenazada por el hambre, mirar con mayor confianza a su futuro.

Benedicto XVI afirmó que “a pesar de los empeños asumidos y a las consiguientes obligaciones, la asistencia y las ayudas concretas se limitan con frecuencia a las emergencias, olvidando que una coherente concepción del desarrollo debe ser capaz de diseñar un futuro para cada persona, familia y comunidad, favoreciendo objetivos de largo alcance”.

RealAudioMP3 Somos conscientes de que el objetivo de la seguridad alimentaria es una exigencia auténticamente humana. Garantizarla a las presentes generaciones y a las que vendrán significa también tutelar de una frenética explotación los recursos naturales, puesto que la carrera al consumo y al derroche parece ignorar toda atención hacia el patrimonio genético y las diversidades biológicas, tan importantes para las actividades agrícolas. Pero a la idea de una exclusiva apropiación de tales recursos, se opone la llamada de Dios a los hombres y mujeres para que en el “cultivar y custodiar” la tierra (Cf. Gn 2,8-17) promuevan un uso participado de los bienes de la Creación, objetivo que la actividad multilateral y las reglas internacionales ciertamente pueden contribuir a realizar.

Al concluir su alocución a los participantes en la 37ª Conferencia de la FAO el Santo Padre les dijo que en este momento -en el que a los tantos problemas que afectan a la actividad agrícola se flanquean nuevas oportunidades para contribuir a aliviar el drama del hambre- ellos pueden “trabajar para que a través de la garantía de una alimentación que responda a las necesidades, toda persona pueda crecer según su verdadera dimensión de criatura hecha a semejanza de Dios”. Y se despidió invocando sobre ellos y su trabajo la abundancia de las bendiciones divinas.


Texto completo de la alocución del Papa:

Señor Presidente, Señores Ministros, Señor Director General, Ilustres Señores, y Gentiles Señoras:

1. Me siendo particularmente feliz por acogeros a todos vosotros, que participáis en la XXXVII Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, prosiguiendo una larga y agradable tradición que comenzó hace sesenta años con el establecimiento de la FAO en Roma.

A través de Usted, Señor Presidente, deseo agradecer a las numerosas Delegaciones gubernamentales que han querido estar presentes en este encuentro testimoniando la efectiva universalidad de la FAO. Además, deseo renovar el apoyo de la Santa Sede por la meritoria e insustituible actividad de la Organización, confirmando el empeño de la Iglesia Católica a colaborar en vuestros esfuerzos para responder a las reales necesidades de tantos hermanos y hermanas nuestros en la humanidad.

Aprovecho esta ocasión para saludar al Director General, Sr. Jacques Diouf, quien con competencia y abnegación ha hecho a la FAO capaz de afrontar los problemas y las crisis determinadas por las variables realidades globales que han interesado, también de modo dramático, su específico campo de acción.

Al Director General elegido, Sr. José Graziano da Silva, le manifiesto mis más sinceras felicitaciones por el éxito de su obra futura, con el auspicio de que la FAO pueda responder cada vez más y mejor a las expectativas de sus Estados miembros y ofrecer soluciones concretas a cuantos sufren a causa del hambre y de la malnutrición.

2. Vuestros trabajos han indicado políticas y estrategias capaces de contribuir al importante relanzamiento del sector agrícola, de los niveles de producción alimentaria y del más general desarrollo de las áreas rurales. El momento de crisis que afecta ahora todos los aspectos de la realidad económica y social pide, en efecto, todo esfuerzo para contribuir a eliminar la pobreza, primer paso para liberar del hambre a millones de hombres, mujeres y niños que carecen del pan cotidiano. Pero una reflexión completa impone buscar las causas de tal situación, no limitándose a los niveles de producción, a la creciente demanda de alimentos o a la volatilidad de los precios: factores que, si bien son importantes, hacen que se corra el riesgo de hacer leer el drama del hambre en clave exclusivamente técnica.

La pobreza, el subdesarrollo y, por tanto, el hambre son con frecuencia el resultado de actitudes egoístas que partiendo del corazón del hombre se manifiestan en su actuación social, en los intercambios económicos, en las condiciones de mercado, en el frustrado acceso al alimento, y se traducen en la negación del derecho primario de cada persona a alimentarse y, por tanto, a estar libre del hambre. ¿Cómo podemos callar el hecho de que también el alimento se ha convertido en objeto de especulaciones o está ligado al curso de un mercado financiero que, privado de reglas ciertas y pobre de principios morales, aparece anclado al único objetivo del beneficio? La alimentación es una condición que toca el fundamental derecho a la vida. Garantizarla significa también obrar directamente y sin demora sobre aquellos factores que en el sector agrícola pesan de modo negativo sobre la capacidad de producción, sobre los mecanismos de la distribución y sobre el mercado internacional. Y esto, aun en presencia de una producción alimentaria global que, según la FAO y autorizados expertos, es capaz de dar de comer a la población mundial.

