Benedicto XVI se despide del pueblo de Croacia elogiando la vitalidad eclesial, “que
debe mantenerse y reforzarse” y que no dejará de producir efectos positivos gracias
a la colaboración entre la Iglesia y las instituciones públicas
Domingo, 5 jun (RV).-Benedicto XVI se despidió del pueblo croata tras una breve visita
de dos días, que le ha permitido confirmar en la fe en Jesucristo a la Iglesia que
peregrina en Croacia. A causa del mal tiempo no ha tenido lugar la ceremonia de despedida
prevista, aunque las delegaciones de ambos Estados se han saludado en el hangar del
aeropuerto de Zagreb. En su discurso el Papa alba la fe del pueblo croata " que ha
llegado hasta vosotros a través del valeroso y fiel testimonio de tantos hermanos
y hermanas vuestros, algunos de los cuales no han vacilado en morir por Cristo y por
su Evangelio, la he encontrado viva y sincera".
El Papa elogia también la
vitalidad eclesial, “que debe mantenerse y reforzarse” y que no dejará de producir
efectos positivos para toda la sociedad, gracias a la colaboración entre la Iglesia
y las instituciones públicas”. En este tiempo, añade el Papa, en el que parecen faltar
puntos de referencia fijos y seguros, los cristianos, «juntos en Cristo», piedra angular,
pueden continuar constituyendo como el alma de la Nación, ayudándola a desarrollarse
y progresar.
DISCURSO COMPLETO Señor Presidente, Ilustres
autoridades, queridos hermanos en el Episcopado, hermanos y hermanas
en el Señor.
Mi visita a vuestra tierra llega a su fin. Aunque ha sido
breve, ha estado llena de encuentros, que me han hecho sentir como uno de vosotros,
de vuestra historia, y me han dado la ocasión de confirmar en la fe en Jesucristo,
único Salvador, a la Iglesia que peregrina en Croacia. Esta fe, que ha llegado hasta
vosotros a través del valeroso y fiel testimonio de tantos hermanos y hermanas vuestros,
algunos de los cuales no han vacilado en morir por Cristo y por su Evangelio, la he
encontrado viva y sincera. Demos gracias a Dios por los abundantes dones de gracia
que con generosidad dispone en el camino cotidiano de sus hijos. Deseo dar las gracias
a los que han colaborado en la organización de mi visita y su ordenado desarrollo. Llevo
muy vivas en la mente y en el corazón las impresiones de estos días. Esta mañana,
la participación en la santa Misa con ocasión de la Jornada Nacional de las Familias
ha sido sentida y compacta. El encuentro de ayer en el Teatro Nacional me ha permitido
compartir una reflexión con los representantes de la sociedad civil y de las comunidades
religiosas. Los jóvenes, después, durante la intensa Vigilia de oración, me han mostrado
el rostro luminoso de Croacia, que mira al futuro, iluminado por la fe viva, como
la llama de una lámpara preciosa, que ha recibido de sus padres y que requiere ser
protegida y alimentada a lo largo del camino. La oración junto a la tumba del beato
Cardinal Stepinac nos ha hecho recordar de modo especial a todos aquellos que han
sufrido – y hoy todavía sufren – a causa de la fe en el Evangelio. Continuemos invocando
la intercesión de este intrépido testigo del Señor resucitado, para que cada sacrificio,
cada prueba, ofrecida a Dios por amor a Él y a los hermanos, sea como el grano de
trigo que, caído en tierra, muere para dar fruto. Ha sido para mí motivo
de alegría constatar cómo sigue viva hoy la antigua tradición cristiana de vuestro
pueblo. He podido experimentarlo sobre todo en la cálida acogida que la gente me ha
prodigado, como ya lo había hecho en las tres visitas del beato Juan Pablo II, reconociendo
la visita del Sucesor de Pedro, que viene a confirmar a los hermanos en la fe. Esta
vitalidad eclesial, que debe mantenerse y reforzarse, no dejará de producir efectos
positivos para toda la sociedad, gracias a la colaboración, que espero sea siempre
serena y provechosa, entre la Iglesia y las instituciones públicas. En este tiempo,
en el que parecen faltar puntos de referencia fijos y seguros, los cristianos, «juntos
en Cristo», piedra angular, pueden continuar constituyendo como el alma de la Nación,
ayudándola a desarrollarse y progresar. Antes de regresar a Roma, os confío
a todos a las manos de Dios. Él, dador de todo bien y providencia infinita, bendiga
siempre esta tierra y el pueblo croata, y conceda paz y prosperidad a cada familia.
La Virgen María vele sobre el histórico camino de vuestra patria y sobre el de toda
Europa, y os acompañe también mi Bendición Apostólica, que os dejo con gran afecto.