Benedicto XVI exhorta a los laicos escoceses a no relegar la propia fe al ámbito privado
porque “la religión es garantía de auténtica libertad y respeto”
Jueves, 16 sep (RV).- Benedicto XVI exhortó a los laicos escoceses a plantear abiertamente
los argumentos de la fe porque “la sociedad actual necesita voces claras que propongan
nuestro derecho a vivir, no en una selva de libertades autodestructivas y arbitrarias,
sino en una sociedad que trabaje por el verdadero bienestar de sus ciudadanos y les
ofrezca guía y protección en su debilidad y fragilidad”.
El Santo Padre celebró
esta tarde la Santa Misa en el parque Bellahouston de Glasgow con la asistencia de
miles de fieles entre grupos parroquiales, religiosos y movimientos eclesiales de
Escocia y numerosos peregrinos del norte de Inglaterra y de Irlanda. En su homilía
el Pontífice se refirió especialmente a temas relacionados con “la evangelización
de la cultura” y la manifestación de la fe en el ámbito público. Además el Papa ha
dirigido un saludo especial a los representantes ecuménicos presentes, haciendo especial
alusión a la conmemoración, este año, del cuatrocientos cincuenta aniversario de la
Asamblea de la Reforma, y también del centenario de la Conferencia Misionera Mundial
en Edimburgo, “considerada por muchos como el origen del movimiento ecuménico moderno”.
Benedicto
XVI se refirió a la palabra inspirada por Dios y la cultura en la que esta palabra
echa raíces y florece para hablar de la predicación del Evangelio. En este sentido
el Papa recordó que en “los últimos treinta años, con la ayuda de las autoridades
civiles, las escuelas católicas en Escocia han asumido el desafío de brindar una educación
integral a un mayor número de estudiantes, y esto ha ayudado a los jóvenes no sólo
en su camino de crecimiento espiritual y humano, sino también en su incorporación
a la vida profesional y pública. Se trata de un signo de gran esperanza para la Iglesia,
y animo a los profesionales católicos, a los políticos y profesores de Escocia a no
perder nunca de vista que están llamados a poner sus talentos y su experiencia al
servicio de la fe, trabajando por la cultura escocesa actual en todos sus ámbitos”.
De
hecho “la evangelización de la cultura es de especial importancia en nuestro tiempo,
cuando la “dictadura del relativismo” amenaza con oscurecer la verdad inmutable sobre
la naturaleza del hombre, sobre su destino y su bien último. Hoy en día, algunos buscan
excluir de la esfera pública las creencias religiosas, relegarlas a lo privado, objetando
que son una amenaza para la igualdad y la libertad. Sin embargo, la religión es en
realidad garantía de auténtica libertad y respeto”.
Y en este contexto el Santo
Padre invitó a los fieles laicos “a ser no sólo ejemplo de fe en público, sino también
a plantear en el foro público los argumentos promovidos por la sabiduría y la visión
de la fe. La sociedad actual necesita voces claras que propongan nuestro derecho a
vivir, no en una selva de libertades autodestructivas y arbitrarias, sino en una sociedad
que trabaje por el verdadero bienestar de sus ciudadanos y les ofrezca guía y protección
en su debilidad y fragilidad”.
Por último y dirigiéndose a los jóvenes católicos
de Escocia el Pontífice les advirtió ante las “muchas tentaciones que debéis afrontar
cada día -droga, dinero, sexo, pornografía, alcohol- y que el mundo os dice que os
darán felicidad, cuando, en verdad, estas cosas son destructivas y crean división”.
“Sólo una cosa permanece, subrayó Benedicto XVI: el amor personal de Jesús por cada
uno de vosotros. Buscadlo, conocedlo y amadlo, y él os liberará de la esclavitud de
la existencia deslumbrante, pero superficial, que propone frecuentemente la sociedad
actual. Dejad de lado todo lo que es indigno y descubrid vuestra propia dignidad como
hijos de Dios”.
Crónica de la Santa Misa
HOMILÍA
COMPLETA
Queridos hermanos y hermanas en Cristo
“Está
cerca de vosotros el Reino de Dios” (Lc 10, 9). Con estas palabras del Evangelio que
acabamos de escuchar, os saludo a todos con gran afecto en el Señor. En verdad, el
Reino de Dios está ya entre nosotros. En esta celebración de la Eucaristía, en la
que la Iglesia en Escocia se congrega en torno al altar en unión con el Sucesor de
Pedro, reafirmemos nuestra fe en la Palabra de Cristo y nuestra esperanza en sus promesas,
una esperanza que nunca defrauda. Saludo cordialmente al Cardenal O’Brien y a los
Obispos escoceses. Agradezco particularmente al Arzobispo Conti sus amables palabras
de bienvenida de vuestra parte y expreso mi profunda gratitud por el trabajo que el
Gobierno británico y escocés y las autoridades municipales de Glasgow han llevado
a cabo para que fuera posible este encuentro.
