Presentación de «Luz del Mundo», un libro donde el Papa condensa su pensamiento, sus
preocupaciones y sufrimientos de estos años: su desilusión por una época de hostilidad
hacia la Iglesia y su conmoción por los casos de pederastia, que califica de enorme
nube de suciedad que enfanga y ensombrece todo
Martes, 23 nov (RV).- Esta mañana a las 10.30 en el Aula Juan Pablo II de la Sala
de Prensa de la Santa Sede, se llevó a cabo la presentación del libro: “Luz del Mundo.
El Papa, la Iglesia, los signos de los tiempos. Una conversación del Santo Padre Benedetto
XVI con Peter Seewald” publicado por la Librería Editora Vaticana. Intervinieron
Mons. Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la nueva
Evangelización y el periodista italiano Luigi Accattoli.
Estuvieron presentes
el autor de la entrevista, Peter Seewald, y Don Giuseppe Costa, director de la Librería
Editora Vaticana. La presentación fue moderada por el director de la Oficina de Prensa
de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, quien explicó el por qué el Papa ha
realizado esta entrevista.
“Porque ha pensado
que hablar a la gente de hoy en un lenguaje simple, coloquial, sobre tantas cuestiones
que las personas se plantean sería un servicio que él podía dar. Nace de una intención
pastoral. Esto me lo decía ayer explícitamente a la pregunta de por qué lo ha hecho”.
«Luz del mundo». El título de este libro, que con extrema probabilidad
eligió el mismo Benedicto XVI, lleva su sello inconfundible, que no permite que nos
detengamos sobre la persona del Papa, sino que nos proyecta más allá, hacia Cristo,
que sigue iluminando la historia desde hace dos mil años. Con estas palabras, presentando
el anunciado y esperado libro, el presidente del Pontificio Consejo para la promoción
de la nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella. En su intervención Mons. Fisichella,
hizo hincapié en que, «desde las primeras páginas de esta obra, la protagonista es
la Iglesia, su naturaleza, su presencia en la historia, el servicio que el Papa está
llamado a desarrollar y, cosa no secundaria, la misión que aún hoy debe proseguir
para ser fiel a su Señor». Mons. Fisichella leyó textualmente estas palabras de Benedicto
XVI, en el mencionado libro, explicando el anhelo y objetivo del Papa:
«Vivimos en una
época en la cual es necesaria una nueva evangelización. Una época en la cual el único
Evangelio debe ser anunciado en su racionalidad grande e inmutada, y, al mismo tiempo,
en aquella potencia que supera aquella racionalidad. De tal modo que llegue de modo
nuevo a nuestro pensamiento y a nuestra comprensión... Es importante entender a la
Iglesia no como un aparato que debe hacer de todo, sino más bien como un organismo
vivo que proviene de Cristo mismo (p 193-194). A la luz de esta referencia, es fácil
percibir el objetivo que marca estos años de pontificado, tendidos a mostrar cuán
decisivo es para el hombre de hoy saber percibir la presencia de Dios en su vida,
para poder responder libremente – ello en efecto conlleva el continuo evidenciar de
la racionalidad – a la pregunta que cualifica, sobre el sentido de la propia existencia».
Mons.
Fisichella explicó luego que la entrevista se desplaya en varios campos, con unas
280 páginas y más de 90 preguntas. Como son «la vida personal del Papa, las grandes
cuestiones que marcan la teología del momento, los diversos acontecimientos políticos
que acompañan desde siempre las relaciones entre diversos países y, en fin, los interrogativos
que a menudo ocupan gran parte del debate público».«Una entrevista que se propone
impulsar un serio examen de conciencia dentro y fuera de la Iglesia, para llegar a
una verdadera conversión del corazón y de la mente. Las condiciones de vida de la
sociedad, la ecología, la sexualidad, la economía y la finanza, la misma Iglesia...
son temas que requieren un compromiso particular para verificar la dirección cultural
del mundo de hoy y las perspectivas que se abren para el futuro».
