Benedicto XVI insta a no considerar el cuerpo como un instrumento que potenciar a
toda costa, incluso a través de medios no lícitos
Lunes, 15 nov (RV).- Al recibir a un numeroso grupo de maestros de esquí de Italia,
acompañados por el ministro italiano de Relaciones Exteriores, Benedicto XVI ha expresado
su profunda gratitud al jefe de la diplomacia de este país por la operación humanitaria,
que organizó prontamente, para acoger a numerosos católicos, que resultaron heridos
en el gravísimo atentado perpetrado, el pasado 31 de octubre, en la catedral siro-católica
de Bagdad.
En efecto, gracias a esta iniciativa impulsada por el cardenal
Tarcisio Bertone, el pasado viernes llegaron a Roma 26 heridos provenientes de la
capital iraquí. Tres niños, 16 mujeres y 7 hombres, que fueron internados en el Hospital
romano ‘Agostino Gemelli’.
Luego, el Santo Padre ha reflexionado en su discurso
sobre el valor del deporte y de la tutela del ambiente natural. Tras señalar que «la
actividad deportiva es uno de los medios que contribuyen al desarrollo armónico de
la persona y a su perfeccionamiento moral» (cfr Concilio Vaticano II, Declaración
Gravissimun educationis, 4), el Papa se ha referido también al compromiso de los maestros
de esquí en su tarea de promover algunas capacidades ligadas al deporte. Como «la
constancia en perseguir los objetivos, el respeto de las reglas, la tenacidad en afrontar
y superar las dificultades»:
«El deporte practicado
con pasión y sentido ético, además de adiestrarnos a un sano agonismo, se vuelve escuela
para aprender y profundizar valores humanos y cristianos. En efecto, enseña a armonizar
dimensiones importantes de la persona humana favoreciendo su desarrollo integral.
Mediante la actividad deportiva, la persona comprende mejor que su cuerpo no puede
ser considerado como un objeto, sino que, por medio de la corporeidad, se expresa
a sí misma y entra en relación con los demás. De este modo, el equilibrio entre la
dimensión física y la espiritual lleva a no idolatrar el cuerpo, sino a respetarlo.
A no hacer del cuerpo un instrumento que se quiere potenciar a toda costa, llegando
a utilizar incluso medios no lícitos». En lo que respecta al ambiente de montaña
- en el que se practica el esquí, ambiente que nos ayuda a percibir nuestra pequeñez
como criaturas y nos da la capacidad de interrogarnos sobre el sentido de la creación,
elevando nuestra mira hacia el Creador – Benedicto XVI ha hecho hincapié en la importancia
de contemplar con el espíritu y el corazón:
«Contemplando
la creación, el hombre reconoce la grandeza de Dios, manantial último del propio ser
y del universo. No se debe olvidar que la relación con la creación constituye un elemento
importante para el desarrollo de la identidad humana y que ni siquiera el pecado del
hombre ha eliminado su deber de ser custodio del mundo. También la actividad deportiva
puede ser concebida y vivida como parte de esta responsabilidad. Los progresos en
ámbito científico y tecnológico le dan al hombre la posibilidad de intervenir y de
manipular la naturaleza, pero el riesgo, siempre al asecho, es el de quererse sustituir
con el Creador y de reducir la creación casi a un producto de uso y consumo. Entonces
¿cómo actuar de forma justa? Seguramente con un profundo sentimiento de gratitud y
reconocimiento, pero también de responsabilidad en conservar y cultivar la obra de
Dios».
A la luz de estas reflexiones, Benedicto XVI ha concluido su discurso
reiterando la importancia de la colaboración y de que los ambientes del deporte, las
familias, la escuela y todas las realidades educativas aúnen sus anhelos y esfuerzos
al servicio de una sana formación deportiva, de la educación y del respeto del ambiente.
Sin olvidar la importancia también del testimonio de los fieles laicos en la justa
centralidad de los momentos fundamentales para la vida de la fe, en especial, la santificación
del domingo, como día del Señor.