El Papa dedica su catequesis a santa Hildegarda de Bingen, monja alemana, capaz de
vivir con humildad y sentido de sumisión el extraordinario don de las visiones interiores
Miércoles, 1 sep (RV).- Una Santa de la Edad Media que amó a Cristo y sirvió a la
Iglesia en un tiempo en que, como hoy, está herida por los pecados “de sus sacerdotes
y de sus laicos”. Con estas palabras y ante cinco mil fieles y peregrinos, Benedicto
XVI ha concluido esta mañana en Castelgandolfo la catequesis de la Audiencia General
de los miércoles, dedicada a santa Hildegarda de Bingen, monja claustral alemana que
vivió en el primer siglo del año mil.
El Papa ha presidido la Audiencia General
desde el exterior del palacio Apostólico de su residencia de verano, sentado debajo
mismo del pórtico de la puerta de entrada. Dirigiéndose a los fieles en español, el
Santo Padre ha invitado al final de la Audiencia a los jóvenes a comprometerse por
la paz y la justicia en el mundo. “No quedaréis defraudados”, ha dicho.
El
Pontífice ha hablado de santa Hildegarda como modelo ante litteram de aquel genio
femenino que Juan Pablo II celebró cumplidamente en su carta apostólica 'Mulieris
Dignitatem' sobre la dignidad y vocación de la mujer con ocasión del año mariano,
es decir, mujeres, ha dicho Benedicto XVI, que “edificaron la Iglesia, a veces incluso
sufragando, atendiendo ellas mismas, como hizo Hildegarda, las necesidades, más urgentes
y graves que su jerarquía, era incapaz de atender”.
Benedicto XVI ha dicho
que esta religiosa alemana desarrolló un “papel precioso” en la vida de la Iglesia
y se distinguió sobre todo por dos aspectos: como superiora del monasterio de san
Disibodo, donde entró de muy joven, y como mística, capaz de vivir con humildad y
sentido de sumisión el extraordinario don de las visiones interiores.
Benedico
XVI ha destacado los frutos que produjo en su papel de superiora del monasterio claustral:
Sus
dotes de mujer culta, espiritualmente elevada y capaz de afrontar con competencia
los aspectos organizativos de la vida claustral, el estilo con el que ejercitaba el
ministerio de la autoridad es ejemplar para cualquier comunidad religiosa: ello suscitaba
una santa emulación en la práctica del bien. Tanto es así, que la madre y sus hijas
competían entre sí en estimarse y en servirse unas a otras, como resulta de testimonios
de la época
“Como sucede
siempre en la vida de los verdaderos místicos –ha afirmado el Papa- también Hildegarda
quiso someterse a la autoridad de personas sapientes para discernir el origen de sus
visiones, temiendo de que fueran fruto de ilusiones y que no vinieran de Dios”. Y
lo hizo dirigiéndose a una de las máximas personalidades de la Iglesia de su tiempo,
San Bernardo de Claraval, que la animó a que prosiguiera en su camino místico y sobrenatural.
Los
saludos en español de Benedicto XVI, en su audiencia general de este miércoles, han
tenido un matiz especial. Entre los peregrinos que acudieron al Palacio Apostólico
de Castelgandolfo estaba también Mons. Iceta, nombrado por el Papa hace muy pocos
días – el pasado 24 de agosto – nuevo Obispo de la diócesis española de Bilbao, que
recibió el saludo del Santo Padre:
Saludo a los peregrinos de lengua
española, en particular al grupo de la Diócesis de Bilbao, acompañado por el Obispo
electo, Monseñor Mario Iceta, así como a los demás fieles provenientes de España,
Chile, Argentina, México y otros países latinoamericanos
Benedicto XVI
ha alentado a los queridos jóvenes a que, reanudando sus actividades acostumbradas
después de las vacaciones, «difundan con su testimonio la luz de Dios en todos los
ambientes». A los queridos enfermos, les deseó que «encuentren apoyo en Jesús, que
prosigue su obra de redención en la vida de cada hombre». Y a los queridos recién
casados los invitó a «impregnarse en el amor de Cristo, para que el amor que los une
sea cada vez más firme y duradero».