Sínodo/Oriente Medio: Benedicto XVI advierte contra las divinidades de la actualidad
representadas por el terrorismo, la droga y la falta de moralidad en la economía
Lunes, 11 oct (RV).- Benedicto XVI volvió a invocar el amparo de María, Estrella de
esperanza, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, sobre los trabajos de la Asamblea
Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, sobre la humanidad y sobre
el mundo y recordó las asechanzas de los falsos dioses, como el terrorismo, el menosprecio
de la fe y de los valores, la droga, la falta de moral también en la economía y el
desprecio de la creación.
Crónica desde el Aula Nueva del Sínodo del
padre David Gutiérrez:
Esta mañana
a las 9 con el rezo de la hora tertia comenzaron los trabajos formales de la Asamblea
Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos. El Papa Benedicto XVI presidió
la Congregación General y dirigió la meditación después de la lectura breve de la
hora canónica. En sus palabras el Pontífice recordó que hoy es la memoria litúrgica
del beato Juan XXIII quien precisamente hace 48 años inauguraba los trabajos del Concilio
Vaticano II confiando los trabajos conciliares a la protección de la Virgen María,
cuyo mes del rosario estamos celebrando. Benedicto XVI dijo que también hoy ponía
en las manos de la Virgen los trabajos de este Sínodo de los Obispos. El Santo Padre
recordó que Juan XXIII invoco a la Theotokos – la Madre de Dios como la definió el
Concilio de Efeso – indicando que este fue un título audaz que, no sin controversias,
realizó una definición que acercaba a Dios a la humanidad, al reconocer que Jesús,
la segunda persona de la Trinidad se encarnó en su seno para entrar en la historia
del hombre. Dios que estaba como ensimismado, como lo define la filosofía, que solo
tenía relaciones en sí mismo, con la Theotokos entra en relación con nosotros, y sin
dejar de ser Dios, quiso nacer de una mujer. Benedicto XVI, siempre en sus palabras
en meditación de la hora tertia, se refirió a que al final del Concilio el Papa Pablo
VI invoco el nombre de María como Madre de la Iglesia, Mater ecclesiae, con lo que
se indica que Jesús no solo nació y vivió en un momento determinado de la historia,
sino que se convirtió también en el primogénito de la Iglesia, la comunidad de los
creyentes. El Pontífice hizo alusión a San Lucas que narra en el primer capitulo del
evangelio la intervención del Espíritu Santo para encarnar a Cristo en la humanidad
con el sí de María, y como también en el primer capitulo del Libro de los Hechos narra
la intervención del Espíritu Santo para hacer nacer a Cristo en la Iglesia. Así el
Papa habló del doble nacimiento del Cristo Totus, nacimiento en Belén, y nacimiento
en el Cenáculo, pero entre ambos acontecimientos está de por medio la Cruz y la Resurrección,
sacrificio de Cristo que también se refleja en el sacrificio de los mártires. Benedicto
XVI retomó unas palabras del Libro del Apocalipsis donde se presenta a la Mujer vestida
de sol con la luna a sus pies, rodeada de estrellas y que da a luz con dolor. Cristo
nace de nuevo en todas las generaciones con gritos de dolor por la cruz y en la sangre
de los mártires. Haciendo alusión al segundo salmo de la hora tertia, el Papa dijo
que allí se habla de la caída de las divinidades y los poderes, entre las que se incluía
la del emperador, caída que se logra gracias a la presencia del verdadero Dios. Esto
se realiza en todos los momentos de la historia, inclusive en nuestros días, y el
Pontífice dijo que pensáramos en los dioses de hoy, poniendo como ejemplo el poder
del capital anónimo, que no sirve al hombre sino que lo adormienta y amenaza la estabilidad
del mundo. También mencionó el poder de las divinidades del terrorismo que deben ser
desenmascaradas. De la droga dijo era como la bestia que busca destruir a los jóvenes
colocándose también como otra divinidad. El dios creado por las ideologías, especialmente
las impuestas por la opinión pública que relativiza tantos aspectos de la vida con
las modas. Todas estas divinidades deben caer, sentenció Benedicto XVI, deben convertirse
en súbditos de Dios. El Papa, citando nuevamente el capitulo 12 del Apocalipsis, dijo
que el dragón esperaba el nacimiento del niño para lanzar un río y tratar de ahogar
a la mujer que estaba en fuga, pero la buena tierra absorbe esa agua, y dijo que pensaba
en el río como las corrientes que en la actualidad buscan eliminar a Dios, quitarlo
del mundo, para ponerse ellas como diosas. Pero la fe sencilla de los creyentes, como
la de María, es la tierra buena que absorbe esos ríos porque confía en la salvación.
El Papa finalizó su meditación ofreciendo a la Virgen los trabajos de esta asamblea
especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos pidiéndole que así como ha abierto
la tierra al Cielo con la encarnación de su hijo, que también abra las puertas de
la salvación al mundo de hoy.
Desde el aula nueva del
Sínodo en el Vaticano, David Gutierrez