Benedicto XVI pide que la sociedad y las instituciones públicas reencuentren su “alma”,
sus raíces espirituales y morales para dar nueva consistencia a los valores éticos
y jurídicos
Viernes, 21 ene (RV).- Poco antes de mediodía, en el Aula de las Bendiciones, Benedicto
XVI ha recibido en audiencia a los cerca de 1.200 dirigentes y agentes de la Policía
de Roma, junto a sus familiares y al capellán de este Cuerpo de Seguridad del estado
italiano, para el tradicional saludo al inicio del año nuevo.
En el encuentro
de carácter familiar, el Santo Padre les ha agradecido el trabajo que realizan en
favor de la ciudad de Roma, de la que él es su Obispo, a fin de que toda la vida ciudadana
se desarrolle en el orden y en la plena seguridad. Ha expresado también su reconocimiento
por el mayor empeño policial que conlleva la misma actividad del Papa. Teniendo en
cuenta que la época en que vivimos se caracteriza por “profundos cambios”, el Pontífice
ha afirmado que Roma -que justamente es llamada “Ciudad Eterna”- “ha cambiado mucho
y evoluciona”, tal como lo experimentamos cada día, lo que hace que los agentes de
la Policía sean testigos privilegiados de ello.
Estos cambios suelen
generar a veces un sentido de falta de seguridad debido, en primer lugar, a la “precariedad
social y económica”; acrecentada también por un “cierto deterioro de la percepción
de los principios éticos sobre los que se funda el derecho, y de las actitudes morales
personales”, que a esos ordenamientos dan siempre fuerza.
Asimismo Benedicto
XVI ha puesto de relieve que nuestro mundo actual, con todas sus nuevas esperanzas
y posibilidades, está atravesado por la impresión de que “decae el consenso moral”
y que, en consecuencia, “las estructuras básicas de la convivencia ya no logran funcionar
plenamente”.
"Asoma, por tanto,
en muchos la tentación de pensar que las fuerzas movilizadas para la defensa de la
sociedad civil estén destinadas al fracaso. Frente a esta tentación, nosotros de modo
particular, que somos cristianos, tenemos la responsabilidad de encontrar una nueva
determinación en el profesar la fe y en el cumplimiento del bien, para “seguir estando,
con valor, cerca de los hombres en sus alegrías y en sus sufrimientos; en las horas
felices, así como en las oscuras de la existencia terrena”.
Además, el Obispo
de Roma ha recordado que en nuestros días se da gran importancia a la “dimensión subjetiva
de la existencia”, lo que por una parte, es un bien, dado que permite poner al hombre
y a su dignidad en el centro de la consideración, tanto en el pensamiento como en
la acción histórica”. Pero ha agregado que jamás se debe olvidar que el hombre encuentra
su dignidad profundísima en la mirada amorosa de Dios y en su referencia a Él. De
ahí que el Papa reafirmara que en la sociedad en que se da gran importancia al pluralismo
y a la tolerancia, la religión “tiende a ser marginada progresivamente y considerada
sin relevancia y, en cierto sentido, extraña al mundo civil”, casi como si se tuviera
que limitar su influencia en la vida del hombre.
Al contrario para
nosotros, los cristianos, el verdadero significado de la “conciencia” es la capacidad
del hombre de reconocer la verdad, y, más aún, la posibilidad de sentir la llamada
para buscarla y encontrarla. Porque los nuevos desafíos que se asoman en el horizonte
exigen que Dios y el hombre “vuelvan a encontrarse”; que la sociedad y las Instituciones
públicas encuentren su “alma”, sus raíces espirituales y morales, para dar nueva consistencia
a los valores éticos y jurídicos de referencia y por tanto a la acción práctica. El
Papa ha terminado exhortando a los agentes de policía de la ciudad de Roma a “ofrecer
un buen ejemplo de positiva y proficua interacción entre “sana laicidad” y “fe cristiana”.
Puesto que la “eficacia de vuestro servicio –les ha dicho- es el fruto de la combinación
entre profesionalidad y calidad humana, entre medios y sistemas de seguridad y dotes
humanas como la paciencia la perseverancia en el bien, la disposición y la escucha
de los demás.