La Santa Sede destaca que la actuación de la Convención contra las municiones de racimo
representa un desafío legal y humanitario para el próximo futuro
Domingo, 01 ago (RV).- Sobre la entrada en vigor de la Convención contra las municiones
de racimo, un comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, hecho público también
hoy, recuerda las palabras del Santo Padre después del rezo del Ángelus, referidas
a esta convención que «prohíbe el uso, traslado y almacenamiento de dichas municiones,
y que fue adoptada en Dublín el 30 de mayo de 2008, quedando abierta hasta su firma
en Oslo el 3 de diciembre del mismo año».
El comunicado reitera las palabras
del Papa sobre esta Convención, que «representa un paso significativo en el ámbito
del desarme y del derecho humanitario internacional, así como un resultado de relieve
para un multilateralismo basado en la cooperación constructiva entre actores gobernativos
y no gobernativos así como sobre los lazos entre el derecho humanitario y los derechos
humanos».
Además – añade el mismo comunicado - de colmar un grave vacío en
el derecho humanitario, la Convención tiende a dar una respuesta fuerte y creíble
a un problema que sigue siendo muy actual, no sólo por el continuo uso de las municiones
de racimo, sino por el hecho de que estos artefactos pueden quedan sin estallar en
el terreno, causando graves daños aún después de muchos años de su dispersión e impidiendo
la reanudación de la vida cotidiana de la población civil.
Asimismo, la nueva
Convención, asegurando el derecho a la asistencia a las víctimas, ofrece un motivo
de esperanza a todos aquellos que han sufrido los efectos de las municiones de racimo,
señala el comunicado, recordando luego que «la Santa Sede ha participado activamente
en el proceso de Oslo, del cual manó la nueva Convención, habiendo sido una de las
primeras en proponer la moratoria sobre el uso de estos artefactos y formando parte
desde sus comienzos de los seis miembros del denominado ‘Core Group’ – es decir, el
grupo de Estados promotor de esta iniciativa.
La Santa Sede ha sido también
uno de los primeros Estados en ratificar esta Convención, en la convicción de que
la lógica de la paz es más fuerte que la lógica de la guerra, la cual en todos los
casos debe tener como límite insuperable la protección y la tutela de la población
civil y, en particular, de las personas más vulnerables.
En la Declaración
de la Santa Sede, anexa al instrumento con el que ratifica la Convención se indica
que ‘la actuación de la Convención representa un desafío legal y humanitario para
el próximo futuro. Una actuación eficaz debería basarse sobre la cooperación constructiva
de todos los actores gobernativos y no gobernativos y debería fortalecer el vínculo
entre desarme y desarrollo. Ello se puede lograr dirigiendo los recursos materiales
y humanos hacia el desarrollo, la justicia y la paz, que son los instrumentos más
eficaces para promover la seguridad internacional y un pacífico orden internacional’.
Del 9 al 12 de noviembre de 2010, tendrá lugar en Vientiane, Laos, la I Conferencia
de los Estados que tienen parte en esta Convención»