El Evangelio de hoy nos
recuerda que Cristo continúa enviando a sus discípulos a todo el mundo para proclamar
la venida de su Reino y llevar su paz al mundo, empezando casa por casa, familia por
familia, ciudad por ciudad. Vengo a vosotros, hijos espirituales de San Andrés, como
heraldo de la paz y a confirmaros en la fe de Pedro (cf. Lc 22, 32). Me dirijo a vosotros
con emoción, no muy lejos del lugar donde mi amado predecesor el Papa Juan Pablo II
celebró la Misa con vosotros, hace casi treinta años, recibido por la multitud más
numerosa que jamás se haya visto en la historia de Escocia.
Muchas cosas
han ocurrido en Escocia y en la Iglesia en este país desde aquella histórica visita.
Compruebo con gran satisfacción que la invitación que el Papa Juan Pablo II os hizo
para caminar unidos con vuestros hermanos cristianos, ha producido mayor confianza
y amistad con los miembros de la Iglesia de Escocia, la Iglesia Episcopal Escocesa
y otros. Os animo a continuar rezando y trabajando con ellos en la construcción de
un futuro más luminoso para Escocia, basado en nuestra común herencia cristiana. En
la primera lectura de hoy, hemos escuchado el llamamiento de San Pablo a los romanos
a que reconozcan que, como miembros del Cuerpo de Cristo, nos pertenecemos los unos
a los otros (cf. Rm 12, 5) y debemos convivir respetándonos y amándonos mutuamente.
En este espíritu, saludo a los representantes ecuménicos que nos honran con su presencia.
Este año se conmemora el cuatrocientos cincuenta aniversario de la Asamblea de la
Reforma, y también el centenario de la Conferencia Misionera Mundial en Edimburgo,
que es considerada por muchos como el origen del movimiento ecuménico moderno. Demos
gracias a Dios por la promesa que representa el entendimiento y la cooperación ecuménica
para un testimonio común de la verdad salvadora de la Palabra de Dios, en medio de
los rápidos cambios de la sociedad actual.
Entre los diferentes dones
que San Pablo enumera para la edificación de la Iglesia está el de enseñar (cf. Rm
12, 7). La predicación del Evangelio siempre ha estado acompañada por el interés por
la palabra: la palabra inspirada por Dios y la cultura en la que esta palabra echa
raíces y florece. Aquí, en Escocia, pienso por ejemplo en las tres universidades fundadas
por los papas durante la edad media, incluyendo la de San Andrés, a punto de celebrar
el sexto centenario de su fundación. En los últimos treinta años, con la ayuda de
las autoridades civiles, las escuelas católicas en Escocia han asumido el desafío
de brindar una educación integral a un mayor número de estudiantes, y esto ha ayudado
a los jóvenes no sólo en su camino de crecimiento espiritual y humano, sino también
en su incorporación a la vida profesional y pública. Se trata de un signo de gran
esperanza para la Iglesia, y animo a los profesionales católicos, a los políticos
y profesores de Escocia a no perder nunca de vista que están llamados a poner sus
talentos y su experiencia al servicio de la fe, trabajando por la cultura escocesa
actual en todos sus ámbitos.
La evangelización de la cultura es de especial
importancia en nuestro tiempo, cuando la “dictadura del relativismo” amenaza con oscurecer
la verdad inmutable sobre la naturaleza del hombre, sobre su destino y su bien último.
Hoy en día, algunos buscan excluir de la esfera pública las creencias religiosas,
relegarlas a lo privado, objetando que son una amenaza para la igualdad y la libertad.
Sin embargo, la religión es en realidad garantía de auténtica libertad y respeto,
que nos mueve a ver a cada persona como un hermano o hermana. Por este motivo, os
invito particularmente a vosotros, fieles laicos, en virtud de vuestra vocación y
misión bautismal, a ser no sólo ejemplo de fe en público, sino también a plantear
en el foro público los argumentos promovidos por la sabiduría y la visión de la fe.
La sociedad actual necesita voces claras que propongan nuestro derecho a vivir, no
en una selva de libertades autodestructivas y arbitrarias, sino en una sociedad que
trabaje por el verdadero bienestar de sus ciudadanos y les ofrezca guía y protección
en su debilidad y fragilidad. No tengáis miedo de ofrecer este servicio a vuestros
hermanos y hermanas, y al futuro de vuestra amada nación.