Un Papa que
no se escabulle ante ninguna pregunta, que desea aclarar todo con un lenguaje sencillo,
pero no por ello menos profundo y que acepta con benevolencia aquellas provocaciones
que tantas cuestiones poseen, destacó Mons. Fisichella, subrayando que «reducir, sin
embargo, toda la entrevista e una frase extrapolada de su contexto y del conjunto
del pensamiento de Benedicto XVI sería una ofensa a la inteligencia del Papa y una
gratuita instrumentalización de sus palabras.
También en estas páginas emerge
la visión de Benedicto XVI de una Iglesia llamada a ser Luz del mundo, signo de unidad
del género humano e instrumento para percibir lo esencial de la vida. Aunque se presente
como una Iglesia que da escándalo, que no quiere amoldarse a la moda del momento,
signo de contradicción que tiene la misión de mantener viva en el curso de los siglos
la fe en el Señor Resucitado.
«Luz del Mundo,
no es obviamente un libro escrito por Benedicto XVI, y sin embargo aquí se condensa
su pensamiento, sus preocupaciones y sufrimientos de estos años, su programa pastoral
y sus expectativas para el futuro. La impresión que se recibe es la de un Papa optimista
sobre la vida de la Iglesia, a pesar de las dificultades que la acompañan desde siempre».
Una Iglesia que crece, viva y dinámica. En los últimos años, el número
de los sacerdotes ha aumentado en todo el mundo y también el número de seminaristas,
recuerda el Papa, sin olvidar que es una Iglesia compuesta también por pecadores y,
sin querer minimizar el mal, añade que el bien que cumple la misma Iglesia está ante
la vista de todos, a pesar de que a menudo se quiere mirar. Página tras página se
nota la paciencia de querer responder claramente a cada pregunta. Benedicto XVI abre
su corazón también ante los problemas que se presentan sobre la mesa de la historia
de estos años y dice estas palabras, leídas por Mons. Fisichella:
«Sí, es una crisis
grande, hay que decirlo. Ha sido una fortísima conmoción para todos nosotros. De repente
toda aquella suciedad. Ha sido como si el cráter de un volcán eructara improvisamente
una enorme nube de suciedad que enfangaba y ensombrecía todo». Recordando
el tono sencillo y profundo de las respuestas de Benedicto XVI, Mons. Fisichella puso
de relieve también la espiritualidad que caracteriza al Papa y que deja sin palabras,
el que lee sus respuesta se rinde. Como o cuando cuenta el momento de su elección,
en el que le pregunta al Señor, qué está haciendo y luego le dice «si tú me has querido,
ahora me debes ayudar».
«Familiaridad, confidencias, ironía, en algunos momentos
sarcasmo, pero sobre todo, sencillez y verdad, son los rasgos características de este
coloquio elegido por Benedicto XVI para hacer partícipe al gran público de su pensamiento,
de su modo de ser y de su modo de concebir la misma misión que le ha sido encomendada,
concluyó Mons. Fsichella, señalando que es «una empresa no fácil en el periodo de
la comunicación que tiende a menudo a subrayar sólo algunos fragmentos y deja en la
sombra la globalidad. Un volumen para leer y sobre el cual meditar para comprender,
una vez más, cómo la Iglesia puede ser en el mundo anuncio de una bella noticia que
brinda alegría y serenidad»
Por su parte el periodista Luigi Accattoli invitó
a leer este libro como una “visita guiada al laboratorio papal de Benedicto XVI y
al mundo vital de Joseph Ratzinger”, notando que en ese mundo tuvo un papel decisivo
la llamada a la Cátedra de Pedro que lo sorprendió aquella tarde de abril en suéter
negro y con aquel suéter negro bajo el habito blanco lo llevó al balcón de la Basílica
de San Pietro. “Esta ‘visita guiada’ nos dice algo sobre el hombre en suéter, sobre
aquel con el hábito blanco y sobre la relación entre ambos”.
