«La fracción del pan en la esperanza», V jornada de la Semana de oración por la Unidad
de los Cristianos
Sábado, 22 ene (RV).- «La fracción del pan en la esperanza», es el tema de este quinto
día del Octavario de oración por la Unidad de los Cristianos, cuyo lema general elegido
para 2011 es: «Unidos en la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción
del pan y la oración». (cf. Hch 2,42). En este contexto, en Roma, en la Basílica de
‘Santa María in Via Lata’, el Pontificio Colegio Damasceno organiza un encuentro de
oración en rito siro-malabar.
También el texto para hoy forma parte de los
materiales distribuidos por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de
las Iglesias y el Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos.
En el se recuerda que desde la primera Iglesia de Jerusalén hasta ahora, la “fracción
del pan” siempre ha sido un acto central para los cristianos. Para los de la Jerusalén
actual, el partir el pan es tradicionalmente símbolo de amistad, perdón y compromiso
frente a otros. Esta fracción del pan nos pone en el reto de buscar una unidad que
pueda expresar algo de profético en un mundo de divisiones. También ese mundo es,
de distintas maneras, tarea de todos nosotros. En la fracción del pan, los cristianos
son el mensaje profético de esperanza destinado a toda la humanidad.
Actualmente,
nosotros rompemos también el pan “con un corazón grande y generoso”; pero cada celebración
de la Eucaristía nos recuerda asimismo el hecho doloroso de nuestra desunión. En este
quinto día de la Semana de oración, los cristianos de Jerusalén se reúnen en el Cenáculo,
lugar de la última Cena. Y allí, sin celebrar la Eucaristía, rompen el pan en la esperanza.
Sabemos de esta esperanza cuando Dios se une con nosotros a través del desierto de
nuestras propias insatisfacciones. El Éxodo nos informa cómo Dios responde a las murmuraciones
del pueblo liberado: proporcionándole lo que necesitaba, ni más, ni menos. El maná
del desierto es un don de Dios que nunca se puede guardar en reserva, ni comprender
plenamente. Es, como lo celebra nuestro salmo, un momento que llama simplemente a
la acción de gracias, ya que Dios “desató nuestras ataduras”.
San Pablo reconoce
que romper el pan no significa solamente celebrar la Eucaristía, sino ser un pueblo
eucarístico: llegar a ser el Cuerpo de Cristo en el mundo. En este contexto, esta
breve lectura (1 Co 10-11) recuerda cómo la comunidad cristiana debe esforzarse para
vivir: en una comunión en Cristo que determina una recta conducta en un contexto mundial
difícil y guiándose sobre la realidad de una vida en Él. Vivimos “en la memoria de
Él”. Porque somos un pueblo de la fracción del pan, somos un pueblo de vida eterna,
de vida en plenitud, como nos lo enseña la lectura de San Juan. Nuestra celebración
de la Eucaristía nos incita a reflexionar sobre la manera en la cual se expresa día
a día la abundancia de este don de vida, estemos en la esperanza o en las dificultades.
A pesar de los retos diarios que conocen los cristianos de Jerusalén, dan prueba de
que es posible alegrarse y esperar.