2011-01-12 15:32:30

Audiencia general: el Papa destaca el papel de la mujer en la Iglesia y en la sociedad recordando la entrega mística de santa Catalina de Génova, una ayuda para los teólogos en la búsqueda de la ‘inteligencia de la fe'


Miércoles, 12 ene (RV).- Santa Catalina de Génova es un luminoso ejemplo de caridad y un estímulo particular para las mujeres, que contribuyen al bien de la Iglesia y de la sociedad, con sus valiosas obras, llenas de sensibilidad y atención hacía los más pobres y necesitados. Lo ha subrayado Benedicto XVI, dedicando su catequesis, de la audiencia general, a esta santa del siglo XV, cuya vida muestra que «los santos, en su experiencia de unión con Dios – afianzada en el amor y en la oración - alcanzan un ‘conocimiento’ tan profundo de los misterios divinos, que son una gran ayuda para todos, también para los teólogos, en la búsqueda de la ‘inteligencia de la fe’».

Evocando el intenso camino de conversión de esta santa, conocida por su explicación sobre el purgatorio, el Papa ha hecho hincapié en la gran humildad que caracterizó a Catalina. Destacando que su entrega plena a la misericordia divina la impulsa a alejarse de lo mundano, con el anhelo de purificar su alma, Benedicto XVI ha puesto de relieve que ella supo combinar la oración constante y la unión mística, con una vida de servicio activo de caridad a los más necesitados, sobre todo en su trabajo como directora del hospital más grande de Génova.

«Con su vida y sus enseñanzas, santa Catalina de Génova nos recuerda la importancia de la oración por los fieles difuntos y nos invita a dedicarnos con mayor devoción a la oración y también a las obras de caridad», ha señalado el Papa, reiterando que «cuanto más amamos a Dios y rezamos constantemente, tanto más logramos amar a quienes nos rodean, en especial a los más necesitados, porque descubrimos en ellos el rostro de Cristo, que nos ama sin límites y distinciones».

Éstas han sido las palabras de Benedicto XVI resumiendo su catequesis y saludando a los peregrinos de lengua española:

RealAudioMP3 Queridos hermanos y hermanas:
La catequesis de hoy está dedicada a santa Catalina de Génova, que vivió entre mil cuatrocientos cuarenta y mil quinientos diez. Recibió en su hogar una buena educación cristiana. Dada en matrimonio a los dieciséis años, su vida matrimonial no fue fácil. Catalina al principio lleva una existencia mundana que le causó un profundo sentido de vacío y amargura. Tras una particular experiencia espiritual, en la que ve con claridad sus miserias y sus defectos, al mismo tiempo que la bondad de Dios, nace la decisión de cambiar de vida: “no más el mundo, no más pecados”, iniciando un camino de purificación y de comunión mística con Dios. Dos elementos caracterizan toda su existencia: la unión íntima con el Señor, percibida como una unión esponsal, y el servicio al prójimo, especialmente a los más necesitados y abandonados. El pensamiento de Catalina sobre el purgatorio, por el cual es particularmente conocida, esta condensado en El tratado sobre el purgatorio y el Dialogo entre el alma y el cuerpo. El servicio humilde, fiel y generoso, que la Santa realizó es un luminoso ejemplo de caridad para todos y un estímulo particular para las mujeres que contribuyen con sus valiosas obras, llenas de sensibilidad y atención hacía los más pobres y necesitados, al bien de la Iglesia y de la sociedad.
 
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Uruguay y México y otros países latinoamericanos. Os invito a que siguiendo el ejemplo de amor de Dios de santa Catalina de Génova, sepáis entrar en intimidad de oración con Él y os dejéis transformar por el fuego de su amor. Muchas gracias. 

Dirigiendo un afectuoso saludo, como es tradicional, a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, Benedicto XVI ha señalado que «las vivencias de nuestra época ponen de relieve cuán urgente es, para los cristianos, anunciar el Evangelio con su propia vida». Por lo que ha exhortado a los jóvenes a ser fieles a Cristo siempre, para ser sembradores de esperanza y de alegría. A los queridos enfermos, los ha alentado a ofrecer sin temor, en el altar de Cristo, el valor incalculable de su sufrimiento, en beneficio de la Iglesia y del mundo. Y a los recién casados les ha deseado que hagan de su propia familia un auténtica escuela de vida cristiana.







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