2010-10-08 11:59:11

El Papa, al recibir las credenciales del nuevo embajador de Chile, dice que lleva en su corazón al generoso y solidario pueblo chileno tras el terrible terremoto sufrido recientemente, y que reza por los 33 mineros atrapados en Atacama


Jueves, 7 oct (RV).- El Santo Padre recibió este jueves las Cartas credenciales del nuevo embajador de Chile ante la Santa Sede, Fernando Zegers Santa Cruz. En su discurso el Papa ha querido expresar el amor que siente por este País que, “aunque esté lejano geográficamente, lo llevo muy dentro de mi corazón”, ha dicho, y muy especialmente después del terrible terremoto sufrido recientemente. “Desde el primer momento, quise mostrar mi cercanía al pueblo chileno y, a través de la visita de mi Secretario de Estado, el Cardenal Tarcisio Bertone, hice llegar mi consuelo y esperanza a las víctimas, a sus familiares y a los numerosos damnificados, a quienes tengo muy presentes en mi oración.

El Papa no se ha olvidado tampoco de los mineros de la región de Atacama y sus seres queridos, por quienes reza fervientemente. A este respecto, Benedicto XVI ha querido resaltar y valorar la unidad del pueblo chileno ante las desgracias, su respuesta tan generosa y solidaria cuando el sufrimiento arrecia, así como el esfuerzo inmenso que la Iglesia católica en Chile está realizando para intentar ayudar a quienes más lo necesitan.

Las celebraciones del Bicentenario de la Independencia de Chile, han ofrecido la ocasión al Pontífice para destacar una vez más el papel de la Iglesia en los acontecimientos más señalados de este País, así como en la consolidación de una identidad nacional propia, profundamente marcada por el sentimiento católico. “Son muy numerosos los frutos que el Evangelio ha producid” –ha afirmado el Papa. “Frutos abundantes de santidad, de caridad, de promoción humana, de búsqueda constante de la paz y la convivencia”.

En este sentido, Benedicto XVI ha recordado la celebración el año pasado del 25 aniversario de la firma del Tratado de paz y amistad con Argentina que, con la mediación pontificia, puso fin al diferendo austral. “Un ejemplo luminoso del bien inmenso que la paz trae consigo”, ha dicho. “No se puede pretender explicar el triunfo de ese anhelo de paz, de concordia y de entendimiento, si no se tiene en cuenta lo hondo que arraigó la semilla del Evangelio en el corazón de los chilenos”.

El Santo Padre ha terminado su discurso al embajador de Chile indicando que, si bien la Iglesia y el Estado son independientes y autónomos en su propio campo, ambos están llamados a desarrollar una colaboración leal y respetuosa para servir la vocación personal y social de las mismas personas. Y ha subrayado: “cuando la Iglesia alza su voz frente a los grandes retos y problemas actuales, como las guerras, el hambre, la pobreza, la defensa de la vida, o la familia, no actúa por un interés particular, sino que lo hace por el bien de toda la sociedad y en nombre de valores que toda persona puede compartir con su recta razón”.








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