Llamamiento de Benedicto XVI a los jóvenes para que "derriben los muros del miedo
al extranjero" y exhortación a “descubrir a Dios, que no es un peligro para la sociedad"
Sábado, 26 mar (RV).- Con el videomensaje de Benedicto XVI concluyeron ayer por la
noche las dos jornadas del Patio de los Gentiles. El espacio permanente de diálogo
entre creyentes y no creyentes promovido por el Pontificio Consejo de la Cultura y
su presidente, el cardenal Gianfranco Ravasi. Miles de personas, particularmente jóvenes
se reunieron delante de la Catedral de Notre-Dame de París, para escuchar las palabras
del Santo Padre. Benedicto XVI tras dar las gracias a todos los presentes y en particular
a los cardenales Ving-Trois, arzobispo de París, al presidente del Pontificio Consejo
de la Cultura, Gianfranco Ravasi así como a la comunidad de Taizé, por haber acogido
su invitación a abrir en la Iglesia el “patios de los gentiles”, manifestó lo siguiente:
“Una imagen que
evoca el espacio abierto en la amplia explanada junto al Templo de Jerusalén, que
permitía a todos los que no compartían la fe de Israel acercarse al Templo e interrogarse
sobre la religión. En aquel lugar podían encontrarse con los escribas, hablar de
la fe e incluso rezar al Dios desconocido. Y si, en aquella época, el atrio era al
mismo tiempo un lugar de exclusión, ya que los “gentiles” no tenían derecho a entrar
en el espacio sagrado, Cristo Jesús vino para “derribar el muro que separaba” a judíos
y gentiles. “Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante
la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz…”, como San
Pablo nos dice (cf. Ef 2, 14-17).
Tras este preámbulo, Benedicto XVI recordó
la obra maestra de la cultura francesa que es la Catedral de París, en la Ciudad de
las Luces y que desde allí se daba un nuevo impulso al encuentro respetuoso y amistoso
entre personas de convicciones diferentes y que se habían reunido para estar juntos
para hablar de los grandes interrogantes de la existencia humana, como se hace en
la vida cotidiana.
Al dirigirme a
vosotros, tengo en cuenta todo lo que tenéis que deciros: los no creyentes queréis
interpelar a los creyentes, exigiéndoles, en particular, el testimonio de una vida
que sea coherente con lo que profesan y rechazando cualquier desviación de la religión
que la haga inhumana. Los creyentes queréis decir a vuestros amigos que este tesoro
que lleváis dentro merece ser compartido, merece una pregunta, merece que se reflexione
sobre él. La cuestión de Dios no es un peligro para la sociedad, no pone en peligro
la vida humana. La cuestión de Dios no debe estar ausente de los grandes interrogantes
de nuestro tiempo.
A este punto el Papa les animó a construir puentes entre
ellos y a que aprovecharan la oportunidad para descubrir en los más profundo de sus
conciencias, siempre por medio de una reflexión sólida y razonada, los caminos de
un diálogo precursor y profundo y les pidió, además que no cerraran sus conciencias
a los retos y problemas que tienen entre ellos.
Estoy profundamente
convencido de que el encuentro entre la realidad de la fe y de la razón permite que
el ser humano se encuentre a sí mismo. Pero muy a menudo la razón se doblega a la
presión de los intereses y a la atracción de lo útil, obligada a reconocer esto como
criterio último. La búsqueda de la verdad no es fácil. Y si cada uno está llamado
a decidirse con valentía por la verdad es porque no hay atajos hacia la felicidad
y la belleza de una vida plena. Jesús lo dice en el Evangelio: “La verdad os hará
libres”.
Benedicto XVI prosiguió en su Videomensaje animando a todos, creyentes
y no creyentes, a reencontrar el camino del diálogo y recordó que las religiones
no tienen miedo a una laicidad justa, abierta que permita a cada uno y a cada una
a vivir lo que cree, de acuerdo con su conciencia. “Si se trata de construir un mundo
de libertad, igualdad y fraternidad, creyentes y no creyentes tienen que sentirse
libres de serlo, iguales en sus derechos de vivir su vida personal y comunitaria con
fidelidad a sus convicciones, y tienen que ser hermanos entre sí. Un motivo fundamental
de este atrio de los Gentiles es promover esta fraternidad más allá de las convicciones,
pero sin negar las diferencias. Y, más profundamente aún, reconociendo que sólo Dios,
en Cristo, libera interiormente y nos permite reencontrarnos en la verdad como hermanos.
