Audiencia general: el Papa invita a los fieles a seguir una vida moralmente coherente
para vivir con fidelidad la propia adhesión a Cristo
Miércoles, 9 feb (RV).- Benedicto XVI ha dedicado la catequesis de la Audiencia General
de hoy a la figura de San Pedro Canisio, sacerdote jesuita, doctor de la Iglesia,
nacido en la ciudad holandesa de Nimega y que vivió en el siglo XVI. San Pedro Canisio
intervino en acontecimientos decisivos de su tiempo, como el Concilio de Trento, ejerciendo
una influencia especial con sus escritos teológicos. Su obra más difundida fue el
Catecismo, donde aparecen los conocimientos fundamentales de la doctrina católica
expuesta bajo la forma de preguntas y respuestas, elaboradas en términos bíblicos
y sin tono polémico.
El santo holandés preparó tres versiones del catecismo:
una para personas con elementales nociones de teología; otra para niños sin escolarizar
y una tercera para estudiantes del liceo y universitarios. En ello se revela una de
las características de Pedro Canisio: sabía armonizar la fidelidad a los principios
dogmáticos con el debido respeto a la persona.
Viviendo una “espiritualidad
cristocéntrica, Pedro Canisio, insistió sobre la importancia de la liturgia y la necesidad
de la oración personal cotidiana que son repropuestas con autoridad por el Concilio
Vaticano II”, ha afirmado el Papa, que ha explicado que aún hoy “el ejemplo de Pedro
Canisio tiene un valor actual y permanente”. Benedicto XVI ha dicho que “el ministerio
apostólico es fecundo solamente si el predicador es un testimonio y un instrumento
de Jesús, si permanece estrechamente unido por la fe en su Evangelio y en su Iglesia,
y si conduce una vida moralmente coherente”.
Este ha sido el resumen que de
su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua
presentes en el aula Pablo VI:
Queridos
hermanos y hermanas:
San Pedro Canisio nace en mil quinientos veintiuno,
en Holanda. Entra en la Compañía de Jesús y es ordenado sacerdote en Colonia, en mil
quinientos cuarenta y seis. Con una notable reputación como teólogo, interviene en
el Concilio de Trento. Se ocupa también incansablemente de la adecuada formación teológica
de los sacerdotes, así como de la reforma religiosa y moral del pueblo por medio de
una serie de iniciativas pastorales, entre las que se incluyen la asistencia en los
hospitales y en las cárceles. Editor notable de obras completas de los Padres de la
Iglesia, publica libros de devoción en diversas lenguas, biografías de santos y textos
de homilética. Escribe tres Catecismos, que alcanzaron gran difusión, y en los que
condensa los conocimientos fundamentales de la doctrina católica en preguntas y respuestas.
Una característica de Canisio es saber presentar armónicamente la fidelidad a los
principios dogmáticos con el respeto que se debe a cada persona. En un momento de
fuertes contrastes confesionales, evita las asperezas y la retórica de la ira, centrándose
en la presentación de las raíces espirituales y en la revitalización de todo el cuerpo
de la Iglesia. Pedro Canisio muere en mil quinientos noventa y siete. El Papa Pío
Once lo canonizó y lo proclamó Doctor de la Iglesia, en mil novecientos veinticinco.
Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes
de España, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a vivir con empeño
y fidelidad la adhesión a Cristo, a ejemplo de San Pedro Canisio. Encomendaos a su
intercesión, pidiendo a Dios que vuestro apostolado produzca frutos de salvación,
siendo testigos de Jesús e instrumentos suyos, con una vida moralmente coherente y
una oración incesante. Muchas gracias.
Saludando en francés el Santo Padre
se ha dirigido de manera especial a los estudiantes de los diversos colegios y liceos
de París y de Aix-en-Provence invitándoles a Madrid para las Jornadas Mundiales de
la Juventud el próximo agosto. ¡Hasta entonces pues!
Saludando a los peregrinos
de lengua polaca Benedicto XVI les ha recordado que el próximo viernes se celebra
la memoria de Nuestra Señora de Lourdes y la Jornada Mundial del Enfermo. En la oración
confiamos, a la Madre Inmaculada, los enfermos y cuantos con amor se ponen a su servicio
en los hospitales, en las residencias de atención a los enfermos y en las familias.
En el rostro de los enfermos vemos el rostro de Cristo sufriente. Que las palabras
de San Pedro nos refuercen: “Con cuyas heridas habéis sido curados”. Bendigo de corazón
a todos los enfermos, a los aquí presentes y a vuestros seres queridos.
Como
siempre el Pontífice ha finalizado la audiencia dirigiéndose a los jóvenes, a los
enfermos y a los recién casados. Ayer, celebramos la memoria litúrgica de san Jerónimo
Emiliani, fundador de los Somascos, y de santa Josefina Bakhita, hija de África convertida
en hija de la Iglesia. La valentía de estos testimonios fieles de Cristo os ayude
a vosotros, queridos jóvenes, a abrir el corazón al heroísmo de la santidad en la
existencia de cada día. Os sostenga a vosotros, queridos enfermos, a perseverar con
paciencia a ofrecer vuestra oración y vuestro sufrimiento por toda la Iglesia. Y os
dé a vosotros, queridos recién casados, la valentía de convertir vuestra familia en
comunidad de amor, marcada por los valores cristianos.