2011-01-22 18:47:15

«La fracción del pan en la esperanza», V jornada de la Semana de oración por la Unidad de los Cristianos


Sábado, 22 ene (RV).- «La fracción del pan en la esperanza», es el tema de este quinto día del Octavario de oración por la Unidad de los Cristianos, cuyo lema general elegido para 2011 es: «Unidos en la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración». (cf. Hch 2,42). En este contexto, en Roma, en la Basílica de ‘Santa María in Via Lata’, el Pontificio Colegio Damasceno organiza un encuentro de oración en rito siro-malabar.

También el texto para hoy forma parte de los materiales distribuidos por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos. En el se recuerda que desde la primera Iglesia de Jerusalén hasta ahora, la “fracción del pan” siempre ha sido un acto central para los cristianos. Para los de la Jerusalén actual, el partir el pan es tradicionalmente símbolo de amistad, perdón y compromiso frente a otros. Esta fracción del pan nos pone en el reto de buscar una unidad que pueda expresar algo de profético en un mundo de divisiones. También ese mundo es, de distintas maneras, tarea de todos nosotros. En la fracción del pan, los cristianos son el mensaje profético de esperanza destinado a toda la humanidad.

Actualmente, nosotros rompemos también el pan “con un corazón grande y generoso”; pero cada celebración de la Eucaristía nos recuerda asimismo el hecho doloroso de nuestra desunión. En este quinto día de la Semana de oración, los cristianos de Jerusalén se reúnen en el Cenáculo, lugar de la última Cena. Y allí, sin celebrar la Eucaristía, rompen el pan en la esperanza. Sabemos de esta esperanza cuando Dios se une con nosotros a través del desierto de nuestras propias insatisfacciones. El Éxodo nos informa cómo Dios responde a las murmuraciones del pueblo liberado: proporcionándole lo que necesitaba, ni más, ni menos. El maná del desierto es un don de Dios que nunca se puede guardar en reserva, ni comprender plenamente. Es, como lo celebra nuestro salmo, un momento que llama simplemente a la acción de gracias, ya que Dios “desató nuestras ataduras”.

San Pablo reconoce que romper el pan no significa solamente celebrar la Eucaristía, sino ser un pueblo eucarístico: llegar a ser el Cuerpo de Cristo en el mundo. En este contexto, esta breve lectura (1 Co 10-11) recuerda cómo la comunidad cristiana debe esforzarse para vivir: en una comunión en Cristo que determina una recta conducta en un contexto mundial difícil y guiándose sobre la realidad de una vida en Él. Vivimos “en la memoria de Él”. Porque somos un pueblo de la fracción del pan, somos un pueblo de vida eterna, de vida en plenitud, como nos lo enseña la lectura de San Juan. Nuestra celebración de la Eucaristía nos incita a reflexionar sobre la manera en la cual se expresa día a día la abundancia de este don de vida, estemos en la esperanza o en las dificultades. A pesar de los retos diarios que conocen los cristianos de Jerusalén, dan prueba de que es posible alegrarse y esperar.







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