2010-06-26 15:21:36

El Papa invita al Círculo de San Pedro a difundir un mensaje de esperanza y fe a través de la solidaridad concreta con los menos afortunados


Sábado, 26 jun (RV).- Al recibir a los miembros del Círculo de San Pedro encabezados por su presidente general, Duque Leopoldo Torlonia, Benedicto XVI ha expresado su agrado por poder nuevamente y como cada año, renovar el propio agradecimiento por su generosa obra al servicio de la Santa Sede a la vez que recordó que este encuentro se desarrolla en la inminencia de la Solemnidad litúrgica de los santos Pedro y Pablo, el próximo día 29, que, en cierto modo, permite pregustar el gozo de esta celebración tan significativa para el Círculo de San Pedro y para la Iglesia entera.

“Desde hace poco hemos concluido el Año Sacerdotal, tiempo de gracia, en el que la Iglesia ha reflexionado con especial atención sobre la figura de san Juan María Vianney, el santo cura de Ars, conmemorando el 150 aniversario de su muerte. Él, es un modelo de vida evangélica no solo para los sacerdotes, sino también para los laicos, especialmente para cuantos, como vosotros, están comprometidos en el inmenso campo de la caridad. Un aspecto peculiar de la vida de este humilde sacerdote fue su desapego de los bienes materiales. Él no poseía nada, distribuía todo a los más necesitados; para él mismo no sentía necesidad de nada: todo lo consideraba superfluo”.

Deteniéndose sobre esta insigne figura sacerdotal, Benedicto XVI hablando a los miembros del Círculo de San Pedro ha enfatizado que el amor que sentía por los pobres lo había aprendido desde muy niño, viendo como eran acogidos y asistidos por sus padres en casa. Este amor lo condujo, en el curso de su vida sacerdotal a distribuir a los demás todo lo que tenía. Dio vida a una casa de acogida que llamó “La providencia”, para niñas y jóvenes pobres a las que dedicaba todo su esfuerzo con la finalidad de que recibieran una sana educación cristiana.

Aludiendo a la figura del santo cura de Ars, Juan María Vianney el Papa lo ha indicado a este nutrido grupo como ejemplo y constante invitación para abrir los brazos a cada persona que tiene necesidad de un signo tangible de solidaridad. Por ello les ha exhortado: “seguid siendo este singo concreto de caridad del Papa hacia cuantos se encuentran en la necesidad sea en sentido material que en sentido espiritual, como hacia los peregrinos que llegan a Roma de cada parte del mundo para visitar las tumbas de los Apóstoles y para encontrar al Sucesor de Pedro”.

En el marco de este encuentro con el Pontífice los socios del Círculo de San Pedro han entregado al Santo Padre el Óbolo de San Pedro recogido en las iglesias de Roma. A tal propósito el Papa ha expresado su más viva gratitud por esta demostración de participación en su personal preocupación por las personas más necesitadas.

Refiriéndose al Óbolo de San Pedro Benedicto XVI ha dicho textualmente que “representa un punto de convergencia entre dos acciones complementarias, que se estrecha en un único y elocuente testimonio de caridad evangélica: por una parte manifiesta el afecto de los habitantes de esta ciudad y de los peregrinos hacia el Sucesor de Pedro y, por el otro, expresa la concreta solidaridad de la Santa Sede hacia las tantas realidades de sufrimiento e indigencia que por desgracia persisten en Roma y en tantas partes del mundo.

El Papa ha observado que los miembros del Círculo de San Pedro, visitando las parroquias romanas y administrando centros de asistencia y acogida en la Capital italiana, tienen la posibilidad de percibir directamente las múltiples situaciones de pobreza aún persistentes; pero al mismo tiempo la posibilidad de constatar cuan intenso sea el deseo de la gente por conocer a Cristo y de amarlo en sus hermanos.

Recordando el lema con el que el Círculo de San Pedro fue fundado en el año 1869, y que resume su carisma: “oración-acción-sacrificio el Papa ha expresado que mediante el compromiso que los socios asumen al salir al encuentro de las necesidades de los menos afortunados, difunden un mensaje de esperanza que brota de la fe y de la adhesión al Señor, transformándolos en heraldos de su Evangelio.

“Confío vuestras aspiraciones, los propósitos y cada actividad a la materna protección de la Virgen Santa, Salus Populi Romani, para que guíe vuestros pasos, haciéndoos cada vez más comprometidos trabajadores de solidaridad y constructores de paz en todos los ámbitos donde se desarrolla vuestra meritoria acción asociativa. Con estas intenciones invoco la celestial intercesión de los santos Pedro y Pablo y os imparto a cada uno de vosotros, vuestras familias y a cuantos encuentran en vuestro cotidiano servicio una especial bendición apostólica”.







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