Benedicto XVI resalta ante los obispos brasileños que la vida consagrada nunca podrá
faltar ni morir en la Iglesia, pero necesita de un compromiso real de obispos, sacerdotes,
consagrados y laicos
Viernes, 5 nov (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana a doce obispos de la Región
Sur II de la Conferencia Episcopal de Brasil en visita "ad limina Apostolorum, y a
continuación, en la Sala del Consistorio el Papa se ha encontrado con un grupo de
25 obispos de esta región brasileña. En su discurso el Papa se ha referido al carácter
universal y al mismo tiempo particular de la Iglesia.
Cada una de vuestras
Iglesias particulares es el generoso punto de llegada de una misión universal, el
aflorar «aquí y ahora» de la Iglesia universal. En este caso la justa relación entre
«universal» y «particular» se verifica no cuando lo universal retrocede ante lo particular,
sino cuando lo particular se abre a lo universal y se deja atraer y valorar por él.
El Pontífice se ha referido también a las delicadas relaciones entre las
exigencias pastorales de la Iglesia particular y la especificidad carismática de la
comunidad religiosa tratadas en el documento Mutuae relationes. Un documento del cual
está lejos tanto la idea de aislamiento y de independencia de la comunidad religiosa
con relación a la Iglesia particular, como su práctica absorción en el ámbito de la
Iglesia particular.
Otro de los temas que ha tratado el Santo Padre ha sido
el de la disminución y envejecimiento de los miembros en muchos Institutos religiosos
y cómo en este sentido muchos se interrogan sobre si la vida consagrada es todavía
hoy una propuesta capaz de atraer a los jóvenes. En este contexto Benedicto XVI ha
recordado que la vida consagrada como tal tuvo origen con el mismo Señor que escogió
para sí esta forma de vida virgen, pobre y obediente.
“Por eso la vida
consagrada nunca podrá faltar ni morir en la Iglesia: fue querida por el mismo Jesús
como parcela inamovible de su Iglesia. De aquí el llamamiento al compromiso general
en la pastoral vocacional: si la vida consagrada es un bien de toda la Iglesia, algo
que interesa a todos, también la pastoral que quiera promover las vocaciones a la
vida consagrada debe ser un compromiso sentido por todos: obispos, sacerdotes, consagrados
y laicos”.