Audiencia del Papa con la Comunidad de la Pontificia Facultad Teológica Teresianum
de Roma en el marco de su 75º aniversario de fundación
Jueves, 19 may (RV).- Esta mañana el Papa se encontró con la Comunidad de la Pontificia
Facultad Teológica Teresianum de Roma que está celebrando 75 años de fundación. En
el encuentro que tuvo lugar en la Sala Clementina del Vaticano participaron 115 miembros
de la Facultad Teológica, encabezados por el Gran Canciller Padre Saverio Cannistrà,
Prepósito General de la Orden de los Carmelitas Descalzos y el Rector, Padre Aniano
Alvarez Suárez.
La Pontificia Facultad Teológica Teresianum, está confiada
a la Orden de los Carmelitas Descalzos bajo el nombre y el patrocinio de santa Teresa
de Jesús y san Juan de la Cruz, Doctores de la Iglesia. El Teresianum nace con Decreto
del 16 de julio de 1935, en la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen del Monte
Carmelo, momento que puso en evidencia Benedicto XVI al dirigirles su discurso, y
recordar que desde su nacimiento, la Facultad Teológica se orientó a profundizar la
teología espiritual en el contexto antropológico. Luego, en el curso de los años –recordó-
se constituyó el Instituto de Espiritualidad que junto con la Facultad Teológica compone
el polo académico que lleva el nombre de “Teresianum”.
El Papa lanzó una mirada
retrospectiva a estos tres cuartos de siglo transcurridos, agradeciendo al Señor por
las maravillas cumplidas en ella y a través de ella, en los numerosos estudiantes
que la han frecuentado, a la vez que recordó que formar parte de esta comunidad académica
constituye una peculiar experiencia eclesial que se enriquece aún más por los valores
de la Orden de los Carmelitas Descalzos.
Benedicto XVI se refirió a las grandes
figuras de santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, y al vasto movimiento de renovación
originado en la Iglesia con su testimonio, el mismo que suscitó que los ideales y
los fervores de la vida contemplativa del siglo dieciséis nuevamente se avivaran inflamando
a Europa y el mundo entero. “Queridos estudiantes –les dijo- sobre las huellas de
este carisma se coloca también vuestro trabajo de profundización antropológica y teológica,
la tarea de penetrar el misterio de Cristo con aquella inteligencia del corazón que
es al mismo tiempo un conocer y un amar; esto exige que Jesús sea colocado al centro
de todo, de vuestros afectos y pensamientos, de vuestro tiempo de oración, de estudio
y de acción, de todo vuestro vivir. “El es la palabra, el libro viviente como lo
fue para santa Teresa de Ávila, quien afirmaba que para aprender la verdad no tuvo
otro libro que Dios”. Puntualizó el Papa.
A tal propósito el Santo Padre quiso
recordar la descripción que santa Teresa de Ávila hace de la experiencia interior
de la conversión tal como ella misma un día la vivió ante el Crucifijo, haciendo hincapié
en que fue tan grande el dolor que experimentó mirándolo; la pena por la ingratitud
con la que ella misma respondía a su amor, que tuvo la impresión de que su corazón
se rompía. Entonces la Santa, en su autobiografía escribirá: “me arrojé a sus pies
en lágrimas y le supliqué me hiciera la gracia de no ofenderlo más”.
Tras
destacar la figura de santa Teresa de Ávila, el Santo Padre expresó que en el contexto
actual, el estudio profundo de la espiritualidad cristiana a partir de sus presupuestos
antropológicos reviste una gran importancia, a la vez que recordó que todavía hoy,
la Iglesia sigue recomendando la práctica de la dirección espiritual, tarea delicada
que se desprende como bagaje sapiencial de esta disciplina, no solo para cuantos desean
seguir al Señor de cerca, sino para todo cristiano que quiera vivir con responsabilidad
el propio Bautismo, es decir la vida nueva en Cristo.
En efecto, en 1982 la
Pontificia Facultad Teológica Teresianum de Roma abrió una sección para la especialización
en Antropología Teológica, que desde el año 2005 ha cambiado la denominación en Antropología
Cristiana.
Recordamos que la finalidad de la Pontificia Facultad Teológica
Teresianum es entre otras la de cultivar y promover la formación de estudiantes provenientes
de todo el mundo (sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos), las disciplinas teológicas
mediante la búsqueda científica, la profundización de la Revelación Divina y sus verdades
para iluminar los problemas de nuestro tiempo.
En su discurso a los estudiantes
del Teresianum el Santo Padre se refirió a la importancia de estar acompañados personalmente
por una guía segura en la doctrina y experta en las cosas de Dios; capaz de ayudar
a no caer en subjetivismos fáciles, poniendo a disposición el propio bagaje de conocimientos
y experiencias vividas siguiendo de cerca a Jesús. Se trata –dijo Benedicto XVI- de
instaurar la misma relación personal que el Señor tenía con sus discípulos, aquel
lazó especial con Él que los condujo –siguiéndolo, a abrazar también la cruz.
Aludiendo
a los estudiantes que provienen de diversos países les dijo que en Roma, su corazón
y su inteligencia se ven provocados a abrirse a una dimensión universal de la Iglesia;
estimulados estar en sintonía con el Sucesor de Pedro. Hacia el final del encuentro,
los exhortó a vivir una mayor y más apasionada capacidad de amar y de servir a la
Iglesia. Antes de impartir su bendición apostólica a la comunidad del Teresianum y
a la entera Familia carmelita el Papa les dijo: “En este tiempo pascual, pedimos al
Señor Resucitado el don de su Espíritu, y lo pedimos sostenidos por la oración de
la Virgen María, ella, que en el Cenáculo invocó junto con los Apóstoles al Paráclito,
obtenga para todos el don de la sabiduría del corazón y atraiga una renovada efusión
de dones celestes para el futuro que les aguarda. Por intercesión de la Madre de Dios
y de los santos Teresa de Jesús y Juan de la Cruz”. (P.J.R)