El Papa recuerda que aunque parezca que gran parte del mundo le dé la espalda a Dios
y se piense que la fe es algo del pasado, siempre permanece la aspiración a la justicia,
al amor y la paz, y el deseo de superar pobreza y sufrimiento
Sábado, 5 feb (RV).- Benedicto XVI expresó su gratitud y la de toda la Iglesia por
el generoso servicio desarrollado hasta ahora por los cinco nuevos obispos que el
mismo Pontífice ha ordenado en la Basílica vaticana, invitando a acompañarlos con
la oración en el ministerio al que han sido llamados en la Curia Romana y en las Representaciones
Pontificias como Sucesores de los Apóstoles, para que sean iluminados y guiados por
el Espíritu Santo en la mies del Señor.
El Santo Padre ha comenzado su homilía
dirigiéndose con afecto a cada uno de ellos: Mons. Savio Hong Tai-Fai, secretario
de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; Mons. Marcello Bartolucci,
secretario de la Congregación para las Causas de los Santos; Mons. Celso Morga Iruzubieta,
secretario de la Congregación para el Clero; Monseñor Antonio Guido Filipazzi, nuncio
apostólico, al igual que Mons. Edgar Peña Parra.
Reflexionando luego sobre
el Evangelio de la misa de hoy, el Papa ha hecho hincapié en la necesidad de rogar
a Dios para que envíe obreros a su mies, pues ésta es mucha y los obreros son pocos.
«Es la hora de la misión», ha enfatizado Benedicto XVI alentando a estos nuevos pastores
con las palabras del profeta Isaías, a brindar la buena noticia a los que sufren y
a vendar los corazones desgarrados:
«Es éste el trabajo
para la mies en el campo de Dios, en el campo de la historia humana: llevar a los
hombres la luz de la verdad, liberarlos de la pobreza de verdad, que es la verdadera
tristeza y la verdadera pobreza del hombre. Brindarles la buena noticia no es sólo
palabra, sino evento: Dios, Él mismo, ha venido a nosotros. Él nos toma de la mano,
nos atrae hacia lo alto, hacia sí mismo. Y, así el corazón desgarrado queda sanado.
Demos gracias al Señor porque envía obreros a la mies de la historia del mundo. Demos
gracias porque os envía a vosotros, porque habéis dicho ‘sí’ y porque en esta hora
pronunciareis de nuevo vuestro ‘sí’ para ser obreros del Señor para los hombres».
El
Papa ha reiterado que «la mies es mucha, también hoy, precisamente hoy»:
«Aunque
pueda parecer que gran parte del mundo moderno, de los hombres de hoy, le dan la espalda
a Dios y piensan que la fe es algo del pasado, sin embargo, existe el anhelo de que
se restablezcan por fin la justicia, el amor y la paz, que se superen la pobreza y
el sufrimiento, que los hombres encuentren la alegría. Todo este anhelo está presente
en el mundo de hoy. El anhelo hacia lo que es grande y bueno. Es la nostalgia del
Redentor, de Dios mismo, aun allí donde se le niega. Precisamente en esta hora el
trabajo en el campo de Dios es particularmente urgente y precisamente en esta hora
percibimos de forma particularmente dolorosa la verdad de la palabra de Jesús: ‘los
obreros son pocos’».
Y, al mismo tiempo, el Señor nos hace entender
la importancia de nuestra oración y de que cooperemos con Dios, pues no depende de
nuestra capacidad sino de nuestra súplica, que se eleva en acción de gracias en especial
hoy, por la misión de los nuevos obispos:
«La liturgia de
este día nos da dos definiciones de vuestra misión de obispos, de sacerdotes de Jesucristo:
ser obreros de la mies de la historia del mundo con la tarea de sanar, abriendo las
puertas del mundo a la señoría de Dios, para que la voluntad de Dios se cumpla en
la tierra, así como en el cielo. Además, vuestro ministerio se describe como cooperación
a la misión de Jesucristo, como participación al don del Espíritu Santo, dado a Él
por ser Mesías, el Hijo ungido por Dios. La Carta a los Hebreos – la segunda lectura
– completa todo ello a partir de la imagen del sumo sacerdote Melquisedec, misteriosamente
nos conduce a Cristo, verdadero Sumo Sacerdote, Rey de paz y de justicia».
«Unidos
en la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración».
Benedicto XVI ha reflexionado luego sobre cada uno de los cuatro pilares del tema
elegido para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos de este año. Con
especial referencia a la perseverancia, tras señalar que el pastor «no debe ser un
siervo del espíritu del tiempo», sino que debe ser intrépido y se debe oponer con
valentía a las corrientes del momento, el Papa ha culminado su homilía evocando la
entrañable exhortación de su amado predecesor, el venerable Juan Pablo II:
«Duc in altum (Lc
5, 4) ‘Boga mar adentro y echad vuestras redes para pescar’. Es lo que dijo Jesús
a Pedro y a sus compañeros cuando los llamó a ser ‘pescadores de hombres’ Duc in altum
– El Papa Juan Pablo II, en sus últimos años, repitió con fuerza esta palabra y la
proclamó en voz alta a los discípulos del Señor de hoy. Duc in altum – os dice el
Señor en esta hora a vosotros, queridos amigos. Habéis sido llamados para cargos que
atañen a la Iglesia universal. Llamados a echar la red del Evangelio en el mar agitado
de este tiempo para obtener la adhesión de los hombres a Cristo. Para sacarlos, por
decirlo así, de las aguas salinas de la muerte y de la oscuridad en la cual la luz
del cielo no penetra. Debéis llevarlos a la tierra de la vida, en la comunión con
Jesucristo».