2010-11-30 16:12:41

Astaná: el cardenal Bertone entrega dos fragmentos de las reliquias de san Andrés a la comunidad ortodoxa


Martes, 30 nov (RV).- A partir de mañana y hasta el jueves 2 de diciembre, tendrá lugar en Astaná, Kazajistán, la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de los 56 Estados que participan en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.

La Santa Sede, que es miembro con pleno título de dicha Organización, participará con una delegación encabezada por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de Su Santidad, e integrada, entre otros, por Mons. Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados; Mons. Miguel Maury Buendía, nuncio apostólico en Kazajistán; y Mons. Michael Banah, representante permanente de la Santa Sede ante la OSCE. Inmediatamente después, es decir los días 3 y 4 de diciembre, el cardenal secretario de Estado realizará una visita pastoral a Kazajistán, acompañado por el secretario para las Relaciones con los Estados.

Precisamente hoy, en la memoria litúrgica del Apóstol San Andrés, el cardenal Tarcisio Bertone, pronunció la homilía durante la ceremonia litúrgica que tuvo lugar en la catedral ortodoxa de Astaná, Kazajistán, con motivo de la entrega de las reliquias del santo.

El purpurado comenzó afirmando que se sentía feliz de encontrarse en la capital de esta noble República, situada en el corazón del territorio eurasiático, y expresó su profunda alegría por poder visitar esta catedral de la Asunción, recientemente abierta al culto. Tras saludar con afecto a las autoridades y fieles presentes, el cardenal Bertone agradeció la fraterna acogida de Su Eminencia el metropolita Alexander, llevando el saludo cordial del Santo Padre Benedicto XVI, con la solicitud de transmitirlo a Su Santidad Kirill, Patriarca de Moscú y de todas las Rusias.

El cardenal Secretario de Estado manifestó su deseo de que este encuentro fraterno suscite “un renovado impulso” para unir los esfuerzos tendentes a que en un futuro no lejano los discípulos de Cristo “proclamen con una sola voz y un solo corazón el Evangelio, mensaje de esperanza para la entera humanidad”. Aludiendo a la ocasión de esta agradable visita a Astaná, que se la ha dado la Cumbre de los Jefes de Estado y de Gobierno de los países de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, el purpurado afirmó que al acoger esta invitación, pensó en la alegría de viajar a un país en el que “hay amplias posibilidades para una serena y proficua convivencia religiosa”.

En este contexto, el cardenal Bertone afirmó que “para nosotros, los cristianos, “el deber del amor recíproco” es más urgente que nunca. Porque estamos llamados a “testimoniar a todos, con las palabras y con las obras, que Dios es Amor”. Y a este respecto dijo que con su presencia también deseaba animar a proseguir por el camino “del gran respeto y afecto”, que sabe que existe entre la Comunidad ortodoxa y la católica de Astaná, así como de otras ciudades. “Que no falten, queridos amigos –dijo textualmente el cardenal Secretario de Estado- ocasiones propicias de mutuo apoyo y de profundización de la amistad”.

Al mismo tiempo, el purpurado manifestó su alegría al cumplir el encargo que le encomendó el Santo Padre Benedicto XVI, al entregar un fragmento de las insignes reliquias del Apóstol san Andrés, que se veneran en Italia, en la ciudad de Amalfi. Y dijo que se sentía honrado de hacerlo en las manos de Su Eminencia el Metropolita Alexander, en respuesta a la “devota solicitud que su predecesor, el Metropolita Mefodji, y el arzobispo Tomash Peta, habían dirigido conjuntamente al Papa. Mientras el Pontífice, de buena gana queriendo salir al encuentro de este ardiente deseo, decidió destinar a las respectivas Iglesias dos fragmentos de estas preciosas Reliquias. Elección que, como dijo el cardenal Bertone, “tiene un profundo significado”, porque subraya la común veneración de los Apóstoles”.

Al concluir su homilía, el purpurado se refirió “al precioso icono donado por el Patriarca Atenágoras I al Papa Pablo VI, el 5 de enero de 1964, en el que los dos santos Apóstoles, Pedro y Andrés, se abrazan en un elocuente lenguaje de amor, a los pies del Cristo glorioso. Andrés –dijo– fue el primero que siguió al Señor. Pedro fue llamado a confirmar a sus hermanos en la fe. Su abrazo bajo la mirada de Cristo es una invitación a proseguir en el camino emprendido, hacia aquella meta de unidad que juntos anhelamos alcanzar”.

“¡Que nada nos desaliente!, dijo al finalizar. ¡Sigamos adelante con esperanza, sostenidos por la intercesión de los apóstoles Pedro y Andrés y por la maternal protección de María Santísima, Madre de Cristo y Madre nuestra!”. E invitó a pedir a Dios, con particular intensidad, el don precioso de la unidad de todos los cristianos, haciendo nuestra la invocación que Jesús elevó al Padre por sus discípulos: “Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú mes has enviado” (Jn 17, 21).







All the contents on this site are copyrighted ©.