La primera actitud
que hay que tener o las acciones que podéis realizar conjuntamente es respetar, ayudar
y amar a todo ser humano, porque es criatura de Dios y en cierto modo el camino que
conduce a Él. Continuando lo que estáis viviendo esta noche, contribuid a derribar
los muros del miedo al otro, al extranjero, al que no se os parece, miedo que nace
a menudo del desconocimiento mutuo, del escepticismo o de la indiferencia. Procurad
estrechar lazos con todos los jóvenes sin distinción alguna, es decir, sin olvidar
a los que viven en la pobreza o en la soledad, a los que sufren por culpa del paro,
padecen una enfermedad o se sienten al margen de la sociedad.
El Santo
Padre finalizó su Videomensaje invitando a todos los presentes ante la Catedral de
Nuestra Señora de París “a entrar también en el espacio sagrado, a franquear el magnífico
pórtico de Notre-Dame y entrar en la catedral para hacer un rato de oración. Esta
oración será para algunos de vosotros una oración a un Dios conocido por la fe, pero
también puede ser para otros una oración al Dios Desconocido”. “Queridos jóvenes no
creyentes, uniéndoos a aquellos que en Notre-Dame están rezando, en este día de la
Anunciación del Señor, abrid vuestros corazones a los textos sagrados, dejaos interpelar
por la belleza de los cantos, y si realmente lo deseáis, dejad que los sentimientos
que hay dentro de vosotros se eleven hacia el Dios Desconocido”.
“Espero que respondáis
también a otras convocatorias que os propongo, especialmente a la Jornada Mundial
de la Juventud, que se celebrará este verano en Madrid. El Dios que los creyentes
aprenden a conocer os invita a descubrirlo y vivir con Él cada vez más. ¡No tengáis
miedo! Caminando juntos hacia un mundo nuevo, buscad al Absoluto y buscad a Dios,
incluso vosotros para quien Dios es el Dios Desconocido”.
TEXTO
COMPLETO DEL VIDEOMENSAJE
Queridos jóvenes, queridos amigos:
Sé
que os habéis reunido en gran número en el atrio de Notre-Dame de París, siguiendo
la invitación del cardenal André Vingt-Trois, Arzobispo de París, y del cardenal Gianfranco
Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo de la Cultura. Os saludo a todos, sin olvidar
a los hermanos y amigos de la Comunidad de Taizé. Doy las gracias al Pontificio Consejo
por haber acogido y dado curso a mi invitación de abrir en la Iglesia “atrios de los
gentiles", una imagen que evoca el espacio abierto en la amplia explanada junto al
Templo de Jerusalén, que permitía a todos los que no compartían la fe de Israel acercarse
al Templo e interrogarse sobre la religión. En aquel lugar podían encontrarse con
los escribas, hablar de la fe e incluso rezar al Dios desconocido. Y si, en aquella
época, el atrio era al mismo tiempo un lugar de exclusión, ya que los “gentiles” no
tenían derecho a entrar en el espacio sagrado, Cristo Jesús vino para “derribar el
muro que separaba” a judíos y gentiles. “Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos
en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la
noticia de la paz…”, como San Pablo nos dice (cf. Ef 2, 14-17). En el corazón
de la Ciudad de las Luces, frente a esta magnífica obra maestra de la cultura religiosa
francesa, Notre-Dame de París, se abre un gran atrio para dar un nuevo impulso al
encuentro respetuoso y amistoso entre personas de convicciones diferentes. Vosotros
jóvenes, creyentes y no creyentes, igual que en la vida cotidiana, esta noche queréis
estar juntos para reuniros y hablar de los grandes interrogantes de la existencia
humana. Hoy en día, muchos reconocen que no pertenecen a ninguna religión, pero desean
un mundo nuevo y más libre, más justo y más solidario, más pacífico y más feliz.
