Benedicto XVI subraya que el núcleo de la crisis espiritual de nuestro tiempo radica
en relegar el perdón y la reconciliación a un segundo plano
Sábado, 25 sep (RV).- Benedicto XVI afirmó que “dejando trasparecer el Rostro de Cristo,
la Iglesia es la juventud del mundo” en su discurso a los obispos de la región Este
1 de la Conferencia episcopal de Brasil que concluyeron, hoy, su visita ad límina
apostolorum. “Mirándola – agregó el Papa- encontrarán en ella el rostro de Cristo,
el verdadero héroe humilde y sabio, al profeta de la verdad y del amor, al compañero
y al amigo de los jóvenes”.
Ante la preocupación por la situación de los jóvenes
que los obispos le presentaron en sus coloquios, el Papa les explicó que sería muy
difícil convencer a alguien de esa juventud de la Iglesia si no se ve en ella a la
generación de jóvenes de hoy. En este contexto, Benedicto XVI recordó que su predecesor
Juan Pablo II, confiado en la providencia divina que amorosamente preside los destinos
de la historia no cesó de preparar los tiempos futuros, y en el año 2000, en la vigilia
de oración de la XVI Jornada Mundial de la Juventud llamó a los jóvenes “los centinelas
del mañana”.
El Santo Padre recordó en particular, las largas filas de jóvenes
que en el Circo Massimo, esperaban para confesarse dando a muchos sacerdotes la confianza
en el sacramento de la penitencia. Y en este contexto, el Papa subrayó que el núcleo
de la crisis espiritual de nuestro tiempo tiene sus raíces en el oscurecimiento de
la gracia del perdón. “Cuando el perdón no es reconocido como real y eficaz- agregó
el Pontífice- se tiende a liberar a la persona de la culpa, haciendo que las condiciones
para su posibilidad de ser perdonada nunca se realice. Pero, en lo más íntimo, las
personas así liberadas de su culpa, saben que no es verdad y que el pecado existe
y que ellas mismas son pecadoras”.
Benedicto XVI se refirió a algunas tendencias
de la sicología que tienen grandes dificultades para admitir que, algunos sentimientos
de culpa, pueden ser debidos a una verdadera culpa, y que quienes fríamente no prueban
sentimientos de culpa ni siquiera cuando deben, necesitan por todos los medios recuperarlos,
porque en el orden espiritual son necesarios para la salud del alma. “De hecho- agregó
el Santo Padre, Jesús vino a salvar, no a aquellos que ya se liberaron por sí mismos
pensando que no tienen necesidad de Él, sino a cuantos sienten que son pecadores y
necesitan de Él.
El Papa afirmó que “necesitamos el perdón que constituye la
semilla de toda verdadera reforma, rehaciendo a la persona en lo más íntimo y haciéndose
también el centro de la renovación de la comunidad. “Solamente a partir de esta profunda
renovación del individuo -afirmó Benedicto XVI-es que nace la iglesia, nace la comunidad
que une y sustenta en la vida y en la muerte. Y a medida que se realiza esta purificación,
al principio ardua, se va haciendo cada vez más jubilosa. Esta alegría –concluyó el
Papa- debe revelarse cada vez más en la iglesia contagiando al mundo porque ella es
la juventud del mundo.
Al despedirse de los obispos de Brasil, Benedicto XVI
les pidió que llevaran su saludo y afecto a los jóvenes, sacerdotes, religiosos y
laicos, y los confió a la protección de Nuestra señora de Aparecida, impartiendo su
Bendición Apostólica.