Benedicto XVI señala la misión, una robusta formación y la vida fraterna en comunidad
como claves para comprender y revitalizar la vida consagrada
Viernes, 26 nov (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana en audiencia en el palacio
apostólico del Vaticano, a los participantes a la Asamblea semestral de la Unión de
Superiores Generales, que se está celebrando en Roma en continuidad con la del pasado
mes de mayo, sobre el tema de la vida consagrada en Europa.
“Sois por vocación
-les ha dicho el Papa en su discurso- buscadores de Dios. A está búsqueda consagráis
las mejores energías de vuestra vida; pasáis de las secundarias a las esenciales,
a lo que es verdaderamente importante. Buscáis lo definitivo, buscáis a Dios”. Como
los primeros monjes, ha proseguido el Santo Padre, “cultiváis una orientación escatológica:
detrás de lo provisional, buscáis lo que queda, lo que no pasa”.
La renovación profunda
de la vida consagrada parte de la centralidad de la Palabra de Dios, y de forma más
concreta, del Evangelio, regla suprema para todos vosotros, como afirma el Concilio
Vaticano II, en el Decreto Perfectae caritatis (cfr n. 2) y como comprendieron muy
bien vuestros Fundadores: la vida consagrada es una planta rica de ramas que ahonda
sus raíces en el Evangelio».
Y esto lo demuestra, ha explicado Benedicto
XVI, la historia misma de los Institutos religiosos, en los cuales la “firme voluntad
de vivir el mensaje de Cristo y configurar la propia vida en ello” es el criterio
fundamental del discernimiento vocacional.
“Es el Evangelio, vivido cotidianamente,
el elemento que embellece la vida consagrada”. De ello tiene necesidad la sociedad
actual y esto espera de vosotros la Iglesia: “ser evangelio viviente”, ha afirmado
el Papa.
Otro aspecto fundamental de la vida consagrada, que ha subrayado,
ha sido el de la “fraternidad”. “La vida fraterna es uno de los aspectos que más buscan
los jóvenes que se acercan a vuestra vida”, les ha dicho el Pontífice a los Superiores
Generales; “es un elemento profético importante que ofrecéis en una sociedad fuertemente
individualista”. “Hay necesidad de un serio y constante discernimiento para escuchar
lo que el Espíritu dice a la comunidad, para reconocer aquello que viene del Señor
y aquello que les es contrario”.
«Sin el discernimiento,
acompañado por la oración y por la reflexión, la vida consagrada corre el riesgo de
acomodarse sobre los criterios de este mundo: el individualismo, el consumismo y el
materialismo. Criterios que apagan la fraternidad y hacen perder fascinación y aliciente
a la misma vida consagrada. Sed maestros de discernimiento, con el fin de que vuestros
hermanos y vuestras hermanas asuman este habitus y vuestras comunidades sean signo
elocuente para el mundo de hoy».
“Vosotros que ejercéis el servicio de
la autoridad y tenéis competencias de guías, recordad que una parte importante de
la animación espiritual y del gobierno es la búsqueda común de los medios para favorecer
la comunión, la mutua comunicación, el calor y la verdad en las relaciones recíprocas.
Y el último elemento que ha destacado el Santo Padre ha sido “la misión”.
«La misión es el
modo de ser de la Iglesia y, en ella, de la vida consagrada. Forma parte de vuestra
identidad, os impulsa a llevar el Evangelio a todos, sin confines. La misión, sostenida
por una fuerte experiencia de Dios, por una robusta formación y por la vida fraterna
en comunidad, es una clave para comprender y revitalizar la vida consagrada».