Sábado, 22 ene (RV).- El «objetivo último de toda actividad ecuménica es la restauración
de la plena comunión eclesial». En su editorial titulado «Un gesto profético», para
el informativo semanal ‘Octava Dies’, del Centro Televisivo Vaticano, el director
de nuestra emisora y de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, recuerda estas palabras
del Papa referidas a la Constitución Apostólica de Benedicto XVI, sobre la «Institución
de Ordinariatos personales para anglicanos que entran en la plena comunión con la
Iglesia católica». «El 15 de enero,
en Londres, fueron ordenados sacerdotes tres ex-obispos anglicanos, que en los meses
pasados habían presentado sus dimisiones de la Iglesia de Inglaterra para entrar en
la comunión con la Iglesia católica. De este modo, se cumplió el paso decisivo para
la erección del primer ‘Ordinariato’ previsto por un documento de Benedicto XVI, de
noviembre de 2009 – Anglicanorum coetibus – para los pastores y los fieles anglicanos
que desean entrar en la Iglesia católica, no de forma singular, sino como grupos.
Encontrando a los obispos ingleses, al terminar su viaje, Benedicto XVI había hablado
de ello como de ‘un gesto profético que puede contribuir positivamente al desarrollo
de las relaciones entre anglicanos y católicos. Nos ayuda a fijar nuestra atención
en el objetivo último de toda actividad ecuménica: la restauración de la plena comunión
eclesial’. En ocasión de su nombramiento, el primer Ordinario
– precisamente, uno de los tres recién ordenados – agradeció al Papa por la confianza;
a su esposa y a su familia por el apoyo; a la Iglesia de Inglaterra por todo lo que
le ha dado, y al primado anglicano, Rowan Williams, por la paciencia y amabilidad
que le ha demostrado en el curso del largo y no fácil camino hacia la comunión católica. En
una larga entrevista, muy espontánea, recuerda que el anhelo de la unión marcó toda
su vida cristiana. Recuerda su experiencia profunda de la universalidad de la Iglesia
en ocasión de una audiencia general en la plaza de San Pedro. Cuenta su alegría como
abuelo por haber podido bautizar a su primer nieto, durante su primera misa como sacerdote
católico. Por lo tanto, no es un signo de división, sino un
pequeño puente en el largo camino hacia la unidad. Nos parece que hay algo verdaderamente
nuevo y bello. Anhelamos que el nuevo ordinariato inglés y los otros que seguirán
puedan nacer y crecer con este espíritu. El beato cardenal Newman, patrono del Ordinariato,
los acompaña e inspira»