"La fe en la Providencia no dispensa de la fatigosa lucha por una vida digna, sino
que libera de la preocupación por las cosas y del miedo del mañana": Benedicto XVI
en el Angelus
Domingo, 27 feb (RV).- El Papa exhortó este domingo a confiar en el amor de Dios y
en su auxilio y a invocar a María, Madre de la divina Providencia, a encomendarle
nuestra vida, la Iglesia y los aconteceres de la historia, aprendiendo a vivir sobria
y laboriosamente y respetando la Creación. Benedicto XVI hizo resonar este medio
día una de las palabras más conmovedoras de la Sagrada Escritura, que el Espíritu
Santo nos regala mediante el profeta Isaías, cuando consolando a Jerusalén asolada
por las desventuras, le dice: ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse
del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido». (Is
49,15)
«Invitación a la confianza en el indefectible amor de Dios», que este
domingo la Liturgia acompaña también con otra página, igualmente sugestiva, del Evangelio
de Mateo, señaló el Papa, refiriéndose luego a cuando Jesús exhorta a sus discípulos
a confiar en la providencia del Padre celestial, que alimenta a las aves del cielo
y viste los lirios del campo y que conoce toda necesidad nuestra. Por lo que el Maestro
dice: «No andéis preocupados diciendo ¿Qué vamos a comer? ¿qué vamos a beber? ¿con
qué nos vamos a vestir? Que de todas esas cosas se afanan los gentiles y ya sabe vuestro
Padre que tenéis necesidad de todo eso». Todo ello, aclaró Benedicto XVI no es fatalismo
o ingenuidad:
«Ante la
situación de tantas personas, cercanas o lejanas, que viven en la miseria, lo que
dice Jesús podría parecer poco realista y evasivo. En realidad, el Señor quiere hacer
entender claramente que no se puede servir a dos señores: a Dios y a la riqueza. El
que cree en Dios Padre lleno de amor por sus hijos, pone en primer lugar la búsqueda
de su Reino, de su voluntad. Todo lo contrario de lo que es el fatalismo o el ingenuo
irenismo. Pues la fe en la Providencia no despensa de la fatigosa lucha por una vida
digna, sino que libera de la preocupación por las cosas y del miedo del mañana».
En
este contexto, el Papa destacó que esta enseñanza de Jesús, aun permaneciendo verdadera
y válida para todos, se practica de forma distinta según las diversas vocaciones:
«Un fraile
franciscano podrá seguirla de manera más radical, al tiempo que un padre de familia
deberá tener en cuenta sus deberes hacia su esposa e hijos. Sin embargo, en todo caso,
el cristiano se distingue por su absoluta confianza en el Padre celeste, como fue
para Jesús. Justo la relación con Dios Padre es la que da sentido a toda la vida de
Cristo, a sus palabras, a sus gestos de salvación, hasta su pasión muerte y resurrección.
Jesús nos ha demostrado qué significa vivir con los pies bien plantados en la tierra,
atentos a las situaciones concretas del prójimo, y, al mismo tiempo, teniendo el corazón
en el Cielo, inmerso en la misericordia de Dios».
El Santo Padre introdujo
el rezo del Ángelus alentando a encomendarnos y a invocar a la Madre de Dios y de
la Providencia en cada momento de nuestra vida:
«¡Queridos
amigos, a la luz de la Palabra de Dios de este domingo, os invito a invocar a la Virgen
María con la advocación de Madre de la divina Providencia. A Ella encomendemos nuestra
vida, el camino de la Iglesia y los avatares de la historia. En particular, invoquemos
su intercesión para que todos aprendamos a vivir según un estilo más sencillo y sobrio,
en cotidiana laboriosidad y en el respeto de la Creación, que Dios nos ha encomendado
para que la custodiemos!».
Después del rezo mariano y del responso
por los difuntos, Benedicto XVI saludó a los numerosos fieles romanos y peregrinos
que acudieron a la plaza de Pedro, reiterando en francés, inglés, alemán, español,
polaco y eslovaco su exhortación central a buscar el Reino de Dios, que nos libera
del miedo del mañana, testimoniando su amor, más tierno que el de una madre hacia
sus hijos y rezando para que la justicia y el diálogo prevalezcan sobre la violencia
y los intereses particulares. Con el anhelo de que nunca se apague en nosotros la
confianza en la Providencia divina y que ésta nos impulse a ayudar a los que la han
perdido ante las difíciles experiencias vividas. Éstas eran las palabras del Papa
en nuestra lengua:
Saludo
con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana,
en particular al grupo de peregrinos de las parroquias de Santa Eulalia y de Santa
Cruz, de la diócesis de Ibiza, acompañados de su Obispo, así como a los fieles provenientes
de la parroquia de San Miguel Arcángel de Villanueva, de Córdoba. La liturgia de este
día nos exhorta a confiar en la providencia divina; recordándonos que somos amados
por Dios y asistidos por su auxilio. Os invito a corresponder a dicho amor, a imitación
de la Virgen María, cuya existencia terrena se mostró siempre bajo el signo de la
gratuidad y de la alabanza, para que así experimentéis la paz verdadera y la alegría
auténtica. Feliz domingo.