Benedicto XVI reitera la importancia de los medios de comunicación al servicio del
diálogo, de la paz y del desarrollo, por el bien de toda la humanidad, cuyos valores
fundamentales están en juego
Sábado, 30 abr (RV).- Evocando a Juan Pablo II, que mañana tendrá la alegría de beatificar,
Benedicto XVI ha reiterado este sábado la importancia de los medios de comunicación
al servicio del diálogo, de la paz y del desarrollo, por el bien de toda la humanidad.
Recibiendo en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo, a los miembros de la Unión
Europea de Radiotelevisión, que han participado en su decimoséptima asamblea - siendo
huéspedes este de año de Radio Vaticano, en el 80 aniversario de su fundación - el
Papa, pronunciando su discurso en francés e inglés, ha renovado su gratitud por la
colaboración que le ofrecen en su ministerio como Sucesor de Pedro:
«Hace veinte años,
en 1991, cuando el venerable Juan Pablo II, que mañana tendré la alegría de proclamar
Beato, recibía a los participantes en vuestra asamblea general en el Vaticano, os
alentaba a desarrollar vuestra colaboración mutua, para favorecer el crecimiento de
la comunidad de los pueblos del mundo. Hoy, pienso en los procesos en curso en países
del Mediterráneo y en Oriente Próximo, algunos de los cuales son también miembros
de vuestra Asociación. Sabemos que las nuevas formas de comunicación han desarrollado
y desarrollan aún un papel no secundario en estos procesos. Os deseo que sepáis poner
vuestros contactos internacionales y vuestras actividades al servicio de la reflexión
y del compromiso, para que los instrumentos de las comunicaciones sociales sirvan
al diálogo, a la paz y al desarrollo solidario de los pueblos, superando las distancias
culturales, las diferencias y los miedos».
Con su cordial bienvenida y
tras saludar al arzobispo Claudio Maria Celli, que preside del Pontificio Consejo
para las Comunicaciones Sociales, al presidente de la Unión Europea de Radiotelevisión,
Jean Paul Philippot, y al director de Radio Vaticano, padre Federico Lombardi, el
Papa ha destacado que cuando su predecesor Pío XI le encargó a Marconi que dotara
al Estado de la Ciudad del Vaticano con una estación de radio a la altura de la mejor
tecnología disponible en aquellos tiempos, «demostró que percibía agudamente hacia
qué dirección se estaba desarrollando el mundo de las comunicaciones y cuáles eran
las potencialidades que la radio podía ofrecer para el servicio de la misión de la
Iglesia»:
«Efectivamente,
a través de la radio los Papas pudieron trasmitir más allá de las fronteras, mensajes
de gran importancia para la humanidad, como los justamente célebres de Pío XII, durante
la II Guerra Mundial, que dieron voz a los anhelos más profundos de justicia y de
paz. O como el de Juan XXIII en el momento culminante de la crisis entre Estados Unidos
y la Unión Soviética, en 1962. Y cómo, también a través de la radio, Pío XII pudo
difundir cientos de miles de mensajes a los prisioneros y dispersos durante la guerra,
de parte de sus familiares, desarrollando una obra humanitaria que le mereció gratitud
imperecedera».
Haciendo hincapié en el servicio de la radio en favor de
las expectativas de los creyentes y de los pueblos sometidos a regímenes opresivos
de los derechos humanos y de la libertad religiosa, Benedicto XVI ha subrayado nuevamente
que «la Santa Sede es conciente de las potencialidades extraordinarias que tiene el
mundo de la comunicación en favor del progreso y del crecimiento de las personas y
de la sociedad». Todo ello, sin olvidar, la importancia de los problemas y de los
desafíos del momento actual:
«Permitidme, por
lo tanto, que manifieste a todos vosotros mi interés y mi solidaridad en la importante
obra que desarrolláis. En las sociedades de hoy están en juego valores fundamentales
para el bien de la humanidad. Y la opinión pública - en cuya formación vuestro trabajo
tiene tanta importancia - se encuentra a menudo desorientada y dividida. Sabéis bien
cuáles son las preocupaciones de la Iglesia católica en lo que respecta al respeto
de la vida humana, la defensa de la familia, el reconocimiento de los auténticos derechos
y de las justas aspiraciones de los pueblos, los desequilibrios que causan subdesarrollo
y hambre en tantas partes del mundo, la acogida de los migrantes, el desempleo y la
seguridad social, las nuevas formas de pobreza y las marginaciones sociales, las discriminaciones
y las violaciones de la libertad religiosa, el desarme y la búsqueda de soluciones
pacíficas a los conflictos».
Con sus mejores deseos de fecundo trabajo
y agradeciendo una vez más a esta Asociación, por la colaboración concreta que le
brindan, en particular, en las grandes celebraciones de la Navidad, de la Pascua y
de sus viajes, Benedicto XVI ha concluido su discurso con unas palabras de especial
amistad:
«También para mí
y para la Iglesia católica sois pues aliados y amigos importantes en nuestra misión.
En este espíritu, me alegra invocar sobre todos vosotros, sobre vuestros seres queridos
y sobre vuestro trabajo la Bendición del Señor».