Audiencia general: el Papa recuerda la proximidad de la Navidad, que no puede ser
solo apariencia exterior, sino un momento de purificación de la conciencia y de trabajo
en aras de la paz y la justicia
Miércoles, 22 dic (RV).- Benedicto XVI ha dedicado la catequesis de la audiencia general
de esta mañana en el Aula Pablo VI del Vaticano a la inminente Navidad del Señor que
celebraremos este próximo sábado. El Papa ha dicho que la Navidad no puede ser sólo
"embellecimiento del exterior", sino que el hombre debe "purificar" su conciencia
y trabajar en aras de la paz y la justicia para cada hombre. "Que el Niño Jesús no
nos encuentre sin preparar, interesados sólo en embellecer la realidad exterior. Purifiquemos
nuestra conciencia y nuestra vida de todo aquello que es contrario a la venida de
Cristo, que nos empuje a realizar el bien y a contribuir a la paz y a la justicia
para cada hombre en este mundo y a caminar así al encuentro con el Señor".
El
Papa ha dicho que está terminando el tiempo de Adviento, caracterizado por esta “gozosa”
actitud fundamental de esperanza que tiene el cristiano que desea reencontrar a 'Emmanuel':
el 'Dios con nosotros'. Así pues, casi terminado “este tiempo lleno de asombro”, nos
acercamos al "lugar " donde “en la noche del mundo, para nosotros y para nuestra salvación,
todo comenzó”.
El Pontífice ha explicado que “podemos tener un anticipo de
lo que representa esta luz delante de Belén, que empieza a irradiar en el mundo, con
la alegría que tuvieron Zacarías e Isabel”, los padres de san Juan el bautista. Jesús
es “Aquel que nos da acceso a la verdadera vida y nos convierte al esplendor de los
orígenes”. “Él nos llama a ser como él. Nos enseña a ver y a amar los eventos y el
mundo con los ojos mismos de Dios”.
“Pueda el pesebre, signo enternecedor
y característico de la belleza del Misterio de la Encarnación, -ha afirmado el Papa-
ofrecer a todos los hombres de buena voluntad, una imagen del amor infinito de Dios”.
Benedicto XVI ha pedido la intercesión de la Virgen María y de San José para que “nos
ayuden a vivir este misterio con renovada gratitud al Señor”.
El Santo Padre
ha señalado que la “Navidad nos aporta una alegría profunda porque nos hace tangible
la bondad de nuestro Dios”. El Papa ha invitado a los fieles a prepararnos con alegría
para la Navidad, purificando la conciencia de todo aquello que es contario a la llegada
de Dios al mundo y “dejándonos iluminar por Él, que se hace Niño”. “Éstas son las
felicitaciones que os ofrezco a todos, -ha dicho- dirigidas especialmente a los que
sufren, y que extiendo también a vuestras comunidades, a vuestras familias y a todos
vuestros seres queridos”.
Queridos hermanos
y hermanas: En la espera gozosa que caracteriza los días que
preceden a la Navidad, nos acercamos al “lugar” donde ha iniciado nuestra salvación,
donde todo encuentra cumplimiento y se cruza la espera del mundo y el corazón humano.
Nos alegramos por la pequeña luz que se vislumbra en la gruta de Belén y que se irradia
sobre el mundo. En el camino del Adviento, se nos invita a acoger con disponibilidad
y a contemplar con admiración el gran acontecimiento de la venida del Salvador, como
ora la Iglesia en su liturgia: Muy pronto vendrá el Señor, que domina los pueblos,
y se llamará Emmanuel, porque tendremos a Dios-con-nosotros. El Verbo hecho Niño ayuda
a comprender el modo de actuar de Dios, transforma al hombre por su bondad y misericordia,
purifica la conciencia y la vida de todo lo que es contrario a su venida: pensamientos,
palabras, actitudes y acciones. La tradición de preparar el pesebre en las casas,
en los lugares de trabajo, en los sitios de encuentro, ha de ser cada vez más un signo
auténtico del tiempo de Navidad, mostrándose como expresión de nuestra espera y acción
de gracias a Aquel que ha decidido compartir nuestra condición humana, en la pobreza
y en la sencillez. El pesebre, como genuino testimonio de fe cristiana, puede ofrecer
aún hoy a los hombres de buena voluntad una sugestiva imagen del amor infinito del
Padre. Saludo a los grupos de lengua española, en particular
a los peregrinos de Alange y Córdoba, así como a los demás fieles provenientes de
España, México y otros países latinoamericanos. Deseo a todos una feliz Navidad y
os invito a preparar vuestro corazón para recibir al Niño Jesús. Que la Virgen María
y San José nos ayuden a vivir el Misterio de este tiempo santo con renovada gratitud
al Señor, ofreciendo a los demás paz y alegría. Muchas gracias. Como
es habitual el Santo Padre al final de la audiencia ha saludado a los jóvenes a los
enfermos y a los recién casados. Que a pocos días de la solemnidad de Navidad, el
amor que Dios manifiesta a la humanidad con el nacimiento de Cristo, acreciente en
vosotros, queridos jóvenes, el deseo de servir generosamente a los hermanos. Que sea
para vosotros, queridos enfermos, fuente de consuelo y de serenidad, porque el Señor
viene a visitarnos, trayéndonos consolación y esperanza. Y que inspire en vosotros,
queridos recién casados, poder consolidar vuestra promesa de amor y de recíproca fidelidad.