El Papa alienta a la Iglesia Maronita a anunciar y testimoniar el amor de Cristo en
Oriente Medio, con todas las fuerzas vivas presentes en Líbano, para que esta región
alcance la anhelada paz duradera
Jueves, 14 abr (RV).- «No temas, pequeño rebaño...» (Lc 12,32) Con profunda alegría
y cariño, Benedicto XVI ha recibido al nuevo Patriarca de Antioquía de los Maronitas,
Su Beatitud Béchara Boutros Rai, alentándolo a perseverar en su importante misión
de anunciar y testimoniar el Amor de Cristo en Oriente Medio, con todas las fuerzas
vivas presentes en Líbano, para que esta región del mundo alcance la anhelada paz
duradera.
En sus cordiales palabras de bienvenida, el Papa ha destacado la
importancia de este momento, celebrado este mediodía, en el Vaticano, en la Sala Clementina
del Palacio Apostólico:
«Esta primera visita
al Sucesor de Pedro, después de su elección a la sede patriarcal de Antioquía de los
Maronitas, es un momento especial para la Iglesia Universal. Me alegra recibirle aquí,
con los obispos maronitas, los sacerdotes, las personas consagradas y los fieles,
para solemnizar la ‘Ecclesiastica Communio’, que le he transmitido por medio de una
carta, el pasado 24 de marzo».
Extendiendo sus cordiales saludos a todos
los que han venido acompañando a su Patriarca para este «gran momento de comunión
y de inquebrantable unidad entre la Iglesia Maronita y la Iglesia de Roma - subrayando
así la importancia de la unidad visible de la Iglesia en su catolicidad» - Benedicto
XVI ha puesto de relieve también la presencia hoy del cardenal Nasrallah Pierre Sfeir.
Y le ha expresado su afecto y gratitud «por haber consagrado veinticinco años de su
vida a guiar, como Patriarca, a la Iglesia maronita, en medio de las turbulencias
de la historia».
Comunión eclesiástica que, próximamente encontrará su expresión
más auténtica en la Divina Liturgia, compartiendo el único Cuerpo y Sangre de Cristo,
ha enfatizado el Papa, reiterando que así se manifiesta la plenitud de la comunión
con el Sucesor del Príncipe de los Apóstoles y el 77 sucesor de San Marón, Padre y
jefe de la Iglesia de Antioquía de los Maronitas. Sede Apostólica tan prestigiosa,
donde, por primera vez, los fieles de Cristo fueron llamados ‘cristianos’ y cuya rica
tradición espiritual, litúrgica y teológica es una riqueza para Iglesia entera:
«Al estar en el
corazón de Oriente Medio, tenéis una tarea inmensa entre los hombres, a los que el
Amor de Cristo apremia a proclamar la Buena Nueva de la Salvación. En el reciente
Sínodo que convoqué, en octubre de 2010, se recordó numerosas veces, la urgencia de
proponer nuevamente el Evangelio a las personas que lo conocen poco o que se han alejado
de la Iglesia. Con todas las fuerzas vivas presentes en el Líbano y en Oriente Medio,
sé bien, Beatitud que tiene el anhelo de anunciar, testimoniar y vivir en comunión
con esta Palabra de vida, con el fin de reimpulsar el ardor de los primeros fieles
que ‘perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción
del pan y en las oraciones’ (Hch 2,42). Esta región del mundo que los patriarcas,
los profetas, los apóstoles y Cristo mismo han bendecido, por medio de su presencia
y su predicación, aspira a la paz duradera, que la Palabra de Verdad, acogida y vivida,
tiene la capacidad de establecer».
Y para lograr esta gran tarea y misión,
el Santo Padre ha exhortado una vez más al Patriarca de Antioquía y a todos los Maronitas
a perseverar en su importante apostolado, en la educación humana y espiritual, moral
e intelectual de los jóvenes. Destacando luego la calidad de la enseñanza escolar
y catequética:
«Deseo ardientemente
que vuestro papel en la formación juvenil sea cada vez mejor reconocido por la sociedad,
para que se transmitan los valores fundamentales, sin discriminación alguna. Con el
fin de que los jóvenes de hoy, sean hombres y mujeres responsables en sus familias
y en la sociedad, para construir una mayor solidaridad y una mayor fraternidad entre
todos los componentes de la nación. Transmitid a la juventud mi estima y afecto, recordando
a los jóvenes que la Iglesia y la sociedad necesitan su entusiasmo y esperanza. Por
ello, os exhorto a intensificar la formación de los sacerdotes y de los numerosos
jóvenes a quienes el Señor llama en vuestras eparquías y en vuestras congregaciones
religiosas ¡Que mediante la enseñanza y la existencia, sean auténticos testigos de
la Palabra de Dios, para ayudar a arraigar su propia vida y su misión en Cristo!
Antes
de impartir de corazón su Bendición Apostólica, Benedicto XVI ha renovado sus mejores
deseos al nuevo Patriarca de Antioquía de los Maronitas y a todos los libaneses,
evocando las palabras de Cristo e invocando la ayuda del Espíritu Santo:
«¡Que os asista
en el ejercicio de vuestra responsabilidad! Que os consuele en las dificultades y
os dé la alegría de ver crecer en fervor y número a vuestra Iglesia! Al comienzo de
vuestro ministerio, quiero repetir las palabras de Cristo a sus discípulos: «No temas,
pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino» (Lc 12,32).
Al tiempo que dirijo a todo el pueblo libanés mi cordial saludo, os encomiendo de
modo especial a la intercesión de Nuestra Señora del Líbano, puesto que Su Beatitud
es hijo de la Orden Maronita de la Bienaventurada Virgen María, así como a la intercesión
de san Marón y a la de todos los santos y beatos libaneses. Y de todo mi corazón,
os imparto la Bendición Apostólica, que extiendo a los obispos, sacerdotes, religiosos,
religiosas y a todos fieles de vuestro Patriarcado».