San Ninian,
cuya fiesta celebramos hoy, no tuvo miedo de elevar su voz en solitario. Siguiendo
las huellas de los discípulos que nuestro Señor envió antes que él, Ninian fue uno
de los primeros misioneros católicos en traer la buena noticia de Jesucristo a sus
hermanos británicos. Su Iglesia de su misión en Galloway se convirtió en centro de
la primera evangelización de este país. Este trabajo fue retomado más tarde por San
Mungo, patrón de Glasgow, y por otros santos, entre los que debemos destacar San Columba
y Santa Margarita. Inspirados en ellos, muchos hombres y mujeres han trabajado durante
siglos para transmitiros la fe. ¡Esforzaos en ser dignos de esta gran tradición! Que
la exhortación de San Pablo, en la primera lectura, sea para vosotros una constante
inspiración: “En la actividad no seáis descuidados, en el espíritu manteneos ardientes.
Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en
la tribulación, sed asiduos a la oración” (Rm 12, 11-12).
Me gustaría
ahora dirigirme especialmente a los Obispos de Escocia. Queridos hermanos, quiero
animaros en vuestra dedicación pastoral a los católicos escoceses. Como sabéis, uno
de vuestros primeros deberes pastorales está en relación a vuestros sacerdotes (cf.
Presbyterorum Ordinis, 7) y su santificación. Igual que ellos son un alter Christus
para la comunidad católica, vosotros lo sois para ellos. En vuestro ministerio fraterno
con vuestros sacerdotes, vivid en plenitud la caridad que brota de Cristo, colaborando
con todos ellos, en particular con quienes tienen escaso contacto con sus hermanos
en el sacerdocio. Rezad con ellos por las vocaciones, para que el Señor de la mies
envíe trabajadores a su mies (cf. Lc 10, 2). Ya que la Eucaristía hace la Iglesia,
el sacerdocio es algo central para la vida de la Iglesia. Ocupaos personalmente de
formar a vuestros sacerdotes como un cuerpo de hombres que alientan a otros a dedicarse
totalmente al servicio de Dios Todopoderoso. Cuidad también de vuestros diáconos,
cuyo ministerio de servicio está asociado de manera especial con el orden de los obispos.
Sed padres y ejemplo de santidad para ellos, animándolos a crecer en conocimiento
y sabiduría en el ejercicio de la misión de predicar a la que han sido llamados.
Queridos
sacerdotes de Escocia, estáis llamados a la santidad y al servicio del pueblo de Dios
conformando vuestras vidas con el misterio de la cruz del Señor. Predicad el evangelio
con un corazón puro y con recta conciencia. Dedicaos sólo a Dios y seréis ejemplo
luminoso de santidad, de vida sencilla y alegre para los jóvenes: ellos, por su parte,
desearán seguramente unirse a vosotros en vuestro solícito servicio al pueblo de Dios.
Que el ejemplo de San Juan Ogilvie, hombre abnegado, desinteresado y valiente, os
inspire a todos. Igualmente, os animo a vosotros, monjes, monjas y religiosos de Escocia,
a ser una luz puesta en lo alto de un monte, llevando una auténtica vida cristiana
de oración y acción que sea testimonio luminoso del poder del Evangelio.
Finalmente,
deseo dirigirme a vosotros, mis queridos jóvenes católicos de Escocia. Os apremio
a llevar una vida digna de nuestro Señor (cf. Ef 4,1) y de vosotros mismos. Hay muchas
tentaciones que debéis afrontar cada día -droga, dinero, sexo, pornografía, alcohol-
y que el mundo os dice que os darán felicidad, cuando, en verdad, estas cosas son
destructivas y crean división. Sólo una cosa permanece: el amor personal de Jesús
por cada uno de vosotros. Buscadlo, conocedlo y amadlo, y él os liberará de la esclavitud
de la existencia deslumbrante, pero superficial, que propone frecuentemente la sociedad
actual. Dejad de lado todo lo que es indigno y descubrid vuestra propia dignidad como
hijos de Dios. En el evangelio de hoy, Jesús nos pide que oremos por las vocaciones:
elevo mi súplica para que muchos de vosotros conozcáis y améis a Jesús y, a través
de este encuentro, os dediquéis por completo a Dios, especialmente aquellos de vosotros
que habéis sido llamados al sacerdocio o a la vida religiosa. Éste es el desafío que
el Señor os dirige hoy: la Iglesia ahora os pertenece a vosotros.
Queridos
amigos, una vez más expreso mi alegría de poder celebrar la misa con vosotros. Y me
siento feliz de poder aseguraros mis oraciones en la antigua lengua de vuestro país:
Sìth agus beannachd Dhe dhuib uile; Dia bhi timcheall oirbh; agus gum beannaicheadh
Dia Alba. La paz y la bendición de Dios sea con todos vosotros; que Dios os proteja;
y que Dios bendiga el pueblo de Escocia.