Jueves, 30 sep (RV).- Ayer por la tarde el Santo Padre se encontró con el personal
de las Villas Pontificias de Castelgandolfo, localidad ubicada a 30 kilómetros de
Roma, para despedirse de ellos agradeciendo el trabajo que a lo largo de los últimos
meses realizaron para hacer que su estancia veraniega en fuera serena.
En particular
el Papa agradeció al Director de las Villas Pontificias, Dr. Saverio Petrillo, quien
previamente había dirigido unas palabras al Pontífice haciéndose portador de sentimientos
de todo el personal. En su breve discurso renovó su aprecio y agradecimiento por la
competencia y el cuidado que tanto el Director como todo el Personal adepto en Castelgandolfo
dedican constantemente en el cuidado del Palacio y de las Villas Pontificias: “Gracias
a todos porque también este verano, me acompañasteis con la oración y con vuestro
diligente trabajo permaneciendo cercanos a mí. Por ello os estoy agradecido”.
Además
el Papa invitó a sus “queridos amigos” de Castelgandolfo, a ofrecer cotidianamente
testimonio de la propia fe, en particular colocándose a la dócil escucha de la Palabra
de Dios. Al respecto aludió a la liturgia del día, recordando la celebración de los
que llamó “tres excelsos Mensajeros de esta Palabra que ilumina, orienta, defiende,
consuela y socorre”: los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, enviados por
Dios, con misiones específicas, en momentos particulares de la historia de la salvación.
Recordó en este contexto que cada cristiano está llamado a acoger y a vivir
cada día con sencillez y gozo la Palabra de verdad que el Señor nos ha comunicado.
“En el curso de los siglos la Iglesia –dijo el Santo Padre al personal de Castelgandolfo–
ha conocido espléndidas figuras de fieles discípulos de Cristo que se nutrieron asiduamente
–y con amor– de la Sagrada Escritura, poniendo en ella toda su profunda confianza”.
Aludiendo a la celebración de este jueves 30 de septiembre, día en el que
la Iglesia celebra la memoria de San Jerónimo, el Papa recordó que se trata de un
Padre de la Iglesia que colocó al centro de la propia vida la Biblia.
“La tradujo
en la lengua latina, la comentó en sus obras. Este eminente doctor de la Iglesia amonestaba
diciendo que Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo. Por ello, es fundamental
que cada cristiano viva en contacto y en diálogo personal con la Palabra de Dios,
que nos ha sido donada en la Sagrada Escritura, leyéndola no como palabra del pasado,
sino como Palabra viva, que hoy se dirige a nosotros interpelándonos”.
Las
últimas palabras del breve discurso de despedida pronunciado ayer por Benedicto XVI
al personal de las Villas Pontificias de Castelgandolfo, en previsión de su regreso
esta tarde a la Ciudad del Vaticano, fueron para asegurar a todos ellos su constante
recuerdo en la oración, para que cada uno pueda conocer y asimilar cada vez más profundamente
la Palabra de Dios, estímulo y fuente de la vida cristiana para todas las situaciones
y para cada persona.
Su Santidad invocó a la Santísima Virgen María, modelo
de esta escucha obediente, para que sea modelo del cual aprender, y pidió que el Señor
conceda a todos ellos días serenos y santos. “Que el espíritu Santo –les dijo– enriquezca
con sus dones a vuestras familias”, concluyó antes de impartir su Bendición Apostólica.