Las meditaciones de los ejercicios espirituales de Cuaresma de Benedicto XVI y la
curia romana se centran en la beatificación de Juan Pablo II en la luz de Cristo Resucitado
Lunes, 14 mar (RV).- Desde la tarde de ayer, primer domingo de Cuaresma, Benedicto
XVI está participando en los ejercicios espirituales de Cuaresma, junto con sus colaboradores,
en la capilla dedicada a la Madre del Redentor del Palacio Apostólico. El padre François-Marie
Léthel, dedicó su primera meditación a la beatificación de Juan Pablo II en la luz
de Cristo Resucitado. Luz del mundo, Luz que ilumina nuestro camino de santidad –
la ‘conversión de san Pedro’ en el Amor de Jesús.
Este carmelita descalzo
francés, prelado secretario de la Pontificia Academia de Teología y profesor de la
Pontificia Facultad Teológica Teresianum, ha elegido precisamente el tema de la Luz
de Cristo en el corazón de la Iglesia - Juan Pablo II y la teología de los Santos,
que acompañará al Santo Padre y a la Curia Romana, hasta el próximo sábado 19 de marzo.
Semana en la que, recordamos, quedan suspendidas todas las audiencias pontificias,
incluida la audiencia general del miércoles 16 de marzo.
Los temas de hoy,
segunda jornada, son «La gran ciencia de los santos» - san Luis María Griñón de Monfort
- en el Cielo como en la Tierra: Scientia beata, scientia fidei, scientia amoris,
desde la Fides et Ratio a la Novo Millennio Ineunte. El Totus Tuus cristocéntrico
y mariano de Karol Wojtyła, como hilo conductor de toda su vida (Gv 19, 25-27 y Carta
a los Religiosos y a las Religiosas de las Familias Monfortanas, del 8 de diciembre
de 2003. Y el esplendor de la caridad, de la fe y de la esperanza, vividas por Juan
Pablo II con María Santísima.
Antes de este retiro cuaresmal, en una entrevista
concedida a nuestra emisora, el padre Léthel, explicó a Amedeo Lomonaco, del programa
italiano, cómo se había preparado para estos ejercicios espirituales:
«Después de sumergirme
en la oración, dije sí. El gran evento era la Beatificación de Juan Pablo II, y por
lo tanto debía enfocar estos ejercicios como una preparación espiritual a la Beatificación
de Juan Pablo II. Para mí, pues, ésta es una misión, algo que viene de Dios. Me siento
muy pequeño ante ello, pero me encomiendo al Señor y a la Virgen».
En particular,
el Padre Léthel, que, como él mismo dice lleva tantos años estudiando a los santos
y centrando toda su investigación teológica en todo lo que concierne a la santidad,
hizo hincapié en el motivo que le llevó a elegir el tema de la Luz de Cristo en el
corazón de la Iglesia - Juan Pablo II y la teología de los Santos:
«Los santos son
los grandes testigos de la santidad de la Iglesia y a través de su testimonio, reflexión
y experiencia, resplandece la luz de Cristo. Juan Pablo II es el Papa de la santidad
y su beatificación es el reconocimiento oficial de su santidad. Es el Papa que proclamó
más santos y beatos. El que presentó a los santos no sólo como ejemplos de perfección
cristiana, sino también como teólogos en el sentido más alto, come conocedores de
Dios. Los presentó como portadores - en el mundo de hoy - de esta luz de Cristo».
Una
de las obras pintadas por el Beato Angélico, elegida por la Tipografía Vaticana para
el guión de estos ejercicios, en la que los santos tomados de la mano en el cielo,
forman un gran círculo, ha representado para el padre Léthel un símbolo inspirador
de cómo iba a desarrollar sus meditaciones:
«Los santos del
cielo se toman de la mano los unos a los otros. Para mí esta imagen es el icono de
estos ejercicios. Empezamos por Juan Pablo II. En la gracia de su beatificación, él
guía este círculo y toma de la mano a dos santos más ligados a él. Ante todo a san
Luis María Griñón de Montfort, que ha inspirado su “Totus Tuus”. Luego, en seguida
a Santa Teresa de Lisieux, a la que Juan Pablo II proclamó “Doctora”, experta de
la ciencia del amor. Ella a su vez toma de la mano a los dos grandes Doctores de
la ciencia de la fe, Anselmo y Tomás, también a dos santas de finales de la Edad
media: santa Catalina de Siena y santa Juana de Arco, que vivieron un momento tan
dramático para el mundo y para la Iglesia. Con tantos problemas, tantas heridas. Luego
habrá dos laicas: la venerable Conchita Armida de Cabrera - una gran mística - y la
beata Clara Luz Badano, que murió en 1990 y que es la primera beata del Movimiento
de los Focolares. Terminaremos con la fiesta de san José, el 19 de marzo. Y la última
meditación está dedicada a San José, el patrono de bautismo del Papa. El círculo concluirá
con él».
No sólo es una gran alegría para el predicador de los ejercicios
espirituales de la Cuaresma de este año en el Vaticano, sino para todos los carmelitas
descalzos:
«Por cierto, la
elección del Papa me alegra personalmente, pero también además ha sido motivo de gran
alegría para mis hermanos. Es algo, pues, que vivimos en comunidad. Toda la Orden
del Carmelo y las carmelitas, rezan por el Papa y también por el predicador carmelita.
Es algo que abraza verdaderamente a toda la familia carmelitana».
La última
pregunta al padre Léthel es qué desea a los fieles para esta Cuaresma 2011:
«Deseo que tomen
cada vez más conciencia de su vocación a la santidad. Demasiadas veces se cree que
los santos son como los extraterrestres. Es decir, personas sin defectos, pero no
es así. Los santos eran personas como nosotros, con sus límites, sus heridas, habían
cometido pecados, pero en un determinado momento deciden seguir a Jesús hasta el fondo.
Es lo que deseo a todo el pueblo de Dios, para prepararse también a ese gran acontecimiento,
que será verdaderamente algo muy grande para todos: la beatificación de Juan Pablo
II. Nos debemos preparar tomando más conciencia de la vocación personal a la santidad
y avanzando en el camino de la oración, de la vida cristiana, de la caridad hacia
el prójimo».