El Papa exhorta a los nuevos obispos a buscar nuevas formas de evangelización y a
no ceder nunca a la resignación y al desánimo
Sábado, 11 sep (RV).- En su audiencia de esta mañana - en el Palacio Apostólico de
Castelgandolfo - a los obispos participantes en el curso de actualización organizado
por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el Santo Padre ha destacado
la importancia de estos días de reflexión en Roma, para profundizar en las tareas
del ministerio episcopal y renovar la propia profesión de fe ante la tumba de san
Pedro. Experiencia de colegialidad y de comunión entre los obispos y con el Papa.
La
Iglesia acompaña a los nuevos obispos con gran esperanza, con la oración y con afecto,
ha reiterado Benedicto XVI, asegurando que él también acompaña a los Pastores que
han sido llamados desde hace poco tiempo al ministerio episcopal, en tantas partes
del mundo:
«Yo también quiero
aseguraros mi cercanía espiritual en vuestro servicio cotidiano al Evangelio. Conozco
los desafíos que debéis afrontar, especialmente en las comunidades cristianas que
viven su propia fe en contextos no fáciles, donde, además de varias formas de pobreza,
se verifican algunas veces formas de persecución a causa de la propia fe cristiana.
A vosotros os corresponde la tarea de alimentar sus esperanzas, de compartir sus dificultades,
inspirándoos en la caridad de Cristo, que consiste en la atención, ternura, compasión,
acogida, disponibilidad e interés en lo que respecta a los problemas de la gente,
dispuestos a entregar la vida» (cfr Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial
de las Misiones 2008).
Recordando que están sostenidos por el Espíritu
Santo y que el ministerio episcopal se comprende sólo a partir de Cristo, sumo y eterno
Sacerdote, Benedicto XVI ha evocado la Exhortación Apostólica Pastores gregis, del
Siervo de Dios Juan Pablo II y ha hecho hincapié en que el Obispo «se esforzará en
adoptar un estilo de vida que imite la kénosis de Cristo siervo, pobre y humilde,
de manera que el ejercicio de su ministerio pastoral sea un reflejo coherente de Jesús,
Siervo de Dios, y lo lleve a ser, como Él, cercano a todos, desde el más grande al
más pequeño» (n. 11).
Pero para imitar a Cristo hay que dedicar tiempo para
estar ‘con Él’, en la oración y la contemplación:
«La vida del Obispo
debe ser una oblación continua a Dios por la salvación de su Iglesia y, en especial,
por la salvación de las almas que le han sido confiadas. Esta oblación pastoral constituye
también la verdadera dignidad del Obispo: que deriva del ser siervo de todos, hasta
dar la propia vida. El episcopado, en efecto – al igual que el presbiterado – nunca
se debe malinterpretar siguiendo categorías mundanas. Es servicio de amor. El Obispo
está llamado a servir a la Iglesia con el estilo del Dios hecho hombre, siendo cada
vez más plenamente siervo del Señor y siervo de la humanidad. Es sobre todo servidor
y ministro de la Palabra de Dios».
«El testimonio de la propia vida es
condición esencial para la eficacia profunda de la predicación». Tras destacar la
actualidad de estas palabras del Siervo de Dios Pablo VI, Benedicto XVI ha hecho hincapié
en que el Evangelio puede mostrar toda su potencia salvífica, en especial en las comunidades
que se viven en situaciones de ‘frontera’ religiosa, antropológica y social, siendo
incluso presencia minoritaria:
«No debéis ceder
al pesimismo y desaliento, porque es el Espíritu Santo el que guía a la Iglesia y
le da – con su soplo poderoso – la valentía de perseverar y de buscar nuevos métodos
de evangelización, para alcanzar ámbitos hasta ahora inexplorados. La verdad cristiana
es atrayente y persuasiva precisamente porque responde a la necesidad profunda de
la existencia humana, anunciando de forma convincente que Cristo es el único Salvador
de todo el hombre y de todos los hombres. Este anuncio sigue siendo válido hoy así
como lo fue al comienzo del cristianismo, cuando se obró la primera gran expansión
misionera del Evangelio. Queridos Hermanos en el Episcopado, es en la potencia del
Espíritu Santo que tenéis la sabiduría y la fortaleza para lograr que vuestras Iglesias
testimonien la salvación y la paz».
Encomendando el ministerio de los nuevos
obispos a la maternal intercesión de María Santísima, Reina de los Apóstoles, el Papa
les ha asegurado nuevamente que los acompaña con la oración y con una afectuosa Bendición
Apostólica, a cada uno de ellos y a los fieles de sus comunidades.