Astaná: el cardenal Bertone entrega dos fragmentos de las reliquias de san Andrés
a la comunidad ortodoxa
Martes, 30 nov (RV).- A partir de mañana y hasta el jueves 2 de diciembre, tendrá
lugar en Astaná, Kazajistán, la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de los 56
Estados que participan en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.
La Santa Sede, que es miembro con pleno título de dicha Organización, participará
con una delegación encabezada por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado
de Su Santidad, e integrada, entre otros, por Mons. Dominique Mamberti, secretario
para las Relaciones con los Estados; Mons. Miguel Maury Buendía, nuncio apostólico
en Kazajistán; y Mons. Michael Banah, representante permanente de la Santa Sede ante
la OSCE. Inmediatamente después, es decir los días 3 y 4 de diciembre, el cardenal
secretario de Estado realizará una visita pastoral a Kazajistán, acompañado por el
secretario para las Relaciones con los Estados.
Precisamente hoy, en la memoria
litúrgica del Apóstol San Andrés, el cardenal Tarcisio Bertone, pronunció la homilía
durante la ceremonia litúrgica que tuvo lugar en la catedral ortodoxa de Astaná, Kazajistán,
con motivo de la entrega de las reliquias del santo.
El purpurado comenzó
afirmando que se sentía feliz de encontrarse en la capital de esta noble República,
situada en el corazón del territorio eurasiático, y expresó su profunda alegría por
poder visitar esta catedral de la Asunción, recientemente abierta al culto. Tras saludar
con afecto a las autoridades y fieles presentes, el cardenal Bertone agradeció la
fraterna acogida de Su Eminencia el metropolita Alexander, llevando el saludo cordial
del Santo Padre Benedicto XVI, con la solicitud de transmitirlo a Su Santidad Kirill,
Patriarca de Moscú y de todas las Rusias.
El cardenal Secretario de Estado
manifestó su deseo de que este encuentro fraterno suscite “un renovado impulso” para
unir los esfuerzos tendentes a que en un futuro no lejano los discípulos de Cristo
“proclamen con una sola voz y un solo corazón el Evangelio, mensaje de esperanza para
la entera humanidad”. Aludiendo a la ocasión de esta agradable visita a Astaná, que
se la ha dado la Cumbre de los Jefes de Estado y de Gobierno de los países de la Organización
para la Seguridad y Cooperación en Europa, el purpurado afirmó que al acoger esta
invitación, pensó en la alegría de viajar a un país en el que “hay amplias posibilidades
para una serena y proficua convivencia religiosa”.
En este contexto, el cardenal
Bertone afirmó que “para nosotros, los cristianos, “el deber del amor recíproco” es
más urgente que nunca. Porque estamos llamados a “testimoniar a todos, con las palabras
y con las obras, que Dios es Amor”. Y a este respecto dijo que con su presencia también
deseaba animar a proseguir por el camino “del gran respeto y afecto”, que sabe que
existe entre la Comunidad ortodoxa y la católica de Astaná, así como de otras ciudades.
“Que no falten, queridos amigos –dijo textualmente el cardenal Secretario de Estado-
ocasiones propicias de mutuo apoyo y de profundización de la amistad”.
Al
mismo tiempo, el purpurado manifestó su alegría al cumplir el encargo que le encomendó
el Santo Padre Benedicto XVI, al entregar un fragmento de las insignes reliquias del
Apóstol san Andrés, que se veneran en Italia, en la ciudad de Amalfi. Y dijo que se
sentía honrado de hacerlo en las manos de Su Eminencia el Metropolita Alexander, en
respuesta a la “devota solicitud que su predecesor, el Metropolita Mefodji, y el arzobispo
Tomash Peta, habían dirigido conjuntamente al Papa. Mientras el Pontífice, de buena
gana queriendo salir al encuentro de este ardiente deseo, decidió destinar a las respectivas
Iglesias dos fragmentos de estas preciosas Reliquias. Elección que, como dijo el cardenal
Bertone, “tiene un profundo significado”, porque subraya la común veneración de los
Apóstoles”.
Al concluir su homilía, el purpurado se refirió “al precioso icono
donado por el Patriarca Atenágoras I al Papa Pablo VI, el 5 de enero de 1964, en el
que los dos santos Apóstoles, Pedro y Andrés, se abrazan en un elocuente lenguaje
de amor, a los pies del Cristo glorioso. Andrés –dijo– fue el primero que siguió al
Señor. Pedro fue llamado a confirmar a sus hermanos en la fe. Su abrazo bajo la mirada
de Cristo es una invitación a proseguir en el camino emprendido, hacia aquella meta
de unidad que juntos anhelamos alcanzar”.
“¡Que nada nos desaliente!, dijo
al finalizar. ¡Sigamos adelante con esperanza, sostenidos por la intercesión de los
apóstoles Pedro y Andrés y por la maternal protección de María Santísima, Madre de
Cristo y Madre nuestra!”. E invitó a pedir a Dios, con particular intensidad, el don
precioso de la unidad de todos los cristianos, haciendo nuestra la invocación que
Jesús elevó al Padre por sus discípulos: “Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí
y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú
mes has enviado” (Jn 17, 21).