3. El marco internacional y las recurrentes preocupaciones determinadas por la inestabilidad y el aumento de los precios piden respuestas concretas y necesariamente unitarias para obtener resultados que singularmente los Estados no pueden garantizar. Esto significa hacer de la solidaridad un criterio esencial para cada acción política y estrategia, de modo que la actividad internacional y sus reglas sean otros tantos instrumentos de efectivo servicio para la entera familia humana y, en particular para los últimos. Es urgente un modelo de desarrollo que considere no sólo la amplitud económica de las necesidades o la fiabilidad técnica de las estrategias que hay que seguir, sino también la dimensión humana de cada iniciativa y que sea capaz de realizar una auténtica fraternidad (Cf. Caritas in Veritate, 20), haciendo hincapié en el llamamiento ético de “dar de comer a los hambrientos” que pertenece al sentimiento de compasión y de humanidad inscrito en el corazón de toda persona y que la Iglesia ha puesto entre las obras de misericordia. Desde este punto de vista, las instituciones de la Comunidad internacional están llamadas a actuar coherentemente con su mandato para sostener los valores propios de la dignidad humana eliminando actitudes de cerrazón y sin dejar espacio a instancias particulares hechas pasar como intereses generales.

4. También la FAO está llamada a relanzar su propia estructura liberándola de obstáculos que la alejan del objetivo indicado por su Constitución de garantizar el crecimiento nutricional, la disponibilidad de la producción alimentaria, el desarrollo de las áreas rurales, de modo que asegure a la humanidad la libertad del hambre (Cf. FAO, Constitution, Preamble). En este empeño se hace esencial una plena sintonía de la Organización con los Gobiernos en orientar y sostener las iniciativas, especialmente en la coyuntura actual, que ve la reducción de la disponibilidad de los recursos económico-financieros mientras el número de hambrientos en el mundo no diminuye según los objetivos esperados.

5. Mi pensamiento se dirige ahora a la situación de millones de niños, que son las primeras víctimas de esta tragedia, condenados a una muerte precoz, a un retraso en su desarrollo físico y psíquico, o constreñidos a formas de explotación con tal de recibir un mínimo de nutrición. La atención hacia las jóvenes generaciones puede ser un modo para contrastar el abandono de las áreas rurales y del trabajo agrícola, de modo que se permita a enteras comunidades, cuya supervivencia está amenazada por el hambre, mirar con mayor confianza a su futuro. En efecto, se debe constatar que a pesar de los empeños asumidos y a las consiguientes obligaciones, la asistencia y las ayudas concretas se limitan con frecuencia a las emergencias, olvidando que una coherente concepción del desarrollo debe ser capaz de diseñar un futuro para cada persona, familia y comunidad, favoreciendo objetivos de largo alcance.

Por tanto, deben ser sostenidas las iniciativas que se querrían tomar también a nivel de la entera Comunidad internacional para redescubrir el valor de sociedad familiar rural y sostener su papel central para alcanzar una seguridad alimentaria estable. En efecto, en el mundo rural, el tradicional núcleo familiar está empeñado en favorecer la producción agrícola mediante la sapiente transmisión de los padres a los hijos no sólo de los sistemas de cultivo o de la conservación y distribución de los alimentos, sino también de modos de vivir, de los principios educativos, de la cultura, de la religiosidad, de la concepción de la sacralidad de la persona en todas las fases de su existencia. La familia rural es un modelo no sólo de trabajo, sino de vida y de expresión concreta de la solidaridad, donde se confirma el papel esencial de la mujer.

Señor Presidente, Señoras y Señores:

6. Somos concientes de que el objetivo de la seguridad alimentaria es una exigencia auténticamente humana. Garantizarla a las presentes generaciones y a las que vendrán significa también tutelar de una frenética explotación los recursos naturales puesto que la carrera al consumo y al derroche parece ignorar toda atención hacia el patrimonio genético y las diversidades biológicas, tan importantes para las actividades agrícolas. Pero a la idea de una exclusiva apropiación de tales recursos, se opone la llamada de Dios a los hombres y mujeres para que en el “cultivar y custodiar” la tierra (Cf. Gn 2,8-17) promuevan un uso participado de los bienes de la Creación, objetivo que la actividad multilateral y las reglas internacionales ciertamente pueden contribuir a realizar.

En este momento en el que a los tantos problemas que afectan a la actividad agrícola se flanquean nuevas oportunidades para contribuir a aliviar el drama del hambre, vosotros podéis trabajar para que a través de la garantía de una alimentación que responda a las necesidades, toda persona pueda crecer según su verdadera dimensión de criatura hecha a semejanza de Dios.

Éste es el deseo que quiero manifestar, mientras sobre todos vosotros, y sobre vuestro trabajo, invoco la abundancia de las bendiciones divinas.

María Fernanda Bernasconi







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