Ángelus: el Papa exhorta a los Pastores a ofrecer a los fieles cristianos y al mundo
entero la humilde y cotidiana propuesta de las palabras y de los gestos de Cristo
Domingo, 19 dic (RV).- Con el anhelo de que «tal como hicieron, José y María, nosotros
también podamos ofrecer hospitalidad a Dios, que viene entre nosotros como niño humilde
y frágil, lleno de amor y de ternura para todos los hombres», Benedicto XVI introdujo
el rezo del Ángelus encomendando a todos los Pastores de la Iglesia al próvido custodio
de la Sagrada Familia de Nazaret e invocó a María para que nos ayude a ver a Jesús:
«Queridos amigos,
a san José, patrono universal de la Iglesia, deseo encomendar a todos los Pastores,
exhortándolos a ofrecer ‘a los fieles cristianos y al mundo entero la humilde y cotidiana
propuesta de las palabras y de los gestos de Cristo’. Que nuestra vida pueda adherirse
cada vez más a la Persona de Jesús, precisamente porque ‘Aquel que es el Verbo asume
Él mismo un cuerpo, viene de Dios como hombre y atrae hacia sí a toda la existencia
humana, conduciéndola dentro de la palabra de Dios’ ¡Invoquemos con confianza a la
Virgen María, la llena de gracia ‘adornada por Dios’, para que, en la Navidad ya inminente,
nuestros ojos se abran y vean a Jesús y nuestro corazón se llene de júbilo en este
admirable encuentro de amor!. En este domingo, que nos prepara
a la celebración del Nacimiento de Jesús, del «Hijo de Dios hecho hombre en el vientre
de una virgen, cuyo misterio manifiesta, al mismo tiempo, el amor, la sabiduría y
la potencia de Dios en favor de la humanidad herida por el pecado», el Papa reflexionó
sobre la narración del Evangelio de san Mateo, «enfocada desde el punto de vista de
san José, que estaba desposado con María, la cual, antes de empezar a estar juntos
ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo (Mt 1,18)».
Tras hacer
hincapié en que el evangelista presenta a san José como hombre justo, fiel a la ley
de Dios y disponible a cumplir la voluntad divina, Benedicto XVI señaló que, por ello,
entra en el misterio de la Encarnación después de que un ángel del Señor, que se le
aparece en sueños y le anuncia: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María
tu esposa, porque lo concebido en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz a un hijo
a quien pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt
1,20-21).
«Abandonando la idea de repudiar en secreto a María, san José la
toma consigo, porque ahora sus ojos ven en ella la obra de Dios», reiteró el Santo
Padre, citando luego a san Ambrosio, que pone de relieve la amabilidad y figura del
justo, que hacen más digna su calidad de testigo. Aún habiendo quedado turbado, José
actúa como le había ordenado el ángel del Señor:
«También poniéndole
el nombre de Jesús a aquel Niño que sostiene a todo el universo, san José se coloca
entre la multitud de servidores humildes y fieles, semejante a los ángeles y a los
profetas, a los mártires y a los apóstoles, como cantan los himnos orientales. San
José anuncia los prodigios del Señor, testimoniando la virginidad de María, la acción
gratuita de Dios y custodiando la vida terrena del Mesías».
Benedicto
XVI invitó a venerar «al padre legal de Jesús», como el Catecismo de la Iglesia Católica
llama a san José. Señalando que «en él se perfila el hombre nuevo, que mira con confianza
y valentía al futuro, no sigue su propio proyecto, sino que se encomienda totalmente
a la infinita misericordia de Aquel que cumple las profecías y abre el tiempo de la
salvación».
Después del rezo a la Madre de Dios y del responso por los difuntos,
el Santo Padre dirigió sus saludos en varias lenguas, a los numerosos fieles de tantos
países, que acudieron a la plaza de san Pedro para rezar con él. Éstas eran sus palabras
en nuestra lengua:
Saludo con afecto a
los fieles de lengua española aquí presentes y a cuantos participan en esta oración
mariana a través de los diversos medios de comunicación. En la proximidad de la Navidad,
os invito a dirigir vuestra oración humilde y confiada al Niño Jesús, nacido de la
Santísima Virgen, para que su luz oriente vuestras vidas y os llene de su amor y paz.
Que impulsados por la docilidad de nuestra Madre del Cielo estemos siempre dispuestos
a realizar en todo la voluntad del Señor, que nos llama y cuenta con cada uno de nosotros.
Feliz domingo. También en sus saludos en polaco, Benedicto XVI
destacó que el mensaje del cuarto domingo de Adviento se resume en las palabras del
Profeta Isaías: «El Señor mismo va a daros una señal: he aquí que la doncella ha concebido
y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. Esta señal es Jesús, el
Hijo de Dios, la esperanza de nuestro pueblo, cuyo nacimiento es esperado por María,
Virgen Madre».
Una vez más, el Papa invitó a «abrir nuestros corazones, para
que junto con María podamos acoger a Jesús con amor y humildad. Y, como San José,
sepamos leer en la vida cotidiana los signos de la Providencia».