En su mensaje a los “queridos amigos” de la Acción Católica Italiana que están celebrando
su Asamblea General, el Papa les recuerda su empeño educativo, para reafirmar su amor
a Cristo y a la Iglesia
Sábado, 07 may (RV).- Benedicto XVI envió un mensaje a los participantes en la XIV
Asamblea nacional de la Acción Católica Italiana, que desde ayer y hasta mañana, se
encuentra reunida en la Domus Pacis de Roma bajo el tema de “Vivir la fe, amar la
vida”.
A estos “queridos amigos”, el Santo Padre les recuerda el empeño educativo
de la Acción Católica, para reafirmar su amor a Cristo y a la Iglesia, así como para
renovar el camino de esta Asociación, asumiéndose plenamente su responsabilidad laical
al servicio del Evangelio. El Papa destaca que son chicos, jóvenes y adultos que se
ponen a disposición del Señor en la Iglesia con un empeño solemne y público, en comunión
con los Pastores, para dar buen testimonio en todos los ámbitos de la vida. Su presencia
es capilar en las parroquias, en las familias, en los barrios, y en los diversos ambientes
sociales, por lo que se trata de una presencia que viven en la cotidianidad y en la
aspiración a la santidad.
Aludiendo al deseo de los niños, jóvenes y adolescentes
de ser vivaces y felices, el Santo Padre señala los ejemplos de los beatos Pier Giorgio
Frassati y Alberto Marvelli, o Giuseppe Toniolo, quien pronto será proclamado beato.
Destaca asimismo que en su formación humana y cristiana quieren ser amigos fieles
de Cristo, como las beatas Pierina Morosini y Antonia Mesina, o como la venerable
Armida Barelli; a la vez que recuerda el deseo de reavivar las comunidades con niños
fascinados por la pureza de su corazón, como Antonietta Meo, capaces de atraer también
a los padres hacia Jesús. Por esta razón el Papa escribe que cuando acoge a estos
muchachos con ocasión de la Navidad o del mes de la paz, se siente admirado por el
carácter genuino con que comunican la alegría del Señor.
Al recordar que estos
adolescentes y jóvenes tienen ante sí el ejemplo de hombres y mujeres contentos de
su fe, que quieren acompañar a las nuevas generaciones con amor, con sabiduría y con
la oración, que desean construir con paciencia entramados de vida comunitaria y afrontar
los problemas más candentes de la vida cotidiana de la familia, el Papa señala la
defensa de la vida, el sufrimiento causado por las separaciones y el abandono, la
solidaridad en las desgracias y la acogida de los pobres y de los apátridas, bajo
la dirección de presbíteros asistentes que saben bien lo que significa educar a la
santidad.
De ahí que el Pontífice recuerde que en las diócesis están llamados
a colaborar con sus Obispos, de manera constante, fiel y directa, en la vida y en
la misión de la Iglesia como respuesta “generosa a la llamada de Dios a vivir con
plena responsabilidad el Bautismo”, es decir “la dignidad de ser cristianos”. Al destacar
que se establecen en asociaciones con ideales y cualidades específicas, tal como lo
señala el Concilio Ecuménico Vaticano II en su decreto Apostolicam actuositatem, sobre
el apostolado de los laicos, -que se refiere a la asociación con finalidad apostólica,
que colabora con la jerarquía, que se manifiesta come cuerpo orgánico y que de la
Iglesia recibe un mandato explícito- el Papa les encomienda algunas indicaciones.
En
la línea trazada por los Obispos para las Iglesias que están en Italia, Benedicto
XVI les recuerda que están llamados de modo particular a valorar su vocación educativa.
Porque la Acción Católica es una fuerza educativa calificada, sostenida por buenos
instrumentos, con una tradición más que centenaria. Su acción será más incisiva –escribe
el Obispo de Roma–, tal como ya lo hacen, si trabajan más aún entre ellos desde un
punto de vista profundamente unitario favoreciendo colaboraciones con las demás fuerzas
educativas, tanto eclesiales como civiles.
En cuanto a la propuesta de la santidad,
el Santo Padre les recuerda que sus asociaciones son palestras de santidad, en las
que se ejercita hacia una entrega plena a la causa del Reino de Dios, a una orientación
de vida profundamente evangélica que los caracteriza como laicos creyentes en los
lugares en los que viven habitualmente. Lo exige, “intensa oración, tanto comunitaria
como personal; escucha continuada de la Palabra de Dios y asidua vida sacramental.
En cuanto a la formación y al empeño cultural y político, el Pontífice reafirma
que santidad también significa para ellos “gastarse al servicio del bien común, siguiendo
los principios cristianos y ofreciendo en la vida de la ciudad presencias cualificadas,
gratuitas, rigurosas en los comportamientos, fieles al magisterio eclesial, y orientadas
al bien de todos. Y recuerda que Italia ha atravesado períodos históricos difíciles
de los que ha salido reforzada también por la entrega incondicionada de laicos católicos,
empeñados en la política y en las instituciones. De ahí que Su Santidad insista en
que “hoy la vida pública del país requiere una ulterior respuesta generosa por parte
de los creyentes, a fin de que pongan a disposición de todos sus propias capacidades
y fuerzas espirituales, intelectuales y morales.
El Santo Padre les pide que
sean “generosos, acogedores, solidarios y, sobre todo, comunicadores de la belleza
de la fe”. Porque en el gran trastorno del mundo y de la zona del Mediterráneo, tantos
hombres, mujeres y jóvenes entran en contacto con nuestro mundo, que conocen superficialmente,
deslumbrados por imágenes ilusorias, y tienen necesidad de pan, de trabajo, de libertad,
de justicia, de paz, de ver reconocidos sus propios e inderogables derechos de hijos
de Dios”, escribe el Papa, y agrega: “Tienen necesidad de fe, y nosotros podemos ayudarlos,
en el respeto de sus convicciones religiosas, en un intercambio, libre y sereno, ofreciendo
con sencillez, franqueza y celo nuestra fe en Jesucristo”.
Por último, Benedicto
XVI reafirma que en la construcción de la historia de la nación la Acción Católica
–tal como tuvo la oportunidad de escribir al Presidente de la República con ocasión
del 150° aniversario de la Unidad de Italia– ha tenido un gran papel, esforzándose
por mantener juntos el amor a la patria y la fe en Dios. Y se despide saludando cordialmente
a su Presidente, el profesor Franco Miano, al Asistente general, Mons. Domenico Sigalini,
a todos los delegados y a cada uno de los miembros de la gran familia de la Acción
Católica Italiana a la que envía su especial Bendición Apostólica.