En la memoria litúrgica de San Juan de la Cruz, Benedicto XVI celebra la Santa Misa
en el Monasterio Mater Eclesiae en el Vaticano
Martes, 15 dic (RV).- En el marco de la Memoria litúrgica de San Juan de la Cruz,
y clausura del cuarto centenario de la fundación de la Orden de la Visitación, Benedicto
VI celebró ayer la Santa Misa en el Monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano, en
la que participaron siete monjas de dicho monasterio.
El Santo Padre en la
homilía reflexionó en torno a Jesús, Palabra definitiva de Dios a los hombres, explicando
que el Hijo del Hombre, donándose en persona ha mostrado el verdadero rostro del Padre,
y comentó algunos pensamiento de san Juan de la Cruz, definido el Santo del misterio
pascual. Al centro de su vida, en efecto esta la cruz, amada íntimamente. Viviendo
la cruz –dijo Benedicto XVI- el santo comprendió que ella es amor y que en su misterio
se cumple el misterio del amor.
El Papa subrayó que en el Antiguo Testamento
eran muchas las formas en las que Dios se manifestaba y se aproximaba a su pueblo,
entre ellas las visiones y las palabras proféticas. Todo esto sin duda alguna es una
gran expresión de riqueza de la revelación, en la cual aparece un aspecto del misterio
divino.
Al referirse al Nuevo Testamento Benedicto XVI observó que no son
muchos los modos en los cuales Dios habla, porque –explicó- es en Jesús, en Cristo,
en el que Dios hace sentir su Palabra. Retomando este concepto el Papa subrayó cómo
en el Nuevo Testamento Dios no ha dicho algo más, sino que su palabra ha sido su propio
Hijo. Y este es el concepto desarrollado por san Juan de la Cruz, quien consideraba
que Dios lo dijo todo en su Hijo, y a través de Él, la humanidad puede conocer su
rostro, el rostro de Dios trinitario. El Papa manifestó que la vocación del hombre
es la de entrar en esta totalidad para ser tocado e impregnado por la riqueza del
don que es Dios mismo.