Benedicto XVI destaca la necesidad de una auténtica humanización del sector sanitario
y considera cruel e inhumana a la sociedad que no logra aceptar a los que sufren
Jueves, 3 feb (RV).- «Por sus llagas habéis sido curados» (1 P 2, 24). Es el Mensaje
de Benedicto XVI para la XIX Jornada Mundial del Enfermo, que la Iglesia celebrará
el próximo 11 de febrero, memoria de la Virgen de Lourdes. Mensaje que ha sido presentado,
esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, junto con el Seminario ‘Asociacionismo
sanitario católico y cultura de la vida’, que clausurará el 25 aniversario de fundación
del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios y que tendrá lugar el 5 de febrero,
en el Auditorio San Pío X.
En su intervención el Presidente del Pontificio
Consejo para los Agentes Sanitarios, Mons. Zygmunt Zimowski, destacó el anhelo de
Benedicto XVI de dar un nuevo impulso a la reflexión sobre el misterio del sufrimiento
humano a la luz de la fe cristiana, así como promover una mayor sensibilidad - en
las comunidades cristianas y en la sociedad civil - hacia los hermanos y hermanas
que viven en condiciones de sufrimiento y de enfermedad, para que nunca nadie sea
dejado sin los cuidados necesarios.
Con esta perspectiva, el Papa evidencia
enseguida tres cimientos fundamentales para cumplir una auténtica renovación en el
cuidado de la salud y ello, a partir de los sectores más débiles de las poblaciones
de todo el mundo, ha enfatizado Mons. Zygmunt Zimowski, explicando luego estos tres
puntos. El primero se refiere a la centralidad de la persona humana, a la que se debe
dedicar atención y cuidado, aún más cuando se encuentra en estado de necesidad, sufrimiento
y marginación. Con pleno respeto a la dignidad del que sufre, nadie puede ser olvidado
o excluido.
En el segundo, Benedicto XVI destaca la necesidad de una auténtica
humanización del sector sanitario. Y con su Encíclica Spe Salvi reitera que «la grandeza
de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento
y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad.
Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante
la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente,
es una sociedad cruel e inhumana». (n. 38).
Y el tercer cimiento fundamental
invita a las diócesis en todo el mundo para que se esmeren sin cesar en los cuidados
de los que sufren. Benedicto XVI sella su Mensaje con estas palabras: «Queridos hermanos
y hermanas, en esta Jornada mundial del enfermo, invito también a las autoridades
para que inviertan cada vez más energías en estructuras sanitarias que sirvan de ayuda
y apoyo a los que sufren, sobre todo a los más pobres y necesitados, y dirigiendo
mi pensamiento a todas las diócesis, envío un afectuoso saludo a los obispos, a los
sacerdotes, a las personas consagradas, a los seminaristas, a los agentes sanitarios,
a los voluntarios y a todos aquellos que se dedican con amor a curar y aliviar las
llagas de todos los hermanos o hermanas enfermos, en los hospitales o residencias,
en las familias: sabed ver siempre en el rostro de los enfermos el Rostro de los rostros:
el de Cristo».
Al final de este Mensaje para la próxima Jornada mundial del
enfermo, el Papa desea expresar su afecto a todos y a cada uno, sintiéndose partícipe
de los sufrimientos y de las esperanzas que viven diariamente en unión con Cristo
crucificado y resucitado, para que les dé su paz y la curación del corazón. Que junto
con Él - ruega Benedicto XVI - «vele a vuestro lado la Virgen María, a la que invocamos
con confianza Salud de los enfermos y Consoladora de los afligidos».