Accattoli agregó
que al “lado humano de su manera de hacer el Papa”, veremos a Joseph-Benedicto que
duda y se interroga, o que – según el argumento que toca – es seguro de sí y de su
palabra; que nos informa cómo ha llegado a tomar una decisión, que admite errores
y reflexiones o deja ver alguna futura orientación. “En este libro veremos a este
hombre llamado a ser Papa en la actitud con la que viene publicando los dos volúmenes
sobre Jesús de Nazaret, que propone no como documentos de magisterio sino como atestados
de la propia búsqueda del rostro del Señor”.
El periodista Accattoli observa
que en este libro, que ha requerido seis horas de conversación amical, el Papa toca
diversos temas, también los “difíciles”, como la dimisión ante la imposibilidad de
cumplir su misión. El Santo Padre aclara que nunca pensó en ella con respecto al
escándalo de la pederastia, argumentando que “no se puede escapar en el momento del
peligro”. El Papa trata también el conflicto de la fe cristiana con nuestro tiempo:
en el conflicto con el mundo moderno será necesario preguntarse a cada paso “en qué
cosa el secularismo tiene razón” y donde se le deberá en cambio “oponer resistencia”.
Accattoli agregó en su intervención que Benedicto XVI no teme usar expresiones
como “pecaminosidad de la Iglesia”. El término “suciedad” para indicar el pecado presente
en la Iglesia se menciona en el volumen a propósito de la pederastia en el clero y
al “enorme impacto” que ha provocado. El Papa habla de la excomunión al obispo Williamson.
Explica el itinerario que lo ha llevado a la decisión sobre las excomunicaciones de
los obispos lefebvrianos, haciendo presente que se ha seguido el mismo criterio adoptado
por los obispos chinos ordenados sin el mandato papal.
Califica a Marcial
Maciel Degollado, fundador des legionarios de Cristo, como un falso profeta, con una
vida aventurera, derrochada y extraviada"."Lamentablemente hemos llegado con mucha
lentitud y atraso a abordar ese caso, que de alguna manera estaba muy oculto", dice
el Papa. Benedicto XVI recuerda que ordenó una inspección de los Legionarios de Cristo
y subraya que, aunque "naturalmente" hay que hacer "correcciones", en término general
los legionarios son una comunidad sana, con personas jóvenes que quieren servir con
entusiasmo a la fe.
Asimismo motiva y precisa la novedad de la oración para
los judíos. Defiende a Pío XII indicándolo como “uno de los grandes justos” y explica
cómo se haya informado sobre aquello que contienen los archivos antes de aprobar las
“virtudes heroicas”. Cerca con cautela y valor una vía pragmática a través de la cual
los misioneros y otros operadores eclesiales puedan ayudar a vencer la pandemia del
SIDA sin aprobar pero sin excluir – en casos particulares – el uso del profiláctico.
Se muestra confiado sobre el posible desarrollo del retorno de la Iglesia Católica
de grupos de anglicanos, reflexiona sobre el celibato, se declara “muy optimista respecto
al hecho que el Cristianismo se encuentre frente a una dinámica nueva” que tal vez
lo llevará a asumir “un aspecto cultural diverso”; pero también “desilusionado” porque
“la tendencia general del nuestro tiempo es de hostilidad a la Iglesia”.
El
Papa, notó el periodista italiano, sueña el redescubrimiento de la “simplicidad” y
“radicalidad” del Evangelio y del cristianismo y de comprender el drama de nuestro
tiempo, de permanecer firmes en la Palabra de Dios como la palabra decisiva y al mismo
tiempo de dar al Cristianismo aquella simplicidad y aquella profundidad sin las cuales
no se puede obrar”. Accattoli finalizó su intervención diciendo que la visita guiada
al laboratorio papal toca otras habitaciones, pero aquellas que hemos atravesado bastan
para darnos la imagen de un Pontificado rico de invocaciones a Dios y de preguntas
a los hombres. “La lectura de la entrevista ayuda a comprender – y si posible amar
– al mundo de Joseph Ratzinger, su singular destino humano y su servicio a la Iglesia”.