Llamamiento de los padres sinodales a la ONU para una paz, justa y definitiva, en
Oriente Medio
Viernes, 22 oct (RV).- “A nuestros hermanos
presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas, consagrados en los diversos movimientos
eclesiales y a todos nuestros amados fieles laicos y a toda persona de buena voluntad”…
Con estas palabras comienza el mensaje que la Asamblea Especial para Oriente Medio
del Sínodo de los Obispos envía prácticamente al final de sus trabajos. El mensaje
fue presentado y leído por los obispos encargados de su redacción en la décimo tercera
Congregación General realizada la tarde del viernes 22 de octubre.
El mensaje
fue aprobado por unanimidad con un gran aplauso de la asamblea, y como dijo el Secretario
General del Sínodo de los Obispos, Mons. Nikola Eterovic, refleja completamente el
sentir y el querer de todos los padres sinodales. El mensaje parte de la afirmación
que este sínodo ha sido para todos un nuevo Pentecostés, como ya lo había subrayado
el Papa Benedicto XVI en la homilía de la misa de apertura el pasado 10 de octubre.
Los Padres Sinodales dicen que vinieron a este sínodo con todos sus patrimonios espirituales,
litúrgicos y canónicos, trayendo en sus corazones las preocupaciones de sus pueblos
y sus expectativas.
En el mensaje se lee que han reflexionado sobre el presente
y el porvenir de los cristianos y de los pueblos del Oriente Medio a la luz de la
Sagrada Escritura y de la viva Tradición. Recuerdan que el objetivo primordial del
Sínodo es de índole pastoral, y por ello han traído en sus corazones la vida, los
sufrimientos y las esperanzas de sus pueblos y los desafíos que deben afrontar cada
día. El mensaje menciona como primer desafío la comunión entre ellos mismos y entre
las iglesias Sui iuris, así como entre éstas y las Iglesias Católicas de distinta
tradición. Un segundo desafío dicen que viene del exterior, de las condiciones políticas
y de seguridad en sus países, así como del pluralismo religioso. Los Padres Sinodales
en su mensaje dicen que han “tenido conciencia del impacto del conflicto palestino
– israelí sobre toda la región, especialmente en el pueblo palestino que sufre la
falta de libertad de movimiento, el muro de separación y las barreras militares, los
prisioneros políticos, la demolición de las casas, la perturbación de la vida económica
y social de miles de refugiados”. También los padres dicen en el mensaje que “hemos
reflexionado sobre el sufrimiento y la inseguridad en la que viven los israelíes.
Hemos meditado sobre la situación de Jerusalén, la Ciudad Santa. Estamos preocupados
por las iniciativas unilaterales que corren el riesgo de cambiar su demografía y su
estatuto”. Y ante estas preocupaciones ven “que una paz justa y definitiva es el único
medio de salvación para todos, por el bien de la región y de sus pueblos”. Los Padres
Sinodales también expresan su solidaridad y cercanía con los cristianos de Irak y
con los prófugos, expresando sus votos para que puedan encontrar el auxilio necesario
en los lugares donde llegan.
Otro apartado del mensaje del sínodo está reservado
a las relaciones entre conciudadanos que se deben dar entre cristianos y musulmanes,
afirmando que el principio que debe gobernar esas relaciones es que “Dios quiere que
nosotros seamos cristianos en y para las sociedades del Oriente Medio. El hecho de
que convivamos cristianos y musulmanes es el plan de Dios sobre nosotros y es nuestra
misión y nuestra vocación”. También en el mensaje se afirma un segundo principio que
gobierna estas relaciones, “el hecho que somos parte integral de nuestra sociedad”.
El
mensaje del sínodo pide a los distintos miembros de la Iglesia, y pide de manera especial
a los cristianos de la Tierra Santa que no abandonen sus propiedades, que conserven
sus tierras y los lazos que les unen a ellas. También hay un mensaje explícito a los
cristianos que están lejos de sus tierras, en la diáspora, para que vuelvan sus ojos
a los lugares de sus orígenes y ofrezcan apoyo material y espiritual.
Por último,
el Mensaje de los Padres Sinodales hace un llamado a la comunidad internacional, en
especial a las Naciones Unidas, para que trabaje sinceramente en una solución de paz
justa y definitiva en la región a través de la aplicación de las resoluciones del
Consejo de Seguridad y a través de la adopción de las medidas jurídicas necesarias
para poner fin a la ocupación de los diferentes territorios árabes. “El pueblo palestino
podrá tener así una patria independiente y soberana y vivir en la dignidad y en la
estabilidad. El estado de Israel podrá gozar de la paz y la seguridad en el interior
de sus fronteras internacionales reconocidas. La Ciudad Santa de Jerusalén podrá encontrar
el estatuto justo que respetará su carácter peculiar, su santidad, su patrimonio religioso
para cada una de las tres religiones, la hebrea, la cristiana y la musulmana. Esperamos
que la solución de dos Estados se convierta en realidad y no se quede como un simple
sueño”.
El Mensaje de los Padres Sinodales finaliza ofreciendo a la Virgen
María, Madre de la Iglesia y Reina de la Paz, “nuestro camino hacia nuevos horizontes
cristianos y humanos, en la fe en Cristo y con la fuerza del Espíritu Santo: “He aquí
que hago nuevas todas las cosas”.