Al dirigirme a vosotros, tengo en cuenta todo lo que tenéis que deciros: los no creyentes
queréis interpelar a los creyentes, exigiéndoles, en particular, el testimonio de
una vida que sea coherente con lo que profesan y rechazando cualquier desviación de
la religión que la haga inhumana. Los creyentes queréis decir a vuestros amigos que
este tesoro que lleváis dentro merece ser compartido, merece una pregunta, merece
que se reflexione sobre él. La cuestión de Dios no es un peligro para la sociedad,
no pone en peligro la vida humana. La cuestión de Dios no debe estar ausente de los
grandes interrogantes de nuestro tiempo. Queridos amigos, tenéis que construir
puentes entre vosotros. Aprovechad la oportunidad que se os presenta para descubrir
en lo más profundo de vuestras conciencias, a través de una reflexión sólida y razonada,
los caminos de un diálogo precursor y profundo. Tenéis mucho que deciros unos a otros.
No cerréis vuestras conciencias a los retos y problemas que tenéis ante vosotros. Estoy
profundamente convencido de que el encuentro entre la realidad de la fe y de la razón
permite que el ser humano se encuentre a sí mismo. Pero muy a menudo la razón se doblega
a la presión de los intereses y a la atracción de lo útil, obligada a reconocer esto
como criterio último. La búsqueda de la verdad no es fácil. Y si cada uno está llamado
a decidirse con valentía por la verdad es porque no hay atajos hacia la felicidad
y la belleza de una vida plena. Jesús lo dice en el Evangelio: “La verdad os hará
libres”. Queridos jóvenes, es tarea vuestra lograr que en vuestros países
y en Europa creyentes y no creyentes reencuentren el camino del diálogo. Las religiones
no pueden tener miedo de una laicidad justa, de una laicidad abierta que permita a
cada uno y a cada una vivir lo que cree, de acuerdo con su conciencia. Si se trata
de construir un mundo de libertad, igualdad y fraternidad, creyentes y no creyentes
tienen que sentirse libres de serlo, iguales en sus derechos de vivir su vida personal
y comunitaria con fidelidad a sus convicciones, y tienen que ser hermanos entre sí.
Un motivo fundamental de este atrio de los Gentiles es promover esta fraternidad más
allá de las convicciones, pero sin negar las diferencias. Y, más profundamente aún,
reconociendo que sólo Dios, en Cristo, libera interiormente y nos permite reencontrarnos
en la verdad como hermanos. La primera actitud que hay que tener o las acciones
que podéis realizar conjuntamente es respetar, ayudar y amar a todo ser humano, porque
es criatura de Dios y en cierto modo el camino que conduce a Él. Continuando lo que
estáis viviendo esta noche, contribuid a derribar los muros del miedo al otro, al
extranjero, al que no se os parece, miedo que nace a menudo del desconocimiento mutuo,
del escepticismo o de la indiferencia. Procurad estrechar lazos con todos los jóvenes
sin distinción alguna, es decir, sin olvidar a los que viven en la pobreza o en la
soledad, a los que sufren por culpa del paro, padecen una enfermedad o se sienten
al margen de la sociedad. Queridos jóvenes, no es sólo vuestra experiencia
de vida lo que podéis compartir, también vuestro modo de orar. Creyentes y no creyentes,
presentes en este atrio del Desconocido, estáis invitados a entrar también en el espacio
sagrado, a franquear el magnífico pórtico de Notre-Dame y entrar en la catedral para
hacer un rato de oración. Esta oración será para algunos de vosotros una oración a
un Dios conocido por la fe, pero también puede ser para otros una oración al Dios
Desconocido. Queridos jóvenes no creyentes, uniéndoos a aquellos que en Notre-Dame
están rezando, en este día de la Anunciación del Señor, abrid vuestros corazones a
los textos sagrados, dejaos interpelar por la belleza de los cantos, y si realmente
lo deseáis, dejad que los sentimientos que hay dentro de vosotros se eleven hacia
el Dios Desconocido. Me alegro de haber podido dirigirme a vosotros esta
noche en esta inauguración del atrio de los Gentiles. Espero que respondáis también
a otras convocatorias que os propongo, especialmente a la Jornada Mundial de la Juventud,
que se celebrará este verano en Madrid. El Dios que los creyentes aprenden a conocer
os invita a descubrirlo y vivir con Él cada vez más. ¡No tengáis miedo! Caminando
juntos hacia un mundo nuevo, buscad al Absoluto y buscad a Dios, incluso vosotros
para quien Dios es el Dios Desconocido. Y que Aquel que ama a todos y a cada uno de
vosotros os bendiga y os guarde. Él cuenta con vosotros para cuidar de los demás y
del futuro. También vosotros podéis contar con Él.