Benedicto XVI centra su catequesis en la figura de Santa Catalina de Bolonia reiterando
la actualidad de sus siete armas espirituales para derrotar el mal
Miércoles, 29 dic (RV).- Con el anhelo de que Jesús, Salvador del mundo, encuentre
siempre un lugar digno en nuestros corazones y los colme de amor, de bien y de paz,
en su última audiencia general de 2010, Benedicto XVI ha recordado que la octava de
Navidad y el año que termina nos exhortan a la reflexión sobre el misterio del nacimiento
de Cristo y sobre la salvación del hombre.
El Papa ha dedicado su catequesis
a Catalina de Bolonia, subrayando que la vida de esta santa muestra que Dios no abandona
nunca al hombre, que lo acompaña con su misericordia infinita en las dificultades
y que, en su voluntad de salvarnos, transforma todo para bien. Recordando la espiritualidad
- iluminada por la gracia divina - de esta santa, que se consagró a Dios siendo muy
joven, Benedicto XVI ha reiterado que su progreso espiritual, a pesar de estar acompañado
por sufrimientos interiores, crisis profundas y tentaciones del demonio, se afianzó
en el amor misericordioso de Dios, roca inquebrantable sobre la cual construir nuestras
vidas.
En particular, Benedicto XVI ha invitado a reflexionar sobre la obra
que se conserva de Catalina de Bolonia, titulada «Las siete armas espirituales». Y
ha enumerado estas ‘armas’ para derrotar el mal, que siguen siendo de gran actualidad:
«Primero,
intentar diligentemente hacer el bien; segundo, creer que solos, nunca podremos hacer
algo realmente bueno; tercero, confiar en Dios, y por su amor, nunca temer la batalla
contra el mal, tanto fuera, como dentro de nosotros mismos; cuarto, meditar a menudo
sobre los hechos y las palabras de vida de Jesús, sobre todo en su pasión y muerte;
quinto, recordar que tenemos que morir; sexto, mantener vivo en nuestra mentes el
recuerdo de los bienes del Paraíso; y, séptimo, tener familiaridad con la Sagrada
Escritura, grabándola en nuestros corazones, para que oriente todos nuestros pensamientos
y acciones»
Santa Catalina nos habla y su figura es muy moderna. Sufre tentaciones y dudas
como nosotros, se siente abandonada por Dios, vive la oscuridad de la fe. Pero, en
todas estas situaciones se sujeta siempre a la mano del Señor y de la mano del Señor
encuentra el camino justo, el camino de la Luz. Así, ella nos dice también a nosotros:
¡ánimo, no dejéis la mano del Señor!», ha enfatizado el Santo Padre y ha destacado
asimismo que toda la vida de Catalina de Bolonia ha sido un modelo de humildad y de
obediencia. Ella veía en la desobediencia un signo del orgullo espiritual que destruye
todas las otras virtudes, ha señalado el Papa, deseando luego que el ejemplo de esta
santa pueda inspirar en todos nosotros la humilde obediencia a la voluntad de Dios
en nuestros esfuerzos cotidianos para permanecer fieles a sus planes para nuestras
vidas:
«Quisiera destacar otro aspecto de su gran humildad. Es una persona
que no quiere ser importante. Quiere servir y, por ello era creíble, porque se podía
ver que para ella la autoridad era servir a los demás»
Como
siempre, el Santo Padre ha resumido su catequesis también en español, éstas eran sus
palabras, que ha concluido deseando a todos un Año lleno de las bendiciones del Señor
y que, a ejemplo de Santa Catalina de Bolonia, nos dejemos guiar siempre por Dios,
confiando en su bondad, que nunca nos abandona:
Queridos hermanos
y hermanas:
Quisiera hoy recordar con vosotros la figura de Santa Catalina
de Bolonia, nacida en 1413 en el seno de una noble familia. A los diez años se trasladó
a Ferrara, donde recibió una esmerada educación. Cuatro años después, decidió dejar
la corte para consagrarse a Dios en una comunidad de piadosas muchachas. Dos años
después, la responsable del grupo funda un monasterio de agustinas. Catalina y algunas
otras, en cambio, prefieren seguir la espiritualidad franciscana, transformando la
comunidad en un monasterio de Clarisas. Tuvo frecuentes visiones y éxtasis, pero también
tentaciones y dudas. Por obediencia, acepta el encargo de Maestra de novicias, ejerciendo
este oficio con sabiduría. Años más tarde, es trasladada a Bolonia como abadesa de
un nuevo monasterio, en el que edifica a sus hermanas por su espíritu de oración y
servicio. La única obra que se conserva de ella se titula Las siete armas espirituales.
Murió en 1463 y fue canonizada por Clemente XI en 1712.
Saludo con afecto
a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de la Parroquia de
Nuestra Señora de Guadalupe, de Valdivia, a los miembros de la Escolanía de Loyola,
de Pamplona, y a los demás grupos procedentes de España, Méjico, Argentina y otros
países latinoamericanos. Que, a ejemplo de Santa Catalina de Bolonia, os dejéis guiar
siempre por Dios, confiando en su bondad, que nunca nos abandona. Deseo a todos un
Año lleno de las bendiciones del Señor. Muchas gracias